El día que Bebeto se hizo eterno

p. barreiros, a. centeno A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

XOSE CASTRO

Mañana se cumplen veinte años de la despedida del mito brasileño de A Coruña

25 may 2016 . Actualizado a las 19:53 h.

Tal día como mañana, se cumplen 20 años de que el Deportivo volvió a nacer. Aquel domingo Bebeto disputó su último partido de blanquiazul. Fue en la jornada final de Liga contra el Barça (2-2), en la que, cómo no, marcó los dos goles antes de que Toshack lo sustituyese. El mito, cuya genialidad cambió para siempre a un club que hasta ese momento no había tocado el éxito, se despedía entonces para volver a Brasil, donde jugó en el Flamengo. Sin embargo, esta no sería su última experiencia en la Liga, pues solo un año después, tras un regreso frustrado al club coruñés, militó brevemente en el Sevilla. El delantero, mejor jugador de la centenaria historia de la entidad de Riazor, dejó para siempre en A Coruña su eterna sonrisa, pero también protagonizó mil y un momentos inolvidables: el fantástico gol de Mino, los numerosos que le hizo al Madrid, los cinco al Albacete o la imagen del equipo paseando la Copa en el Bernabéu.

En cuatro temporadas el goleador de apariencia frágil y pies diminutos (calza un 36) lideró el imparable ascenso del Deportivo hacia el podio de los triunfadores. De la mano de sus 86 tantos (fue Pichichi en la 92-93 con 30), el club se alzó con sus primeros títulos oficiales, la Copa de 1995, conquistada contra el Valencia, y la Supercopa. Pero, sobre todo, Bebeto le dio el empujón imprescindible para que se convirtiese en un habitual de las competiciones europeas. No es exagerado asegurar que ese mismo camino que se encargó de desbrozar el Deportivo acabó conquistando sus éxitos más recientes, la Liga del 2000 y otra Copa.

Aquella tarde, el homenaje de la afición estuvo a la altura de la herencia que dejaba. Cuando el futbolista, que ahora es diputado en su país, saltó al campo en la grada de General se desplegó una enorme pancarta con la leyenda Sempre ficarás no nosso coraçao y unas tiras con las que se compusieron los colores de la bandera brasileña y la del Deportivo. En el momento de ser sustituido, Bebeto recibió una enorme ovación con todo el estadio puesto en pie. Algún jugador del Barcelona, e incluso el árbitro, se acercaron a saludarlo. Al término del partido, de nuevo tuvo que salir al campo para recibir los últimos vítores de la hinchada. Esta última aparición sobre el césped fue seguida de una invasión del terreno de juego, que incluso obligó a la policía a intervenir.

Veinte años después, su recuerdo sigue muy vivo. Hace solo diez días, intervino en el homenaje a Arsenio en el descanso del partido contra el Madrid. El brasileño, como muchos de sus compañeros de aquella época, le dedicó unas cariñosas palabras en un vídeo grabado desde Brasil y el eterno entrenador del Deportivo se emocionó hasta tal punto de volver a ver a su antiguo pupilo, que no dudó en levantar los brazos y saludarlo. Bebeto nunca se fue, se quedó en el corazón de Riazor.

«Todavía me emociono cuando recuerdo al estadio entero coreando mi nombre para despedirme»

«Pero, cómo no me voy a acordar de aquel partido». Son las primeras palabras que pronuncia Bebeto desde su despacho de Rio de Janeiro cuando es interrogado sobre los 20 años que se cumplen de su adiós.

«Todavía me emociono cuando recuerdo Riazor entero coreando mi nombre para despedirme. Son de esas imágenes que uno nunca borra de su cabeza. Aquel día es comparable con muy pocas cosas», expresa el ídolo de la afición blanquiazul.

Bebeto recuerda que la emoción fue enorme no solo por ver el campo rendido a sus pies una tarde más, sino que los propios rivales se despidieron de él y le dieron las gracias por cuatro años de gran fútbol.

«Todo el mundo se acercó a mí. Recuerdo a Guillermo Amor que me decía que había estado encantado de jugar aquel partido de mi despedida. Y más jugadores del Barcelona también. Fue precioso. Me demostraron todos mucho», subraya el bahiano.

Un día en el que, una vez más, Riazor lo encumbró. Una afición que Bebeto guarda con mucho cariño en su corazón. «Mi gente. Mi afición. Los Riazor Blues... Todos están en mi corazón. Eso seguro. Ellos me dieron las gracias por mí fútbol, pero yo se las doy a ellos por haberme permitido hacer mi fútbol con tanta alegría en A Coruña. Fueron cuatro años maravillosos para mí y toda mi familia. Tengo muchas ganas de volver».

Y recordando, recordando, Bebeto aprovechó para recuperar algunas fotos. «Ahora mismo estoy viendo fotos de aquel día. Me quedé incluso sin pantalones (se ríe). Lo regalé todo. Valía la pena porque esa gente se lo merece todo. El partido contra el Barcelona es uno de los que siempre tendré entre los preferidos por mí. Aquellos goles me hicieron muy feliz».