Imanol Idiakez: «Tenemos que desvivirnos, matarnos, para que el Dépor suba»

P. Alonso / X. Fernández REDACCIÓN / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

VÍTOR MEJUTO

«Estoy mucho más convencido del ascenso que cuando llegué», asegura el entrenador blanquiazul

20 sep 2023 . Actualizado a las 22:47 h.

El entrenador del Deportivo, Imanol Idiakez (San Sebastián, 1971) transmite confianza. Sabe que la imagen del equipo caló por encima de los primeros resultados. Se declara convencido de cumplir el objetivo del ascenso, y feliz en la ciudad. «A nivel de vida me encuentro muy cómodo. A Coruña es muy parecido a Donosti y aquí estoy como en casa, la gente es muy hospitalaria. Solo falta que vayamos ganando partidos y el equipo esté donde merece».

—Desde que llegó ha evitado pronunciar la palabra ascenso...

—Son manías que vamos teniendo con los años. Prefiero ir haciendo y que vayamos consiguiendo, aunque hay sitios en los que no puedes evitar ciertas palabras. Es una evidencia que el objetivo es ese.

—¿Es muy supersticioso?

—He sido muy maniático, muy supersticioso. De jugador tenía que poner siempre primero el pie derecho y he estado desayunando y me he vuelto a meter a la cama al darme cuenta de que había pisado primero con el izquierdo. Cosas que te vas quitando al darte cuenta de que no se gana o pierde porque te pongas un pantalón o una camiseta distinta.

—¿Cómo valora la carrera de ese Idiakez jugador?

—Estuvo muy marcada por una lesión muy grave de pequeño. Ese sueño de jugar en la Real Sociedad, donde además coincido con mi hermano en el último año en el filial, y en seis meses me rompo dos veces la tibia. A partir de ahí, el camino es largo porque paso dos años prácticamente cojo y, a base de coraje, hago una carrera en Segunda B y un paso muy esforzado por Segunda.

—Aquella experiencia le ayudará a tratar con los futbolistas durante esta plaga de lesiones.

—Claro. El otro día le dije a Mella que yo también me había roto la nariz, y la cirugía ha evolucionado mucho, porque a mí me pusieron un montón de vendas; también me he roto el peroné como Yeremay, y lo de la rodilla de Barbero... Yo me he roto el cruzado.

—¿Le había sucedido antes que se juntaran tantos percances?

—Me pasó algo similar en Toledo, pero eran lesiones más cortas. Pero algo tan concreto, en jugadores que son protagonistas disputándose el mismo puesto... Mella y Yeremay en la izquierda; Barbero y la sanción de Lucas arriba...

—¿Van a fichar para reemplazar a Barbero?

—Es muy difícil. Encontrar gente en paro que nos pueda aportar es complejo y como entrenador tengo confianza absoluta en lo que hay, además de los chicos del filial. Martín está tocando día a día la puerta y confiamos en él. Me centro en lo que tengo y en apoyar a los lesionados porque es una situación difícil. Además, en este tiempo he podido empaparme bastante de lo que hay abajo, veo que hay capacidad, y tenemos la intención de que sea esa gente de abajo la que dé el paso.

—Durante el mercado de verano decidieron no reforzarse más en esa plaza pensando también en esa gente de abajo. ¿Es la oportunidad de Martín Ochoa?

—No quisiera que personalizáramos en Martín, ni pensar que Martín va a sustituir a Barbero. La decisión de no fichar más ahí la tomamos pensando en el global, aunque no en que íbamos a perder a Barbero por tanto tiempo. Ahora hay que adaptarse y las lesiones también suponen oportunidades para otros. Es el momento de que otro asuma el rol y meta goles.

—Los problemas en la plantilla han coincidido con un arranque irregular en los resultados. Es la versión con menos puntos a estas alturas de campaña, pero el entorno parece más confiado que en otras ocasiones. ¿Lo percibe así?

