24 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Para la Humanidad, ha sido más difícil elaborar la idea de metro que la de la relatividad general. Cierto que la segunda fue formulada por Einstein hace apenas un siglo. Y que no hay en el mundo demasiadas personas que la entiendan. Pero el metro, con sus cien centímetros, siempre ha sido más complicado. Desde 1791, era la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre que pasa por París.

En 1889, pasó a ser un segmento de platino iridiado que se conserva en el Museo de Pesas y Medidas de Sèvres. En 1960, se convirtió en 1.650.763,63 veces la longitud de onda en el vacío de la radiación naranja del átomo de criptón 86. Y, desde 1983, un metro es la distancia que recorre la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299.792.458 de segundo.

No es fácil definir el metro. Tal vez por ello, todos los años la Xunta de Galicia se gasta un pastizal en comprenderlo. En 2010, consignó en sus presupuestos 500.000 euros para estudiar el metro ligero. En 2011, casi 200.000. En 2012, 2013 y 2014, algo más de medio millón de euros por año.

Y, para 2015, vuelve a aparecer la partida para el tranvía urbano, con 600.000 euros consignados.

Las empresas que se dedican a hacer estudios de metros ligeros deben de estar encantadas. Todos los años llega de la Xunta un maná. Aunque luego nunca se publican estudios de ningún tipo. Ni mucho menos proyectos.

Una explicación sería que esa partida no se gasta y que se desvía a otras cosas. Es un comodín para guardar dinero para asuntos diversos. Pero eso sería reírse un poco del pueblo. Así que descartemos la teoría.

La obsesión por el metro responde a que el presidente Feijoo está esperando que le hagan socio de honor del Museo de Pesas y Medidas de París.

eduardorolland@hotmail.com