Panorámicas de la ría de Vigo enriquecidas por la historia

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Desde Cangas a Baiona, las dos orillas del mar ofrecen espléndidos miradores naturales

27 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El ser humano necesita perspectivas para contemplar o analizar en su verdadera extensión situaciones reales o imaginadas. Para los primeros casos se inventó la palabra panorama, que permite definir la contemplación de un amplio paisaje desde un lugar destacado o, lo que es lo mismo, desde un mirador. Esos lugares, libres de obstáculos visuales, están relacionados con el disfrute de la grandeza del medio natural y tienen cierto carácter extraordinario ya que están alejados de la vida habitual de los habitantes de las ciudades. En Vigo y su entorno, el objeto de contemplación tiene en su ría un elemento grandioso y único. Además, como antiguo valle fluvial que fue, está rodeada de montañas que agrandan el espectáculo, al añadir una espectacular perspectiva aérea. Y aún por encima, esos espacios únicos cuentan con valores añadidos de carácter medioambiental e histórico.

Si comenzamos por el fondo de la ría, una referencia ineludible es la Peneda, en el límite de Redondela y Soutomaior. Un punto de visión a 327 metros de altura sobre la ensenada de San Simón, pero también con espléndida visión hacia el Suido y el valle del Verdugo. Allí se sitúa uno de los árboles declarado por la Xunta como singular, un alcornoque de 12 metros de altura. Además de sus valores históricos, esta cima, en la que se sitúa la ermita de As Neves, sigue acogiendo citas etnográficas interesantes, como la Festa dos Fachos.

No muy lejos de allí, en la parroquia redondelana de Cedeira, está el mirador del banco instalado por Francisco Peixoto hace unos años. Esta vista tiene la originalidad de actuar como bisagra entre la ensenada de San Simón y la parte abierta de la ría porque está casi sobre el estrecho de Rande. En realidad, toda esta zona es un gran visor panorámico, al que hay que añadir, como valor patrimonial, el amplio campo arqueológico puesto en valor en Monte Penide. Se pueden unir ambos aspectos con fáciles caminatas por caminos de tierra.

La Madroa es otro de los miradores importantes para admirar la ría. Cuenta con una pequeña zona de ocio junto a Vigo Zoo y permite asomarse al conjunto que conforma la ría y la propia ciudad de Vigo. En realidad, estaremos, en ese punto, sobre uno de los castros más altos del término municipal, aunque ya no se puede ver resto alguno de aquel poblado.

Si nos vamos al otro lado de la ría, tenemos en el Monte Xaxán (Gagán o Faro), en Moaña, la posibilidad de ver toda la comarca desde más de 600 metros de altura. Están ahí las manos talladas en madera por el moañés Yosi y, algo más abajo, un área recreativa con el dolmen en Chan de Arquiña. Al final de la península todavía se puede obtener una perspectiva más singular si ascendemos al Monte do Facho, en la parroquia de Hío, en Cangas. La panorámica aquí combina el mar abierto, las islas de Ons y Onza, las Cíes y las bocas de la ría. Además, estaremos sobre un castro reutilizado en época romana como santuario.

Nuevamente, en la orilla sur de la ría, las parroquias de Bembrive y Beade ofrecen excelentes de puntos de observación tanto del valle de Fragoso como de la ría, con las islas Cíes como colofón perfecto. Bembrive tiene su balcón en A Xestosa, en la Estrada das Plantas. Y en Beade, en el parque forestal.

Sin abandonar aún Vigo, el Alba y el Cepudo se alzan como dos torres el valle del Eifonso y la costa. El Alba está coronado actualmente por una ermita, pero en el pasado acogió una fortaleza de los Valladares. El muro más próximo a la iglesia tiene un juego de tres en raya. Los expertos creen que la piedra en la que está pudo ser reutilizada porque ahora está inoperativo. Por su parte, el Cepudo, cima más alta del municipio olívico con 527 metros, permite ver el horizonte más allá de las islas Cíes, al tiempo que ofrece esculturas contemporáneas.

Las alturas de San Miguel de Oia permiten obtener una vista poco habitual de los arenales de O Vao y Samil, al tiempo que obsequian con excelentes rutas a quienes gusten de recorrer bosques.

Chandebrito, ya en Nigrán, facilita panoramas hermosos y un castro con más de 2.500 años de antigüedad. Hay, además, un conjunto etnográfico y el Bosque da Memoria, que recuerda el octubre negro del 2017, cuando fallecieron dos personas en esta parroquia.

Más adelante, dentro de Nigrán, se sitúa el promontorio de Monteferro, un paraíso para los geólogos, pero también para quien solo quiera disfrutar de la naturaleza. Las vistas tiene un amplio arco que abarca desde Baiona, con las Estelas delante, hasta el final de O Morrazo.

Por tomar más perspectiva, interesa también el horizonte que se ve desde el castro de Pedra Moura, en Borreiros, Gondomar, que incluye restos arqueológico. Y para finalizar, por echar un vista atrás, es conveniente ascender a la Serra da Groba para contemplar el amplio recorrido que se abre a sus pies. Aunque si hay cierta pereza por llegar tan arriba, siempre se puede detener el recorrido en el mirador de O Corteliño, en Baiona, para admirar el capricho de la naturaleza realizado por la desembocadura del río Miñor. Aunque, en días muy claros, también se puede alcanzar con la vista la Serra da Barbanza.