Patrick Vilán apostó en su momento por desestacionalizar su disciplina; hoy en Nigrán imparten clases todo el año
19 jul 2017 . Actualizado a las 10:29 h.El surf no fue el «primer amor» deportivo de Patrick Vilán, sin embargo, parece ser el definitivo. El director técnico del Club Surf Patos comenzó su carrera en el mundo de las olas con tan solo 15 años y lo hizo sobre una tabla de bodyboard. Cuatro años después entró como monitor de esta disciplina en el club que ahora dirige y fue allí donde nació su interés por el surf. «Dando clases de bodyboard, empecé a coquetear con el surf y me especialicé en dar clases de iniciación». Aun así, continuó compitiendo a nivel internacional en bodyboard, llegando a ser campeón galaico-luso.
No obstante, una lesión en el 2010 le obligó a abandonar definitivamente la tabla de body. Fue entonces cuando Vilán se entregó al surf por completo. Estudió INEF y buscó la forma de innovar en esta disciplina. Y parece que la encontró. «Hace unos años el surf se consideraba una actividad estacional más que un deporte. La forma de ver el surf ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Antes era impensable poder vivir de esto, generar puestos de trabajo».
Patrick y su socio, Diego García, se propusieron un proyecto pionero en la zona, extender las clases a la temporada invernal. «Vimos que la gente asistía a cursos de una semana en verano, luego volvía al año siguiente... pero no había continuidad. Nosotros queríamos eliminar el estigma de que el surf es solo una actividad de recreo veraniega, y formar surfistas de verdad, de los que disfrutan de un día de invierno en las olas como el que más».
Pero Vilán no solo busca enseñar técnica, sino también su visión del surf, que considera una terapia. «Cuando estás en el agua no piensas en otra cosa, disfrutas de ese momento de contacto con la naturaleza». El surf, subraya el deportista, tiene un gran componente de respeto al medio ambiente: «Quienes practican este deporte valoran de verdad el hecho de llegar a una playa y verla en buen estado». Además, aunque a priori parezca una disciplina individual, «hay mucho compañerismo, nos ayudamos a mejorar entre todos».
Entre 200 y 500 alumnos
Estos valores son los que los 12 monitores de la escuela tratan de inculcar a sus alumnos, que ya son más de 200 niños de entre 12 y 15 años durante la temporada de invierno, mientras que en verano pueden llegar a pasar más de 500 personas por la escuela.
Pero los comienzos no fueron fáciles, ni tampoco rápidos. Durante tres veranos fueron los dos socios los que se encargaron de todos los grupos. «Había días que no quería ver ni un neopreno más», asegura Patrick, aunque no puede evitar una carcajada. Y es que a pesar del duro trabajo, Vilán no puede sentir más pasión por su profesión. «Me considero un privilegiado. El surf me aporta la mayor felicidad, y poder vivir de ello es un sueño hecho realidad».
El surf está de moda, pero Patrik destaca que su deporte es más que eso. «Cualquiera puede subirse a una tabla por seguir la moda, pero ser surfista significa disfrutar en días soleados y en días de lluvia con el agua a 14 grados. Las mejores condiciones no se dan en los días más bonitos, sino en los hostiles».
Los surfistas desafían en ocasiones los límites de su cuerpo con temperaturas extremas o condiciones desfavorables. «Hay días que conlleva un gran esfuerzo quedarse en el agua. Solo si te gusta de verdad te mantienes constante». Pero Vilán asegura que vivir la sensación de cabalgar una ola difícil merece la pena.
El surfista entrena al equipo de competición masculino, con el que, de campeonato en campeonato, recorre las costas de Galicia, España y Portugal. Esa, según el preparador, es una de las ventajas que tiene el surf: «Una vez que adquieres cierto nivel, el afán de buscar nuevas olas, de competir en entornos desconocidos, te lleva a descubrir playas de todo el mundo».
Precisamente buscando nuevas aventuras, Vilán decidió en el 2010 abrir una escuela nada menos que al otro lado del Atlántico, en la costa brasileña de Salvador de Bahía, a donde viaja ocasionalmente «para alternar las condiciones invernales y estivales».