La policía constata que bares del centro incumplen la ley de ruidos

VIGO

MARCOS CANOSA

Las mediciones detectan 19 decibelios por encima de lo permitido

27 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Casco Vello y su hostelería están de moda. Constituyen el epicentro del ocio nocturno los fines de semana. Tan es así que sus competidores de Rosalía de Castro se muestran envidiosos por el éxodo masivo hacia esta zona de la ciudad. La atracción de una innovadora oferta ha hecho que algunos establecimientos tengan que usar enormes máquinas de climatización. A esto se suman la música y el ruido de ambiente, el resultado es una contaminación sonora que supera la normativa legal.

Dentro de las viviendas no pueden registrarse más de 30 decibelios por la noche y en pisos de la plaza de la Constitución se han superado los 49. Al menos cinco mediciones efectuadas por los agentes a instancias de los vecinos han dado resultados positivos por encima de lo que marca la ley, según consta en los informes a los que ha tenido acceso La Voz.

Las consecuencias son que algunos residentes que estaban de alquiler han optado por marcharse del barrio, con el perjuicio para los arrendadores y para una zona de por sí más despoblada que antaño. Otros residentes no tienen más remedio que permanecer porque están pagando la hipoteca.

«Los aparatos de aire condicionado y la chimenea de gases. Son la principal fuente de molestias para mí, pero últimamente se le han sumado las producidas por la música hasta altas horas de la noche», señala Ruth Martínez, artista y profesora de pintura.

«El famoso y cacareado derecho al descanso, brilla por su ausencia en la sobresaturada plaza de la Constitución por el tema de la hostelería. Lo triste es que haya que soportar, y ya van 2 años, ese infierno, donde niños de 8 años no pueden dormir», apunta el empresario José Vidal que califica de «terrorismo sonoro» lo que ocurre. «Una vecina mía que era profesora de la Universidad optó por marcharse de su piso de alquiler porque no podía dormir», añade Ruth.

Los policías dedican horas extraordinarias a la vigilancia y comprobación de ruidos en el Casco Vello, una de las zonas en las que se produce saturación.