Con Mel no soy objetivo, porque tenemos muy buena relación y le guardo mucho cariño. En el Rayo me cogió cuando yo comenzaba a destacar en Segunda B y, aunque no me llevó al Betis, sí que volvimos a coincidir allí desde el primer año. Recuerdo que en esta última etapa se convirtió en un gran revulsivo para nosotros y nos llevó a Primera División. Es cierto que el año pasado el equipo entró en una racha negativa, pero me quedo con que siempre que ha ido a un club, ha cumplido el objetivo. Le gusta jugar y los entrenamientos son muy dinámicos, diferentes y prima la libertad del jugador, por lo que este siempre está contento trabajando con él. Le gusta el trabajo intenso y es capaz de cambiar la mentalidad del grupo, pasarla de negativa a positiva, incluso en las situaciones más difíciles.
Seguramente tendrá que adaptar al Deportivo a su forma de trabajar, pero en cuanto enganche al equipo, su llegada se va a convertir en un gran revulsivo. Así fue para nosotros hace dos temporadas, en el año del ascenso. No estábamos bien, aunque con Merino también habíamos hecho partidos buenos, pero él nos cambió la cara a todos. Sabe tratar a los jugadores importantes. No porque sea un entrenador de charlas, sino por la manera de tratar a cada uno. Yo no jugaba mucho, pero a mí, cuando me llegaba la oportunidad, él ya sabía que no me tenía que decir nada. Intenta que siempre haya buen ambiente y habla bastante con los jugadores, es siempre muy claro y directo.
Además, Roberto Ríos es su segundo y a él aún lo ves como el gran futbolista que fue hace no tanto tiempo, pero que también ayuda a generar un gran ambiente en el vestuario. Es una gran persona que se encarga de la estrategia del equipo. Y David Gómez es muy buen preparador físico. Además, en el Deportivo ya se encuentra Fran Molano, con el que todos tenían una gran relación en el Betis. Yo entrenaba mucho con él y sé que le tiene mucho afecto a Pepe Mel.