Martintxu, pichichi en todos los equipos de las categorías inferiores en los que jugó, justificó la apuesta de Idiakez en el once con un gol y un fenomenal trabajo
21 oct 2023 . Actualizado a las 22:41 h.—Papá, si me voy, no podrás venir a verme a los partidos...
—No te preocupes, Martín. Yo lo que tenía que hacer en el fútbol ya lo hice.
—¿Seguro?
—Tranquilo.
—Entonces me voy al Dépor.
Cuando Martín Ochoa (Logroño, 2004) tomó la decisión más importante de su vida, solo tenía 14 años. Atrás dejaba a sus padres, Martín y Silvia, pero también a la pequeña Marina, su hermana. El ahora ariete blanquiazul renunció a mucho por el proyecto que le ofrecía Albert Gil. El Osasuna y el Eibar también lo querían, pero a él le tiraba A Coruña. Y se fue. Tomó la decisión el 20 de junio del 2019. Con el Dépor habiendo ganado la ida de la final del ascenso a Primera por 2-0, contra el Mallorca de su ahora compañero Salva Sevilla.
Cuando Martín controló ayer el balón en el área con la pierna derecha y definió con la izquierda, todas esas imágenes pudieron recorrer su cabeza. Su marcha de Logroño. Su llegada a A Coruña. Sus tiempos de la residencia con sus hermanos gallegos, Diego Gómez y Rubén López, con los que ahora comparte sueños de primer equipo.
Todos sus entrenadores de las categorías inferiores sabían que esto pasaría. Fue pichichi en todas las ligas en que jugó (División de Honor cadete; Liga Nacional y División de Honor juvenil; y Tercera Federación) y solo faltaba el último paso. El killer de Abegondo ya está aquí. Y el Deportivo debe aprovecharlo. Por Martín, Por Silvia, Por Marina. Y por toda la banda.