—Me parece que la autocrítica es muy importante en nuestro trabajo y no puedo decir que estoy pleno, pero tampoco podemos escaparnos del análisis de cada partido. Creo que lo hicimos muy bien en el primero y el segundo; el tercero está marcado por la baja de Yeremay, la expulsión de Lucas y que Barbero está tocado; en el cuarto ya no tienes a Yeremay, ni Lucas, se lesionan Barbero y Yeremay... El del otro día fue el más igualado y nos metieron un gol en un fallo del portero que no es lógico para el nivel que tenemos. No me gusta hablar de mala suerte, porque eso son excusas baratas, pero las cosas no se están dando. También pienso que los problemas, cuanto antes vengan, mejor. Y nos están viniendo todos de golpe. Pero desde luego, dentro sentimos un gran apoyo fuera. El objetivo del Dépor solo puede ser volver a su lugar, pero no sé si es la madurez o la experiencia de los últimos años la que está haciendo que la gente esté tranquila. Tenemos que darles motivos para creer y mejorar los resultados.

—En su presentación dijo que en Zaragoza no le dieron tiempo, que diez jornadas no bastaban para ponerle el sello a nada... ¿Cuántas cree que le harán falta para ponerle su sello al Dépor?

—El Dépor es mucho más grande que yo, no puedo ponerle un sello. El Dépor es de su gente, de cada aficionado y de cada futbolista. Creo que el proceso está encaminado, la plantilla está bien construida y el equipo tiene una idea, que además coincide con la mía; la de ser protagonista, atacar más que defender, jugar en campo rival... Necesitamos tiempo; aquí y en cualquier sitio. Más, cuando varios jugadores importantes de la plantilla han llegado al final y nos estamos conociendo y entendiendo. Hay que dar tiempo a la gente para que haga su trabajo y aquí tengo la confianza del club.

—Para el fútbol propositivo que pretende, serán clave dos de los últimos en incorporarse.

—Hugo llegó casi para empezar y Salva aún no ha arrancado. Son dos que en aspectos de construcción tienen una calidad importante. Y luego, Lucas y Yeremay también marcan diferencias en lo más difícil del fútbol, que es derribar barreras. Jugadores diferentes que casi no han podido aparecer. Pero yo tengo confianza en que esto poco a poco va a ir pegando. Es normal que el Dépor tenga prisa por verse arriba, pero mi objetivo es construir algo que se haga difícil a los adversarios. Apenas nos han hecho ocasiones pese a jugar en campo rival.

—En Salamanca salió a sala de prensa muy enfadado con los árbitros. El Deportivo acostumbraba a pasar por encima de esos asuntos. ¿En qué ha cambiado la situación?

—Ya digo que no me gustan las excusas, pero cuando sales del vestuario y ves a Mella con la nariz rota, tienes en mente la entrada que le hicieron a Villares o la fisura de peroné de Yeremay hace dos jornadas... A veces hay que decir: «oye, que tampoco estamos para poner la otra mejilla todos los días». Es muy difícil arbitrar, pero si alguien me hace daño, lo voy a decir. Defenderé al Dépor, le pese a quien le pese. En el campo de Unionistas hubo un nivel de agresividad alto, y hay que decirlo.

—No le gustó al entrenador de Unionistas.

—Cada uno responde lo que quiere y yo defiendo al Dépor. Creo que hemos tenido dos lesiones por entradas, Mella y Yeremay, que pueden ser fortuitas, pero el otro día creo que el nivel de agresividad fue alto y me pareció justo decirlo.

—En la nueva etapa del Dépor cambió todo en verano. ¿Cuál es su relación con el resto de estamentos del club, presidente, director deportivo...?

—Fernando [Soriano] está día a día en la ciudad deportiva y hablamos antes y después de entrenar en comunicación constante. Cuando llegué a la ciudad con Massimo [Benassi, el director general], tuvimos también ahí relación, el presidente [Álvaro García Diéguez] también es una persona muy cercana y está pendiente de todo. La relación es profesional y cordial.

