La Reconquista de 2017 nos deja una noticia enorme: la publicación de un trabajo sobre el teniente Almeida a cargo del historiador Antonio Giráldez Lomba. Se trata de la segunda gran aportación desde el bicentenario de 2009, junto a la monografía sobre el comandante francés Antoine Chalot publicada en 2012 por Ricardo Troncoso.
En la primera obra, descubríamos una biografía fabulosa, que desmentía el carácter pusilánime del militar francés. En realidad, había luchado en la Bastilla, en Austerlitz y en Jena. Y había estado presente en el encuentro entre Napoleón y el zar Alejandro I en Tilsit. Siete veces había sido herido en combate y cinco de sus caballos murieron en la batalla. Hay un antes y un después de Chalot gracias a Ricardo Troncoso y a sus investigaciones en los archivos de Francia.
Ahora, Antonio Giráldez hace lo propio con Almeida, quien aparece con sus luces y sombras, con su carácter rebelde y con las mismas pulsiones de protagonismo que todos los que colaboraron en la victoria de Vigo. El que es secretario del Instituto de Estudios Vigueses se ha sumergido en los archivos de Portugal. Y ha publicado una monografía luminosa, llena de datos.
Investigaciones históricas como estas son las de verdad valiosas. Parece mentira que haya que recordar la importancia de ir a los archivos y acudir a las fuentes.
Giráldez ha hecho con Almeida un esfuerzo monumental. Y se nota en sus resultados. Hace unos días me lo encontraba por el Casco Vello con sus alumnos, que tienen el privilegio de que un profesor como él les cuente la historia. Con vigueses como Antonio ganamos siempre.