El equipo se está jugando la vida y no se nota

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois EL TERCER TIEMPO

TORRE DE MARATHÓN

09 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No queda rastro del Deportivo que arrodilló al Barcelona. Y aunque aquel partido fue un gustazo, en realidad la permanencia en Primera se gana en el día a día. Salvado por los despropósitos del Sporting, el Granada y el Osasuna, la complacencia ha vuelto a instalarse en el vestuario. Y aunque el recurso a la actitud y el sudor parezca un lugar común cuando la pelota no entra, el equipo se ha acostumbrado a esta situación de incertidumbre como si en realidad el objetivo ya estuviese casi conseguido. ¡Y en realidad se está jugando la vida! No hace falta recordar lo que significaría para el club la caída a Segunda.

La verbena defensiva del Deportivo en varias fases del partido nace en ese ritmillo tranquilo. La diferencia entre llegar a un balón con solvencia o ver cómo el rival remata en tus narices. Como el 1-0, con Sidnei empeñado en borrar la sensacional imagen que tiene entre el deportivismo. En realidad, el trote cansino se contagió de unos a otros. Tal fue la cantidad de regalos desaprovechados por el rival, que nadie hubiera podido sorprenderse de que el Sevilla hubiese terminado marcando seis o siete goles. Después de equilibrar por dos veces el partido, al Dépor pareció faltarle un líder, un tipo con ascendencia sobre el resto que supiese transmitir desde el campo la importancia de lo que se juega el club.

El despido de Garitano y la llegada de un discurso optimista, directo y contagioso de Mel ilusionó y al mismo tiempo activó esa alarma en el vestuario hace un mes. Luego los buenos resultados devolvieron al plantel a la zona de confort. Claro que al Dépor le hurtaron un par de penaltis. Y hay que recordarlo. Pero la permanencia, la tranquilidad de la grada y la sensación de disfrutar en Riazor solo llegará cuando el equipo interiorice lo obvio. Se está jugando la vida.