—Cuando llegó al Deportivo el ambiente en la ciudad era de decepción tras el ascenso no conseguido, también de inestabilidad en el banquillo. ¿Le garantizaron que su idea era abrir una etapa de estabilidad?

—Date cuenta de que tú estás en tu casa esperando quien te llama para trabajar, esperando el mercado de Segunda, y te llama el Dépor, y aunque somos gente de fútbol, empiezas a informarte más y dices, «a dónde voy, vaya lío tienen allí. Es verdad que era un momento de dificultad, con muchos movimientos en el consejo, la dirección deportiva y el entrenador. Pero entre que era el Dépor y lo que me trasladaron, me convenció absolutamente, la intención no era solo darle estabilidad al puesto del entrenador, sino al proyecto deportivo y con esa ilusión vine y me mantengo. Cada mañana que me levanto doy las gracias por estar en el Dépor, me siento un privilegiado por ser entrenador del Deportivo de la Coruña, uno de los mejores clubes de España, con una de las mejores aficiones de España y lo que me exijo cada mañana es estar a la altura. Y que los demás confíen en ti depende ya de ellos, aunque uno haga lo mejor que puede cada día.

—En verano perdió un capitán y ganó un consejero con Álex Bergantiños. ¿Cuál es su papel en la práctica alrededor de la plantilla?

—Creo que Álex se está situando todavía. Ese paso de dejar el fútbol es muy difícil, te desubicas en la vida. De repente tenías una rutina y unos hábitos... Le veo bien, con ganas de ayudar, charlamos y está en ese momento de echar una mano. Álex es Dépor y en un área u otra del club es una voz autorizada.

—Como formador y técnico de cantera, ¿cómo vive esa relación en la que con una categoría de diferencia le quita todas las semanas a los Mella, Jairo y Martín, en algunos casos para tenerlos en un banquillo?

—La relación es muy buena con Óscar [Gilsanz], que me parece un gran entrenador para el Dépor y con el que tengo una buena conexión. Yo intento ponerme en la piel del otro y en cuando yo estaba en su posición. Yo recuerdo con una ilusión tremenda cuando era el entrenador del filial de la Real y debutaban mis jugadores con el primer equipo. Y fueron unos cuantos y ese era el objetivo de mi trabajo, que esos chicos que tenían una ilusión loca debutasen. El míster lo ve igual. Para el Dépor es una desgracia estar en Primera Federación, pero al menos el filial y el primer equipo solo están separados por una categoría, algo que acorta plazos y distancias.

—¿En su llegada cuánto cree que pesó su pasado como técnico de cantera? Contar con la cantera rebaja tensiones en el Dépor.

—Es una pregunta para Fernando [Soriano] si me contrató por mi pasado en la Real. Es cierto que cuando me llamó me contó el perfil por el que queríamos llevar al Dépor y seguro que sintió que yo tengo una fe ciega en ese trabajo, porque insistí en que a los chicos hay que entrenarlos, hay que trabajarlos, y luego ponerlos. Es la única forma. Siempre hay una dificultad ahí. La palabra oportunidad, dar oportunidades, a veces no me parece justa. Oportunidad suena a que te lo regalan. Hay que darle paso a los jugadores cuando realmente están preparados. Aquí se ha utilizado el tema de tirar la puerta y se ha hecho hasta algún meme por ahí, y es verdad. Tenemos que montar un club en el que la metodología de abajo arriba lleve a los futbolistas a crecer de abajo arriba, a desarrollarse, y luego arriba en el último pase tenemos que ponerlos, si no... Estas lesiones darán antes la oportunidad a gente que igual tenía que demostrar un poquito más y espero que esta gente demuestre el nivel que tiene porque justificaría el trabajo que se hace en Abegondo, que es muy bueno.

—Hay un canterano como Jairo. Estamos esperando por Salva, Hugo juega algo más adelante. Y falta quizá esa chispa que puede tener Jairo. ¿Qué le falta para verlo?

