De Vigo a Arbo: «Aquí no me dicen la loca de los perros»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

ARBO

M.MORALEJO

Patricia Rodrígues disfruta de la casa que pudo alquilar en el rural

10 may 2022 . Actualizado a las 00:33 h.

Una mujer vivía en el centro de Vigo con siete perros y cinco gatos a los que quería como parte de su familia. Incomprendida por los vecinos de su edificio, un golpe de suerte ha hecho que su destino haya cambiado. Patricia Rodrígues disfruta ahora con sus animales en una casa que ha podido alquilar en una aldea de Arbo.

Los problemas de convivencia que tuvo con el resto de los vecinos del inmueble de la calle Nicaragua ya forman parte del pasado. Esta mujer había rescatado a los perros de la calle, salvándoles de una muerte segura y los metió en su piso porque no tenía otro espacio, lo que no fue visto con buenos ojos por los vecinos del edificio, que la denunciaron en el juzgado con la intención de que se marchara a vivir a otra parte.

Patricia siempre defendió que los animales nunca dejaron de estar bien cuidados y que, siempre antes del anochecer, cerraba la puerta para que no salieran al patio interior. Su casa estaba limpia y siempre los sacaba a pasear para que hicieran sus necesidades fuera, tal y como estaban acostumbrados.

Un policía local atestiguó a su favor y declaró en un informe que los canes se encontraban vacunados, castrados y en perfecto estado. «Mis vecinos no se preocuparon por saber quién era yo, sino que simplemente prejuzgaron una situación que a ellos no les parecía normal. Yo tenía que cumplir el canon de normalidad según su punto de vista», asegura. Todos menos su casero, «una grandísima persona que dio la cara por mi y me dejó estar más tiempo» y su vecina puerta con puerta que adoptó dos perros abandonados del refugio de A Madroa y que valoraba el esfuerzo que hacía por sus animales.

El propietario de la vivienda necesitaba el bajo para una hija, lo que precipitó el desalojo. Tras mucha incertidumbre acerca de su futuro, recibió la llamada que la salvó. «La madre de una amiga íntima que se llama Marta se puso en contacto conmigo y decidió alquilarme su casa en a Hermida, no para mí, sino para mis perros», dice. Purita, que así se llama la dueña de la casa, siempre quiso vivir rodeada de animales y ahora ve cómo Patricia está cumpliendo ese sueño.

En Arbo la han recibido con los brazos abiertos y ha descubierto las ventajas de vivir en una aldea rural. «Aquí no me siento limitada. No me juzgan. Aquí no me dicen que soy la loca de los perros. Me regalan huevos. Tengo tres docenas que me dio mi vecina, lechuga y patatas. La gente me tiene aprecio», valora.

Al mismo tiempo, destaca que vivir en una localidad como Arbo «es lo mejor». «Aquí hay calidad de vida y calidez humana. Los chismes del pueblo son para ayudarte y los chismes de la ciudad son para perjudicarte», dice. Hace unos días se dejó la cartera al lado de una fuente. Alguien la encontró y la entregó en el Ayuntamiento. Cuando la recuperó, vio que dentro seguían los 300 euros que había sacado del banco.

Patricia Rodrigues siempre tuvo que claro que jamás abandonaría a sus perros. «Siempre estuvimos en familia», afirma esta mujer. Ahora disfruta de una vivienda donde los canes tienen espacio suficiente para vivir sin molestar a nadie y recibiendo el cariño de los vecinos, muchos de los cuales ya conoce en persona y con los que ya ha hecho buenas amistades.