Una luna de miel sobre ruedas

betsabé domínguez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

David y Diana participan en un Camino de Santiago para discapacitados

02 ago 2015 . Actualizado a las 09:49 h.

David Gil teclea en su móvil un mensaje bajo la atenta mirada de su novia, Diana Comeseña. Lo hace despacio, sin prisa. Cada movimiento cuenta, pues tan solo puede emplear un dedo. La parálisis cerebral que sufre limita su movilidad y también le impide hablar. Diana, sentada en su silla de ruedas, sonríe al ver a su novio tan entregado en la escritura. Llevan juntos un año y ante la imposibilidad de hacer un viaje para celebrarlo inician juntos mañana la que será una de sus mayores aventuras juntos: hacer el Camino de Santiago.

Este viaje no podría hacerse realidad sin Javier Pitillas. Hace 20 años que la ONCE contrató a este policía local de Vigo para ser entrenador de atletismo y desde entonces su vida ha estado ligada a proyectos destinados a mejorar la calidad de vida de personas con algún tipo de discapacidad. El último de ellos es el Discamino, una iniciativa que consiste en hacer accesible el Camino de Santiago a gente discapacitada. Aunque reconoce que la idea no fue suya: «El Discamino nace con y para Gerardo. Él fue el verdadero artífice de esta iniciativa», comenta Pitillas.

Hace 37 años que Ángeles Costa tuvo rubeola durante su embarazo. Esta enfermedad le provocó a su hijo Gerardo una sordoceguera y un problema de equilibrio que ha ido acrecentándose con el paso de los años. La pasión de este joven siempre fue el atletismo y andar en bici, dos deportes que practicó junto a Javier y que se vio obligado a dejar cuando su movilidad empezó a resentirse. Hace siete años, durante una cabalgata de Reyes, ambos vieron un cuadriciclo y se les iluminó una bombilla en la cabeza: quizás este tipo de ciclos podrían devolverle a Gerardo la posibilidad de volver a subirse a un sillín. Así que se pusieron manos a la obra y en poco tiempo dieron con la bicicleta perfecta en Dinamarca. Una vez adquirida, su uso estaba claro: cumplirían el sueño de Gerardo de hacer el Camino de Santiago. Tras días de intenso esfuerzo, Gerardo completó todas las etapas que separan Roncesvalles de Santiago de Compostela. Esta hazaña podría haberse quedado aquí, pero Gerardo tenía claro que una experiencia tan enriquecedora a nivel personal no podía quedársela para él solo. Así que miró a Javier y le dijo: «Encontrad a más amigos con problemas como yo y haced el camino muchos más años».

Es en este punto de la historia donde, siete años después y con varios caminos completados, David y Diana toman el testigo. Ambos recorrerán trece largas etapas desde Roncesvalles hasta llegar a Compostela aunque lo harán de forma diferente. David superará los kilómetros necesarios para conseguir la compostelana subido a una bicicleta. Pero no irá solo, Javier será su piloto compartiendo con él el esfuerzo de cada pedaleada. Diana, que no es capaz de mantenerse en pie debido a una parálisis cerebral, tan solo podrá realizar las partes más duras en su silla de ruedas ya que esta le permite ir a la misma velocidad que sus compañeros. El resto del trayecto lo hará a bordo de una furgoneta de apoyo junto con Aroa, encargada de ocio de Apamp y persona de confianza de Diana. Además de Aroa y Javier, David y Diana también estarán acompañados por Antonia, que pilotará una bicicleta de apoyo, y por Iván Bragado que se unirá a ellos en León.

Una expedición como esta requiere de un gran planificación: «Empezamos a preparar todo con cinco meses de antelación. Siempre buscamos residencias de Aspace en los lugares donde paramos a dormir pero no siempre hay. Cuando es así tenemos que echar mano de albergues adaptados pero pocos son los que cubren nuestras necesidades porque a Diana hay que moverla con una grúa», comenta Javier. La financiación también es un punto importante para hacer posible esta historia de superación. Para recaudar fondos venden rifas, DVD de los documentales El camino de los sentidos y El desorden de los sentidos (basados en experiencias previas del Discamino) y etapas a 100 euros. Sin embargo, esto no es suficiente y, pese a la colaboración de empresas como Rodosa o Citroën, echan en falta la ayuda de algún organismo para comprar una furgoneta de carga, tan necesaria en este tipo de viajes.

Con todo, y teniendo en cuenta el gran esfuerzo que tienen por delante, David lo tiene claro: «Para mí es un sueño. Un reto. Una ilusión. Poder hacerlo con la mujer que amo era impensable hasta hace poco», termina de escribir en su móvil con una sonrisa.