—Está cerquita, son posiciones en el campo de mucho peso. En estos cuatro partidos Jose Ángel y Villares están en un momento con dos rendimientos muy altos. Jairo tiene cosas, está cerquita del nivel, pero aún le faltan algunas cosas. Sabe donde tiene la mejora. Tenemos a Hugo y a Salva cerquita. No hay que tener ni prisa ni pausa. Jairo es un jugador que tiene nuestra bendición pero el camino de cada uno es diferente. Cuando veamos que le toca, no nos va a temblar el pulso.

—Barcia viene de la cantera. ¿El club se planteó retenerlo en el Fabril cuando va a tener difícil contar con minutos con el nivel alto de Pablo Martínez como central zurdo como él?

—Barcia es jugador del primer equipo por contrato. No es algo que fuese una posibilidad. Creo que está preparado para jugar con nosotros y tengo una confianza absoluta en él. El día que salga va a dar un nivel muy alto. Tengo mucha fe en Barcia. Pablo está a un nivel muy alto y bienvenida sea esa competencia, porque juegue uno o juegue otro, el equipo va a mantener su nivel. Es cierto que Barcia es un chico de la cantera y que en esas edades si no juegas no es una buena noticia, pero es un tema de un debate muy profundo, que he debatido en todos los clubes donde he estado. Algunos futbolistas o agentes ven casi como una ofensa que puedas bajarlos, como entienden que es bajarlos, al filial. No hay debate con Barcia, está preparado, cada día es mejor y estoy convencido de que cuando le toque va a estar al nivel.

—El peso de los agentes cada vez con futbolistas más jóvenes es una locura, según los directores deportivos.

—Sí, pero funciona así. Yo si pudiera cambiar las cosas, cambiaría un montón en la vida, cada día los chicos tienen agentes antes, lo cual normalmente es complicado. Chavales de 11 años con agentes, y el agente tiene un producto que mover para sacar un negocio de ahí. Pasa en cada profesión, hay gente con unos valores y otros con otros, no podemos generalizar. El peso de los agentes está ahí para todos en todos los clubes. Si el agente no está por la labor de echar una mano, te puede llevar a un jugador de sitio.

—Cuando llega, la primera decisión a nivel once, es una patata caliente como la de Mackay-Parreño. ¿Cómo la gestionó casi a nivel interno y cómo está viendo a Ian en este tiempo?

—A nivel interno, el mensaje que he mandado yo es claro para todos. Hemos intentado hacer un equipo en el que la baja de cualquiera no sea una catástrofe para el club. No podemos permitirnos en el Deportivo que, en la jornada que sea, falle un jugador por lo que sea y el que salga al campo en la jornada siguiente no tenga el nivel para jugar en el Deportivo. Eso implica que va a haber en el banquillo un tío que tiene nivel para ser titular en los otros 19 equipos del grupo o incluso en Segunda División. Eso nos va a hacer más fuertes a nosotros. Ojalá consigamos el objetivo del ascenso y la mayoría de la gente nos sirva el año que viene. Yo sé que es más difícil cambiar al portero. A nivel cultural, cuando cambias al portero, parece que ha pasado algo grave. Creo en el rendimiento de cada semana. Durante una temporada hay muchas cosas que van pasando. Y lo estamos viendo rápido. Si ahora empieza Ximo, y Ximo no está, está Paris y nadie se echa las manos a la cabeza. Parece que cuando son porteros tenga que haber un foco de conflicto. Ian está entrenando fenomenal, es un gran profesional, es un tío que en su cultura no entra otra cosa que no sea ir allí a dar su 100% y eso solo puede hacernos mejores.

—Un futbolista que viene a cubrir una posición complicada, como la que ocupaba Alberto hasta que se va, que ha sido referente aquí, que es Davo. Se apuesta mucho por su fichaje. Como tú decías, la izquierda es Yeremay-Mella, él cuando llega dice que se siente más cómodo por la izquierda, y si le buscan un sitio detrás del punta, ahí está Lucas... Al final, esa gran apuesta acaba encajando casi en el sitio que le queda.

