Un tapón de 20.000 asuntos sin resolver atasco los juzgados de Vigo

E. V. PITA VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Un tribunal laboral ya pone fecha a juicios para celebrarlos en marzo del 2020

07 mar 2019 . Actualizado a las 22:21 h.

El Juzgado de lo Social número 3 de Vigo ya está fijando juicios laborales para celebrarlos en marzo del 2020, dentro de un año. Es el más retrasado de la ciudad. Fuentes judiciales explican que la demora se debe a los expedientes estancados por el parón de la huelga de funcionarios judiciales de la primavera del 2018. En dicho tribunal, tienen prioridad las demandas de extrabajadores que reclaman la improcedencia de su despido y se les ha buscaso sitio en la agenda para septiembre. Los despedidos esperan cinco meses y lo normal es dos.

Este es un ejemplo del atasco que padecen los juzgados de Vigo, que en el 2018 acumularon 20.063 asuntos sin resolver, 4.763 más que el año anterior (un 31 % de aumento mientras que la media gallega fue del 21 %). El tapón récord equivale a la mitad del trabajo de un año en Vigo y a la séptima parte de todo el atasco judicial de Galicia. Los expertos lo atribuyen a dos motivos: al parón de tres meses por la huelga y a la avalancha de demandas de cláusulas suelo. Cada juez de Vigo pasó de tener 451 casos atascados a 573 en solo un año.

Paradójicamente, a pesar del atasco generado, el volumen de asuntos tramitados el año pasado es muy bajo. Solo se presentaron 49.939 casos nuevos en doce meses. Son tres mil causas menos que en el 2017 (53.009 pleitos), cuando solo diez ciudades tenían más casos que Vigo.

El volumen de asuntos actual nada tiene que ver con lo que las salas movían en el 2014, en plena crisis, cuando ingresaron 81.908 asuntos nuevos y quedaron solo 13.075 sin resolver. Ahora, en cambio, hay la mitad de asuntos y casi el doble de retraso.

El descenso de asuntos tiene su explicación en las sucesivas reformas legales que han eliminado del código penal las faltas (insultos a vecinos o accidentes por alcance). De un día para otro, los juzgados de instrucción han perdido miles de pleitos por denuncias de poca monta que restaban tiempo a los instructores. Ahora pueden estar centrados en investigar grandes casos como el accidente del Marisquiño, delitos económicos, corrupción o tramas de narcotráfico pero también tienen obligación de liquidar los asuntos en medio año o prorrogarlos si son complejos.

También llegan menos casos porque los juzgados archivan todo lo que no tenga autor conocido. Es por ejemplo, el robo a una casa por un desconocido. Hasta que no salte en la base de datos policial una huella o el ADN y se identifique al autor, el caso sigue cerrado y no se contabiliza.

A pesar de esta caída de pleitos, el atasco aumenta. La huelga no lo explica todo. El gran tapón de Vigo está concentrado en una única sala. Se trata del Juzgado de Instrucción número 14 de Vigo, especializado en resolver las demandas de cláusulas abusivas bancarias. Un único juez debe dictar sentencia sobre una avalancha de 2.600 demandas de hipotecados de toda la provincia que reclaman la devolución de lo que pagaron de más en sus cláusulas suelo. A día de hoy, le siguen llegando nuevas reclamaciones, aunque a menor ritmo.

Otros dos magistrados de refuerzo, en una sala bis, asumen otros 2.000 asuntos de cláusulas suelo, de las que habrán resuelto la cuarta parte. El grueso sigue ahí. Ya hay sentencia sobre un 15 % o un 20 % de las demandas pero queda otro 80 % pendiente de resolver, un trabajo que puede llevar años. Este es el gran tapón de los juzgados en el que están enterradas miles de demandas de propietarios de pisos afectados por los bancos. La prueba es que en el 2017, los doce juzgados civiles tenían 7.600 casos atascados y ahora rozan los 11.000.

Los otros once tribunales civiles (excluidos los tres de familia) están liberados de las cláusulas suelo pero a cambio tienen que repartirse más trabajo, el correspondiente al número 14, que ahora solo tramita abusos bancarios.

El otro gran atasco está en la jurisdicción laboral. De 2.778 casos pendientes en el 2017 se pasaron a 3.339, más de 500 más. Mientras algunos juzgados van más o menos al día, con unos meses de retraso por la huelga, otros acumulan un año de demora.

Las recientes estadísticas del Consejo General del Poder Judicial dejan constancia de este atasco. La tasa de congestión, que mide el atasco judicial, se ha duplicado en un año, al pasar del 7 % al 14 % . En primera instancia, la cogestión se ha disparado al 27 %.

Oscar Vázquez

«Llevo dos años esperando cola por el juicio para conseguir mis dientes. ¿Qué he hecho mal?»

El Juzgado de lo Social número 4 de Vigo aplazó ayer el juicio promovido por Adrián Haloiu, oriundo de Rumanía, contra la Seguridad Social para que le reconozca la invalidez laboral. Ya se ha retrasado en más ocasiones, como en septiembre del 2018. Tras trabajar quince años como limpiador de vagones de Renfe, un día durante su faena se coló por una alcantarilla y sufrió un grave golpe craneal. Desde hace dos años espera por el juicio. La cita de ayer se suspendió al no poder asistir la médica de la mutua. Se pospone al 7 de junio. Actualmente, vive en una peluquería en el entorno de García Barbón «porque no puedo pagar un alquiler, solo cobro 280 euros al mes en ayudas sociales».

Al conocer que se iba a retrasar nuevamente la fecha de su juicio, Adrián se echó las manos a la cabeza. Dijo estar «desesperado». «No entiendo por qué, teniendo un accidente laboral, tengo que esperar cola dos años, parece que he hecho mal algo. Llega un momento en que marean tanto mi vida, no piensan para nada en que yo tengo que seguir adelante, solucionar mi vida y conseguir mis dientes, que he perdido totalmente a consecuencia de una caída en mi trabajo. No puedo comer ni masticar».

Este litigante quiere conseguir una dentadura nueva y obtener la invalidez. Enseña sus manos con callos para demostrar que trabajó duro durante quince años, «limpiando vagones muy rápido». «Me he caído de cabeza y me he abierto la cabeza y roto los dientes. Tengo problemas cervicales y hombros, quiero mejorar aunque sea algo porque los doctores se niegan a operarme por miedo a que quede peor. ¿Qué he hecho mal yo? He cotizado y, sinceramente, es un caso al que no damos llegado al final para empezar mi vida de cero», dice.