John March: «Trabajé feliz para Michael Jackson, pero lo mismo haría para cualquiera»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

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Óscar Vázquez

El guitarrista y productor neoyorquino que eligió Vigo para vivir dará clases en la escuela DZetta

01 ene 2024 . Actualizado a las 14:49 h.

Resumir la carrera de John March (Nueva York, 1961) en un párrafo es casi imposible. El músico norteamericano que ha trabajado en giras de estrellas como Michael Jackson o Sting es uno de los nuevos vecinos vigueses desde hace casi un año. El guitarrista, arreglista y productor norteamericano está casado con la fotógrafa y escritora ourensana Rocío de Prado y juntos decidieron que era el momento de cambiar su ajetreada vida en Estados Unidos por una algo más reposada en Galicia. Vigo fue el destino elegido y ambos están encantados con la decisión. John se va haciendo con el gallego (ya sabe decir pouquiño y ¡que carallo!), trata de mejorar su castellano, amplía su agenda de amigos, busca buenos restaurantes japoneses y, lo más importante en relación a sus convecinos: a partir de enero va a dar clases en la escuela dZetta Music Center (Brasil, 31) y ya ha empezado a impartir alguna masterclass.

 —Le habrán preguntado mil veces por cuando trabajó con Michael Jackson. Añada una más...

—No hay problema. Fue durante el Dangerous Tour. Éramos como unas doscientas personas a su alrededor, músicos, técnicos, etc. Yo trabajé con él como técnico, tanto en el estudio como en el escenario, durante tres o cuatro meses y durante más de ocho horas diarias. Teníamos una cláusula que nos impedía hablar de qué hacíamos con él, aunque puedo decir que fui muy feliz en esa misión. Pero pongo la misma pasión en cómo puedo ayudar a un artista, ya sea Michael o cualquier otro. Vivo para la música y no estoy interesado en ser famoso.

—¿Por qué eligió Vigo?

—Tengo 62 años, soy músico desde hace 55, he vivido en muchos sitios, en Nueva York, Los Ángeles y los últimos años en Denver (Colorado). Para mi mujer estar cerca de la familia era un sueño. En este momento la vida en Estados Unidos es muy complicada por muchas razones. Yo hago música, pero también soy técnico, soy productor y manejo desde aquí una tecnología complicada de audio y vídeo para mi empresa en Estados Unidos. Pero allí solo se vive para el trabajo y queríamos tener más espacio personal. Hace un año vinimos a España de viaje, primero a Madrid, luego a Barcelona, Málaga... Para mí, Madrid es demasiado ajetreo; Málaga es como Cancún, donde conocí a mi mujer, mucho calor y muchos turistas. Y llegamos a Vigo en agosto, sin lluvias y dijimos: aquí se está genial. Cuatro meses después nos mudamos.

—¿Puede atender sus proyectos desde aquí?

—Sí, trabajo con mis clientes que están en Londres, Nueva York, Colorado, Los Ángeles y Tokio desde mi casa. Con la fibra óptica puedes hacerlo sin problema. Con la tecnología llegas a cualquier parte.

Oscar Vázquez

—¿Ha encontrado ya una pequeña comunidad de músicos amigos?

—Pensaba en eso anoche, y voy despacito, conociendo gente que me hace sentir muy a gusto en Vigo. Me gusta enseñar y tocar, así que vamos haciendo cosas. Hace unos meses toqué un par de temas en el Chilanga, que es de una amiga y estuvo empleado mi hijo allí. Ahora estoy con el guitarrista vigués Diego Pacheco. Me gusta mucho. Es muy bueno. Estamos escribiendo una canción juntos, la estamos grabando en mi estudio y tenemos en proyecto hacer más, hasta completar un cedé.

—¿Le ha dado tiempo a tantear el panorama?

—Un poco. Hay muy buenos músicos aquí. También he conocido a Paco Dicenta y a la cantante Noelia Álvarez. Veo que hay buen ambiente y locales muy interesantes como el Vitruvia. Ojalá hubiera más de ese estilo.

—Le ha tocado conocer un Vigo que ha cambiado bastante en estos últimos años. Ahora es bastante más turístico.

—¡Ah!, ¿sí? Yo diría que en invierno Vigo se parece un poco a Nueva York, porque es una ciudad para patear, con muchos sitios para comer, y hay siempre mucha gente por la calle y dificultades para moverse rápido por la ciudad, como aquí. Solo hay algo que echo de menos: encontrar más buenos restaurantes de sushi.

—Pues si lo sabe el alcalde, le hará vigués distinguido.

—No sé yo. Cuando decidimos venirnos, buscamos casas y nos encantó la Alameda. Ahora me alegro de no estar viviendo en esa zona en Navidad. Yo le escribí al alcalde hace un mes porque he notado que hay un problema grande con la acústica en los locales, y los juzgados, y se puede arreglar muy fácilmente.

—¿Empezó como músico o como técnico?

—Mi padre, que era realizador de cine y televisión, estaba preocupado por mí cuando le dije que quería ser músico. Empecé a tocar la guitarra a los 5 años y cuando llegué a la universidad me convenció de que estudiara también algo más técnico en el sector. A los 22 me hice especialista en Synclavier, un sintetizador que costaba millones de dólares y usaban entonces estrellas como Prince, Madonna, Sting, Stevie Wonder. Solo había en el mundo dos o tres personas como yo que la controlaban. Ya no se usa, ahora hay un software que lo sustituye, es como Zoom pero para profesionales de la música. Desde hace una década estoy muy interesado en edición de vídeo, mezclas de sonido, grabación de pódcast... Y estoy terminado un proyecto que empecé hace dos años con grandes músicos de jazz. Mientras, Rocío acaba un libro que prepara sobre la historia de Galicia becada por la Xunta y mi hijo de 19 años estudia Ciencias del Mar en la Universidad de Vigo. Ella y mis dos hijos son mis personas favoritas.