—El otro día jugó en la izquierda. Llevamos cuatro partidos. Eso también es hacer una plantilla y Fernando lo explicó. Esa polivalencia. Que haya jugadores que pueden jugar en diferentes posiciones es lo que hace rica a una plantilla. Yo no leo mucho, y estoy fuera de lo que se comenta, pero creo que Davo es una apuesta como las demás. No creo que sea exclusiva o especial respecto a otros jugadores. Sé que estaba en Bélgica, que traerlo pudo costar más o menos pero, a nivel de apuesta interna, Davo es igual que cualquier otro compañero. Hemos hecho una plantilla con el nivel que el Dépor tiene que tener. Davo ha empezado jugando en la derecha, otro rato de punta, ha jugado otro rato en la izquierda. Todo en cuatro jornadas, en poco tiempo ha jugado en todos los sitios que podía jugar. Ha tenido opciones de gol, todavía no ha hecho gol. Es un futbolista igual de importante que los demás y estoy tranquilo porque nos va a dar un rendimiento bueno.

—Nadie quiere la derecha. Hablas con ellos y ninguno la quiere.

—Tendremos que jugar sin derecha entonces. Algo buscaremos.

—¿Qué relación tienes con las redes sociales?

—Con las redes sociales tengo una relación de amor y odio. Cuando fui a Zaragoza, tenía Twitter. Lo quité. El año pasado, en Leganés, mi hijo me convenció para que me hiciera Instagram. Me lo hice y lo quité. Somos humanos y la gente se olvida de que las cosas que nos dicen nos pueden afectar. Intento cuidar mucho mi salud mental, son trabajos de presión, públicos. Cuando acabas un partido que has perdido, llevas ya el drama contigo mismo. La putada ya esa noche es muy jodida. La noche después de perder para un entrenador es muy dura. Si encima empiezas a recibir inputs de gente que te falta, que te insulta, tienes que empezar a cuidarte. Me quité Instagram y Twitter, tengo Linkedin, que es una red social de trabajo, que me gusta mucho porque hay gente que publica cosas muy interesantes, que son fuentes de cultura y de conocimiento y ahí me quedo. Respeto mucho las redes sociales, sé que tienen una parte buena. Pero tenemos que empezar a concienciar a la gente de que pueden ser un problema si se utilizan mal. Empieza a haber dramas en la juventud, en la adolescencia, por no saber manejar bien lo que les viene en la pantallita. Es un tema peligroso. La sociedad tiene que hacer un trabajo, se nos está escapando de las manos.

—¿Se apoyó en su hijo para decidir qué hacía?

—Soy muy patoso. Intenté quitar la cuenta, no supe, y la desinstalé del móvil. La cuenta estará, y habrá gente que me sigue diciendo cosas. Pero como no lo puedo abrir... Es un tema de mentalidad. Mi hijo me decía que no pasaba nada, que no leyera los comentarios negativos. «Pero es que los tengo ahí», le decía. A los de mi quinta, esto nos ha pillado mayores y nos tenemos que ir educando.

—Por desgracia, la sal gruesa, o los insultos vienen normalmente de cuentas anónimas. Pero, aún así, hacen daño.

—Cuando jugábamos nosotros, tú hasta el lunes que leías el periódico, y nos puntuaban, tú pensabas que lo habías hecho bien y te ponían un 1 o un 0. Decías «me cago en la puta», pero era una opinión. Mis jugadores ahora mismo acaban el partido y, antes de ducharse, ya están leyendo un montón de cosas. Que yo no sé lo que leen. Pero, evidentemente, les influencia. Somos humanos y todo lo que nos pasa nos influye. Estamos viendo cosas, como el chico del Oviedo que ha parado (Víctor Camarasa). La salud mental es un tema que me tiene muy alerta, tengo hijos jóvenes, adolescentes, y me preocupan. Hay redes sociales que instigan, que sacan lo peor del ser humano.

