La pedida de mano que enamoró a Riazor en el descanso del Deportivo-Unionistas

Rodrigo López Otero
Rodrigo López A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

Pedida de mano en Riazor en el descanso entre el Deportivo y el Unionistas
Pedida de mano en Riazor en el descanso entre el Deportivo y el Unionistas RC Deportivo

«El hecho de hacerlo en el estadio, de tocar césped, no estaba pensando tanto en lo que estoy haciendo, sino en dónde», confiesa Javier, que pidió matrimonio a su pareja con solo diez días de preparación

09 abr 2024 . Actualizado a las 10:55 h.

El estadio de Riazor ha sido testigo de muchos días mágicos que los deportivistas nunca olvidarán. Este domingo, dos aficionados blanquiazules vivieron un momento que jamás podrán borrar de su memoria. 

Ocurrió en el descanso, con los jugadores todavía en los vestuarios, el Dépor preparaba un divertido juego para amenizar la espera, aunque todo sería una mera distracción para dar lugar a la gran sorpresa que tenía preparada Javier, socio deportivista desde los doce años. El club anunció por megafonía la participación de dos personas.  «Chámase 'O Gol Imposible e temos a Zulay e Christopher para participar». Con los ojos vendados, ambos debían dar varias vueltas sobre sí mismos e intentan marcar gol.

Cuando se disponía a disparar la chica, el speaker hizo un llamamiento a que los presentes centraran su atención en el videomarcador, donde pedían que, a pesar de cómo fuera el tiro, todos gritasen «¡Gol!». Zulay, que así se llamaba la joven, falló su disparo y, tras participar en lo que ella creía que era el juego, llegó la sorpresa.

Ella se quitó el antifaz de los ojos y vio que su novio, Javier, le estaba esperando de rodillas, con un anillo de pedida, ante las más de 26.000 personas que estaban en Riazor, para pedirle que se casara con él. Su pareja, que mostró una cara de asombro, tardó apenas unos segundos en coger el anillo y abrazar a su novio, mientras por megafonía confirmaron la boda: «¡Dijo que sí!».

Riazor ovacionó a la pareja y lo que el Dépor unió en el año 2019, tenía que consagrarlo. Porque esta historia de amor que enamoró a todo el estadio nació en diciembre del citado año. «Empezamos de hecho el día de Nochebuena. Al principio teníamos una relación a distancia porque, a pesar de que ella es de A Coruña, estuvo viviendo en Guadalajara por motivos personales desde los ocho años. Los primeros años fue a distancia y cuando llevamos unos meses comenzó la pandemia», cuenta a La Voz de Galicia Javier, todavía emocionado por lo sucedido este domingo.

Un plan de diez días

Los dos son muy deportivistas. Javier es socio desde los doce años y Zulay, desde hace ya unas temporadas. «Empezamos a hablar por X (antes Twitter) sobre el Dépor», dice él. Javier cuenta orgulloso que fue la primera persona que llevó a su pareja a Riazor a ver un partido del Dépor y confiesa que «teníamos esa coña de que estaría guapísimo de que estuviera relacionado con algo del Dépor». Hasta que se hizo realidad.

Sergio Tomé, el speaker del club, ejerció de intermediario para poder realizar la pedida de mano en Riazor. «Yo le pregunté a Sergio —lo conoce personalmente desde el 2016— si habría alguna posibilidad de hacerla en algún momento de esta temporada o en la siguiente, aunque sea en la grada. Y hace diez días, me mandó un mensaje de que había una oportunidad el 7 de abril», cuenta él. Javier no se lo piensa y accede. Tenía una semana para comprar un anillo, avisar a familiares y amigos, y organizar una pedida de mano en diez días y en absoluto secreto.

No fue fácil. «Tenía esa tensión para que nadie se fuera de la lengua» confiesa. Lo primero era el anillo y Javier tuvo fortuna. Parecía que el destino quería que todo saliese a la perfección. «Zulay me dijo que tenía que ir a por las lentillas el lunes. Como había que ir a reservar a Marineda, pues le dije que iba yo y allí ya aprovechaba para ir a por el anillo. Lo encontré a la primera».

Llegaba el momento de la verdad. El club colaboró y envió un correo a Zulay para que participara en uno de sus juegos en el descanso. «Ella me dijo: "Mira, me acaban de contactar para esto" y yo claro, haciéndome el loco máximo para que no sospechara nada», dice Javier.

Todo estaba planeado y organizado. Zulay no sospechaba nada y Javier estaba decidido para hincar la rodilla. «El hecho de hacerlo en Riazor, de tocar césped, no estaba pensando tanto en lo que estoy haciendo, sino en dónde lo estoy haciendo. En la semana, yo dormí genial, pero hoy lo pasé fatal porque me llegó toda la adrenalina de golpe», asegura Javier.

Todo salió perfecto. Ella dijo que sí y ambos tuvieron la pedida de mano soñada en Riazor. Lo que el Dépor unió, que no lo separe nadie.