Una viguesa de vacaciones en Afganistán: «Los talibanes nos han tratado muy bien»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

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Lorena Martínez tiene más de 34.000 seguidores en su página de viajes

13 abr 2024 . Actualizado a las 23:41 h.

Lorena Martínez es una viguesa que viaja por el mundo acompañada. Ha conocido 53 países desde que en el 2016 se hizo trotamundos. Más de 34.000 personas siguen su página de Facebook No más viajar sol@. Si buscas compañer@s de viaje, únete. Acaba de llegar de su última aventura en Afganistán y de Turkmenistán. Ese tipo de destinos que no aparecen en las guías ni están en el punto de mira de las agencias de viajes son los que más le atraen. Tras dos años de planificación, ya ha cumplido esa espina que tenía clavada de conocer dos países muy próximos entre sí, pero separados por un abismo cultural. En Afganistán trató con los talibanes y conoció sus férreas costumbres religiosas, mientras que en Turkmenistán visitó su capital, Ashgabat, la ciudad más surrealista del mundo, con grandilocuentes edificaciones y calles despobladas.

Viajar a Afganistán podía parecer una idea descabellada con la información que llega al mundo occidental de ese país. «Cuando decía a la gente que pensaba viajar allí, creían que estaba loca. Se conoce por el sensacionalismo, pero no se puede juzgar a un país por eso. Sin embargo, la gente que había ido me decía que era un país maravilloso y que me iba a encantar». Y así fue. 

La experiencia con los talibanes reconoce que fue muy buena. «Nos trataron muy bien», afirma. Viajó con otra compañera con la que ya estuvo en Uganda tras el rastro de los gorilas de montaña. Un canario y un gaditano a los que no conocían previamente también se sumaron a la expedición. Para muchos afganos era la primera vez que veían a un grupo de españoles. Vestían como ellos para no llamar la atención, pero no pasaban desapercibidos. «Había situaciones en las que estábamos en un mercado y todos nos rodeaban como si fuéramos una atracción. Íbamos a comer y se sentaban a nuestro lado porque querían estar con nosotros», recuerda. Los talibanes tienen prohibido mirar a las mujeres. Había algunos que no lo hacían, pero otros no tenían ningún problema. «No sentí peligro. Disfruté de todo el viaje. Sé que puede parecer chocante porque es una cultura contrapuesta a la nuestra pero eso también lo vi en Jerusalén con los militares israelíes. No es la primera vez que vi a tanta gente armada por la calle, aunque reconozco que a una persona no acostumbrada le puede intimidar», afirma. Su visita coincidió con el Ramadán y los restaurantes estaban cerrados. «Debíamos tener en cuenta pedir comida la noche anterior para el mediodía y el desayuno. La comida del mediodía la hacíamos en la habitación o en el coche, pero sin que nos vieran los demás, sobre todo los talibanes». 

Una necesidad

Lorena reconoce que necesita viajar tanto como el aire. Dice que tiene el gen de Wanderlust, el que le impulsa a conocer otros lugares. «No busco agencias ni lujo. Contacto con guías o agencias locales y sé arreglar buenos precios», asegura. Además tiene el respaldo de su grupo. «Siempre les mando más gente y eso hace que me hagan descuentos y que me atiendan bien, puesto que saben que después va más gente. De hecho, a Afganistán ahora van dos grupos más», asegura. Prefiere no dar cifras de lo que le ha costado este último viaje, pero reconoce que no fue barato. «Se encareció porque quería seguridad. Podíamos haber ido por libre a Afganistán, pero el viaje se complicaba por el idioma y eso podía generar nervios por parte del grupo y de los talibanes», dice. Además no hay ofertas de vuelos a zonas que no son turísticas y los visados y la contratación de guías también encarecen el presupuesto. 

Afirma que de todos los viajes que ha visitado, el que más ha disfrutado ha sido el de Walt Disney World de Orlando. «Toda la magia hecha realidad está ahí. Conozco todos los parques Disney del mundo y ese es mi favorito», asegura. En octubre del año pasado visitó el Machu Picho y así completó las siete maravillas modernas del mundo.

No le atrae viajar ni a la República Dominicana ni a Cuba. «No es mi tipo de hacer turismo el estar en un hotel con todo incluido. Tampoco le gustan los destinos exclusivos de sol y playa. «Me gusta más moverme. Estar en un sitio cada día». Ella apuesta más por lo que se conoce como el «Dark Tourism», frente a los viajes «vainilla», un término que ha acuñado ella misma, refriéndose a los viajes a los países que se encuentran en los circuitos de las agencias de turismo. «Los vainillas los puede hacer cualquiera, pero para los dark hay que animarse», dice. Mucha gente no se atreve por el miedo a lo desconocido. «Peligro hay en todo el mundo cuando uno no va informado. Para hacer este tipo de viajes hay que dejar los prejuicios fuera. No se puede viajar con prejuicios de antemano». Sus próximas aventuras ya están en marcha: al Ártico en septiembre para ver a los osos polares y a la Antártida el año que viene. «Para la Antártida estoy buscando compañeros de viaje. Ahora somos siete. Es un viaje en barco y podemos venir más», afirma. Visitar Corea del Norte, el país más hermético del mundo, también está en perspectiva.