Ganó 31-27 a Bidasoa lo que le permite continuar en la Liga Asobal la próxima temporada
29 may 2017 . Actualizado a las 08:33 h.El Balonmán Cangas seguirá en Asobal la próxima temporada. En un partido emocionante y con O Gatañal a reventar, los hombres de Pillo hicieron sus deberes, ganar al Bidasoa 31-27, al tiempo que en Aranda el Ademar se llevaba los dos puntos. La ecuación perfecta para que los de O Morrazo consiguieran la salvación en una temporada de transición.
El triunfo sobre el Bidasoa, la primera premisa, cuajó gracias a un partido muy serio de los de Pillo, que tras tardar unos minutos en asentarse, comenzaron a mandar en el marcador con rentas mínimas (5-4 en el minuto 6). Un parcial de 5-0 hizo que los locales se marchasen y superada la barrera de los 20 minutos alcanzaron su máxima renta, cinco goles (15-10). El Bidasoa, por la vía rápida, recortó distancias a dos goles pero entre Potic, Salazar y los siete metros de Soliño, el partido se fue 20-16 al descanso.
Tras el paso por vestuarios el Cangas jugó con inteligencia. Manejó la ventaja y los tiempos, aunque también vivió un par de momentos delicados en los que el Bidasoa parecía meterse de nuevo en el partido. El luminoso fue haciendo la goma, y cuando el duelo enfilaba los últimos ocho minutos Pillo tuvo que ver cómo se quedaba sin Cerqueira en el pivote al ver la tercera exclusión, y cómo el marcador se ponía en un peligroso 28-26. Pidió entonces el entrenador un tiempo muerto y cuando el cronómetro enfiló los últimos cinco minutos el Cangas ganaba de dos. Ese tramo final comenzó angustioso, con un par de lanzamientos locales fallados y otro par de ataques del Bidasoa que no acabaron en gol. Entonces, llegó Soliño al punto de penalti para poner el 29-26 a falta de poco más de dos minutos, y el partido se rompió definitivamente.
Los últimos instantes sirvieron para que el Cangas aumentase su ventaja hasta el 31-27 definitivo y para que en la grada ya celebrasen la salvación, conscientes de que en Aranda el Ademar hacía su parte. La alegría se desbordó en O Gatañal con el pitido final y una salvación tan luchada como ansiada.