Vigo se calienta 0,36 grados por década

Antón lois VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

La tendencia señala que a finales de siglo ya no habrá un solo día de heladas al año

25 abr 2017 . Actualizado a las 00:24 h.

Queremos dar la bienvenida a la concejala de Medio Ambiente que finalizó exitosamente su expedición polar Compromiso con la Tierra. Dejando al margen alguna pequeña discordancia discursiva, lo cierto es que corresponde felicitar a Chus Lago y sus compañeras. Sin duda una proeza deportiva y con la mejor de las intenciones de fondo. El caso es que para algunas cosas podemos ahorrarnos miles de kilómetros. Sin salir de Vigo podemos ver las evidencias de los efectos del cambio climático. Aquí mismo podemos verificar que desde 1972 se produjo un incremento abrupto de la temperatura, traducido a 0,36 grados por década. Sin salir de Vigo ya tenemos registrada una tendencia global no solo al descenso de lluvias sino al cambio en su tipología, con un aumento de las precipitaciones extremas en otoño y la sequía en primavera. Los vientos que nos llegan del mar, responsables en buena medida de nuestro clima, ya presentan características termodinámicas diferentes. Las heladas nocturnas del invierno, casi recurrentes hace unas pocas décadas, se redujeron en el entorno de Vigo a 24 días al año, y tardan más en llegar las primeras y se adelantan las últimas.

La previsión con base en estos datos indica que a finales de este siglo en el entorno de Vigo ya no existirá ni un solo día de heladas invernales. Esto se traduce directamente a los ecosistemas terrestres. Ya tenemos datos del descenso vertiginoso de la materia orgánica en los suelos, pero lo peor está por llegar. En solo cien años perderemos el 50 % del carbono acumulado en los suelos agrícolas de Vigo, que aún quedan algunos, y del conjunto de Galicia. Esto tendrá consecuencias.

Un buen ejemplo, por ser de los mejor estudiados, se aplica a la fenología de la vid, es decir, los diferentes comportamientos de la planta en función del clima. Ya están registradas en nuestro entorno regresiones medias en su floración y maduración de 19 y 10 días respectivamente en solo 30 años. En el mismo período de 30 años las anduriñas llegan en su desplazamiento primaveral 15 días antes y regresan a sus cuarteles de invierno 14 días después.

El período de hibernación de los pipistrellus, los pequeños murciélagos urbanos, se está reduciendo vertiginosamente. Estos bichitos nos indican que los insectos se mantienen activos durante más tiempo. Muy mala noticia para la agricultura que nos da de comer, aunque (no se consuela quien no quiere) buena noticia para los fabricantes de insecticidas que para aumentar el problema, y de paso el negocio, se llevan por delante a estos eficaces insecticidas naturales que son las aves y los murciélagos. Pero cuando hablamos de ecología terrestre en Galicia existe un fenómeno recurrente que no es ajeno a las evidencias del cambio climático: los incendios. Los índices de peligro de incendios muestran un empeoramiento manifiesto para el período 2000-2060 que ya estamos confirmando. Más incendios, más desestacionalizados, con mayor intensidad. Frente a esto tenemos una cierta hipermetropía ambiental. Vemos mejor los problemas cuanto más lejos pero se nos difuminan de cerca. Quizás por eso nuestra concejala se fue al polo Norte para ver lo que no percibe en Vigo. Poco se puede hacer allí para combatir el cambio climático. Hasta allí llegan sus efectos, pero desde aquí nacen sus causas. Lo de pensar globalmente y actuar localmente resulta especialmente aplicable en este caso. Quizás la concejala podría pensar sobre ello.