—Dejando las redes sociales a un lado, ¿en los medios encuentra cosas interesantes? ¿Recibe feedback de la radio, la tele o la prensa o lo evita?

—En el tema profesional tengo un poco mis límites y mis barreras. Cuando ganas, tienes ganas de leer porque crees que te van a poner bien. Y el que te pone bien, cuando pierdes, te pone mal. Y si lees los piropos, tienes que ser capaz de leer las críticas. Yo ya tengo un ejercicio de autocrítica elevado, a veces dañino. Lo estoy intentando aprender a manejar. Los entrenadores tenemos la tendencia a echarnos la culpa de todo lo que pasa y no es para tanto. No somos tan importantes. La radio me encanta en el coche, es una gran compañera. Y la prensa me gusta leer a gente que escribe bien.

—Vive en el centro de A Coruña. ¿Qué le llega de la gente cuando sale a pasear?

—Lo que más me sorprende es el respeto. Tengo la sensación de que salgo y soy anónimo. El respeto es muy grande. En verano estuve en Donosti y estuve paseando con Imanol Alguacil por la playa. Tenemos muchas similitudes. Aquí tengo la misma sensación de que la gente es muy respetuosa.

—Hay una enorme atención y exhibición de la afición del Deportivo cada fin de semana. Se acerca ya a los 28.000 abonados. ¿Qué reflexión le produce?

—Sobre todo, me emociona mucho. Es algo que yo ya dije que teníamos que exportar. Es una pasada, se me acaban los calificativos. Creo que el nivel de sentimiento en A Coruña por el Dépor roza el límite. No se puede querer más a tu equipo que lo que quiere la gente del Dépor, a su Dépor. A nosotros nos llena de emoción y de responsabilidad. Tenemos todos la obligación de devolver al Dépor a su lugar. Es una obligación. Esta afición no puede estar en Primera Federación. Esta afición es de Primera División. Por mi cabeza no pasa otra cosa que no sea poner todo lo que esté en mi mano para devolver a esta gente a su lugar.

—En el Deportivo siembre hubo debate alrededor de la figura del psicólogo. Algunos jugadores lo echan de menos, a nivel de club. ¿Cuál es su opinión?

—El año pasado tuve psicólogo, por ejemplo. Lo tuve en Chipre y en Leganés. Y en otros sitios no tuve. Es un tema muy personal. Cuando alguien va al psicólogo, es porque quiere ir al psicólogo. Entiendo que exista el servicio del psicólogo, es interesante siempre. Y si no, el que necesita ayuda creo que la va a buscar. Tenemos que valorarlo. Creo que el entrenador tiene que ser el primer psicólogo del equipo. Yo no terminé la carrera porque soy un desastre, pero la empecé y le he dado muchas vueltas. Creo que el entrenador y el cuerpo técnico tienen que ser un poco psicólogos. Los fisios también lo son. Que haya siempre esa relación en la que el jugador pueda expresar sus sentimientos y sus emociones, y desde ahí, poder encontrar un poco el camino es interesante. Por supuesto que una figura profesional es lo más recomendable. Bueno, aquí no la hay todavía. Nosotros acabamos de llegar. Estamos viendo también necesidades. Es verdad que el club, al menos yo tengo esa sensación, está queriendo crecer. Del verano a esta parte, en todas las áreas, hay una intención de ir buscando mejoras. Nosotros también la tenemos y no me cabe duda de que lo encontraremos.

—Tiene un referente claro, Juanma Lillo, que está cada vez más un poco desaparecido. Trabajó con él en el Ciudad de Murcia. ¿Cómo transmite? ¿Qué es lo que hay de él en lo que usted propone?

