Cuando fiché en el Cangas, Javi fue a la primera persona a la que llamé para pedir consejo. Lo conocía del balonmano, pero no tenía una relación de amistad con él. Me cogió el teléfono, hablamos mucho tiempo y luego quedamos a tomar un café. Me acogió como si fuera un amigo de toda la vida y seguramente otra persona no me recibiría como lo hizo él, fue algo increíble.
Lo mismo fue para el equipo. Fue una persona que ayudó mucho tanto dentro como fuera de la pista y todo equipo necesita alguien como él por la unión que provocaba dentro del grupo. Si dentro era un 10, fuera era un 12, porque siempre que había algo negativo, estaba él para animarte o sacarte una sonrisa. También estaba para decir las verdades en el momento, y eso el equipo lo nota.
Javi llevaba tiempo con el rumor de que si este era su último año, pero él siempre estaba con eso desde hacía años y creo que jugaba un poco con esa ambigüedad hasta que de repente dijo que su tiempo en el Cangas ya se acababa.
El domingo fue un día muy especial, porque además de la salvación, sabías que te estabas despidiendo de una leyenda del balonmano gallego. Sabía que era el último partido con él y me puse a llorar, porque asumía que el año que viene no lo tendré como compañero de al lado en el vestuario. Echaré de menos sus buenos días y sus pitazos en el coche cuando llegaba a O Gatañal como si fuera un loco. Esas cosas me van a faltar y se hace duro.
Como profesional, hay que estar muy preparados a nivel mental para aguantar tanto tiempo y físicamente más. Javi lleva cuatro años diciendo los lunes diciendo que estaba reventado y llegaba el martes y ya daba el 100 %, lo suyo fue increíble. Ha dado su máximo nivel en el balonmano 40 de sus 48 años.
De cara al futuro, lo primero es que se merece estar en la familia, pero si sigue jugando, seguro que le irá muy bien y tendrá mucho éxito porque es un porterazo. Pero haga lo que haga todo le irá bien, porque al señor Javi Díaz se le da todo bien. Sea lo que sea.
Juan Quintas es el capitán del Balonmán Cangas