Desaparecen dos leones de piedra de una tonelada de peso en Gondomar

Monica Torres
mónica torres GONDOMAR / LA VOZ

VIGO

Días atrás robaron otra escultura en Baiona y hace un mes dos en Tui

16 sep 2014 . Actualizado a las 10:07 h.

Un aserradero de Gondomar ha sufrido uno de los robos de mayor peso de la comarca registrados en la comarca de O Val Miñor. El botín han sido dos leones tallados a mano en granito que suman una tonelada de peso y que desaparecieron misteriosamente de la empresa ubicada en el lugar de Prado, de la parroquia de Morgadáns.

Este robo coincide en el tiempo con el de la escultura que se llevaron de la finca de un artista de Baiona la semana pasada, también de piedra aunque no de tanta envergadura. Hace un mes, en el municipio limítrofe de Tui se llevaron dos imágenes de sendos cruceiros seculares. Establecer cualquier conexión es prematuro y en el caso de las imágenes tudenses se trata de delitos contra el patrimonio histórico y cultural, pero el gusto de los amigos de lo ajenos por la piedra parece estar en auge.

El robo de Prado es extraordinario ya que, según explicó el dueño de las instalaciones, Santiago Fernández Correa, las dimensiones de los animales de piedra tampoco son una menudencia. «Uno es de 80 centímetros de alto y el otro de 90; de la cabeza hasta la cola tienen 70 centímetros de largo y 50 de ancho», confirma. Se dio cuenta de su desaparición el jueves y la Guardia Civil ya investiga las circunstancias del insólito robo. Santiago Fernández Correa confía en recuperar las piezas que además guardan un gran valor emocional ya que las mandó hacer veinte años atrás su padre, ahora fallecido, e iban a servir de base para la entrada de su casa.

Nunca llegaron a instalarse en su lugar, pero desde entonces han estado en el negocio familiar. «Tengo muchos clientes, varios me preguntaron estos años si estaban en venta, pero eran las únicas esculturas que no tenían precio por su valor emocional; tienen más de 50 horas de trabajo cada una», recuerda Fernández Correa. De ahí que su principal interés sea recuperarlas. Tiene varias cosas a su favor. Estas hechas a medida, por lo que adaptarlas es tan difícil como esconderlas en una finca o venderlas.

«Yo he estado por trabajo en cientos de obras y nunca vi representaciones así; son únicas», destaca su legítimo propietario. No se divisan desde fuera del perímetro del aserradero, por eso cree que el autor las ha podido ver en una visita. «Debió ser alguien que las vio y las quiso llevar para su casa, porque venderlas es complicado», cree.

En el lugar donde estaban emplazadas han quedado marcas de ruedas y huellas que confía en que faciliten la resolución del caso. «Tuvieron que ser varias personas, usaron un montacargas para llegar con ellas hasta la carretera y después salvaron el muro perimetral por un hueco. Ya en carretera las tendrán que haber cargado en un camión», considera Fernández Correa.

Los ladrones debieron actuar de noche porque hay varias granjas en las inmediaciones y llevar a cabo el robo de día sin ser vistos habría sido aún más difícil. No será la primera vez porque hace dos meses el dueño de las instalaciones sorprendió a dos ladrones cuando regresó al aserradero porque había quedado con un cliente. «Eran las 21.30 horas y, al llegar me encontré con dos personas en un camión que se estaban llevando una columna de granito de 2,70 metros de alto», recuerda.

La localización de los ladrones fue fácil porque él llegó a ver la matrícula del vehículo en el que abandonaron el lugar. «Como en cualquier empresa y, más con la crisis, siempre estás expuesto a robos de barrotes y piezas pequeñas, pero nunca nada así», destaca Fernández Correa.

El molde que se empleó para construir los leones servirá para la investigación. Están sentados con las patas delanteras extendidas, la boca está vaciada y la cabeza tiene la base para una columna.