—Para mí fue, sobre todo, descubrir un nuevo mundo. Yo ya tenía la vocación de entrenador dentro. Es verdad que por las lesiones tan joven. Me limitaron a nivel físico y me obligaron a pensar más dentro del campo para poder jugar, el entrenador ya se estaba cociendo. En el mundo de la Segunda B, que es un mundo muy de pelea, muy de barro, todo es a puro huevo, de repente descubrir un tipo que te empieza a hablar del mapa y te descubre el juego desde otro punto de vista completamente diferente, para mí fue como un acontecimiento en mi vida. Yo cuento aquellos meses como un acontecimiento. Me levantaba por la mañana y quería llegar ya a entrenar para ver qué descubría aquel día. Sobre todo, descubrir aquella forma diferente de ver el juego, que hasta entonces yo no la había descubierto. Que yo sí la tenía dentro, la esencia, la pasión por esa forma de ver el juego, pero no me habían ayudado del todo a descubrirla. La descubrí y eso intento. Que los jugadores sepan jugar. Hoy en día con tanta historia de los datos físicos y de tal y de cual, a la gente se le olvida que lo más importante es cómo juegues. Jugar. Qué hacer con la pelota, con el espacio, mi relación con la pelota, con los compañeros y con los espacios. Y el juego del fútbol es muy bonito. A la gente que juega bien al fútbol da gusto verla. Y esa pasión que Juanma terminó de despertarme, se me ha quedado y tuve claro desde aquellos meses con Juanma que si entrenaba, mis equipos iban a intentar una cosa, que es lo que creo que estamos intentando aquí y que además creo que el Dépor siente. El Dépor se ha construido con esta cultura. El Dépor campeón era un Dépor que jugaba al fútbol muy bien. Ya te digo que ha sido un referente y para mí, aquí se junta que mi sensibilidad por el juego creo que es la misma que tienen Riazor y el Dépor, y ojalá nos sirva.

—La semana pasada, José Ángel en una entrevista con La Voz comentaba ese aspecto de ir a entrenar con ganas. «Me encuentro con un entrenador al que voy a escuchar con ganas. Mucho balón en los entrenamientos...», decía. No sé si también en ese ego personal que tiene todo el mundo, no sé si ese interés en marcar al jugador, en trascender.

—Marcar. Marcar es un poco egocéntrico. Ayudar, yo diría. Yo creo que los futbolistas, incluso los de Primera División. Yo he tenido la suerte de estar con Unai en el Villarreal y te das cuenta de que muchos llegan arriba por sus capacidades individuales. Pero como en Primera no se puede entrenar... ¿cómo le vas a corregir a un jugador de Primera? Igual el jugador de Primera es el que más necesita que le ayudes en determinados aspectos. Mi intención es ayudar. Al final, yo creo que lo que puedo dejar, lo que un entrenador debe dejar a un jugador es que el jugador ese cuando lleva contigo un tiempo, que sepa más del juego de lo que sabía antes. Se nos olvida que juegan. Y que realmente estos tíos que ahora están en el Dépor fueron unos niños que lo que querían era jugar. Ya te digo que ojalá haya jugadores que algún día se acuerden: «Estuve con Imanol y me ayudó a entender esto mejor». Pero, sobre todo, que lo entiendan ellos por ellos mismos, que es lo mejor que les puede pasar.

—Empezábamos la conversación, Imanol, con la palabra ascenso, una palabra tabú para usted...

—La he dicho. La he dicho.

—Sí, se le ha escapado, lo tengo anotado.

—Vale, vale.

—¿Hoy está más convencido del ascenso que cuando llegó?

—Mucho más, mucho más. Convencidísimo. No tengo duda. Muy.. muy convencido. Además, es que vamos a hacer lo que esté en nuestra mano y lo que no. No podemos hacer otra cosa, con 28.000 socios. Tenemos que desvivirnos, matarnos, lo que haga falta, para que el Dépor vuelva donde tiene que estar.

—¿Hay alguna promesa si cae ese ascenso?

—Lo que queráis, no tengo problema. Lucas me dijo un día que nos tenemos que rapar, pues nos raparemos, lo que haga falta.

—Estaba también interesado en aprender gallego. ¿Cómo va? ¿De oído?

—Pues estoy con Merce (la directora de comunicación) a ver si me consigue un profesor o... me habla en gallego, pero todavía llevamos pocas lecciones.