Un planteamiento impecable y la creencia de un equipo

Toni Arda

TORRE DE MARATHÓN

13 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras la hazaña del Barça del pasado miércoles contra el PSG, comenté con algún compañero que creía que era el momento ideal para recibir al conjunto azulgrana. Realmente lo creía. Y me alegro de haber acertado. Sé que puede parecer algo ilógico, pero tiene su explicación. Psicológicamente, después de un subidón como el que experimentaron los catalanes el miércoles, suele llegar un bajón. Consideraba que era difícil que aguantaran en ese estado de excitación hasta Riazor. Que se motivaran lo necesario con este encuentro. Y viendo cómo saltaron al campo, se vio que Luis Enrique no pudo mantener esa tensión. Algo lógico por otra parte.

Pero, a partir de ahí, hay que ganar el partido. Una cosa es que el Barça no llegara con la mentalidad que afrontó el duelo contra el PSG y otra diferente que el Dépor pudiera lograr la victoria. Pero el planteamiento de Mel fue impecable y la puesta en escena de los jugadores también.

Lejos de irse a por el rival, algo muy complicado, supo esperarlo en su campo, juntando mucho las líneas, estableciendo un sistema de ayudas casi perfecto y no escatimando una gota de sudor. Además, a diferencia de lo que le pasaba a Gaizka Garitano, Pepe Mel está consiguiendo mejorar el equipo con los cambios. En esta ocasión volvió a hacerlo, con hombres que siguieron haciendo la presión y aumentando las probabilidades de éxito.

Que los dos goles llegaran como consecuencia de acciones a balón parado tampoco es cuestión menor, pues hace a los jugadores creer más en lo que hacen. Pienso que Mel ha conseguido, más allá de conceptos futbolísticos, algo muy importante: hacer creer a su plantilla que es incluso mejor de lo que es y que puede ganar a cualquiera. Ayer lo demostró.