El barco con el alijo de coca atribuido a Santórum solicitó amarrar en Vigo

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La consignataria rechazó la petición por sospechosa, que podría haber servido de coartada para llegar a Galicia y entregar los 3.824 kilos

14 sep 2022 . Actualizado a las 17:39 h.

El MV Karar fue abordado el 25 de abril del 2020 llegando a la Península, a 300 millas al oeste de Lisboa y a 400 de Vigo. Navegaba cargando en sus bodegas 3.824 kilos de cocaína colombiana de altísima pureza. El operativo del Servicio de Vigilancia Aduanera y de la Policía Nacional decomisó el alijo, valorado en 126 millones de euros. La acusación sitúa a la organización atribuida al arousano Juan Carlos Santórum saliendo en planeadoras a recoger la mercancía para descargar-la en tres puntos de las Rías Baixas (río Miño, en Tui; Sanxenxo y ría de Muros Noia). Pero el transcurso de la investigación aflora un hecho que resulta difícil de entender al montar este rompecabezas procesal, cuya instrucción ha finalizado y será juzgado por la Audiencia Provincial de Pontevedra.

Los propietarios del MV Karar, con bandera de Tongo, antes de los EE.UU. y actualmente de propiedad y armadora afincadas en Panamá, hicieron gestiones en los días previos al abordaje para atracar este remolcador en el puerto de Vigo. El abordaje se consumó el 25 de abril y las gestiones telefónicas entre un consignatario de Panamá y el muelle de reparaciones Dávila, en Vigo, comenzaron unas cuantas jornadas antes. Ya el día 22, 72 horas antes del exitoso abordaje, las gestiones se oficializan a través de correos electrónicos: «Después de previas conversaciones telefónicas y de acuerdo con nuestro departamento jurídico y financiero nos vemos obligados a rechazar la consignación y propuesta del buque MV Karar debido a la falta de garantías económicas derivadas de una reparación incierta y una posible venta, no confirmada, para un buque de bandera Togo».

El enlace panameño entre los propietarios del MV Karar y la empresa viguesa expone en otro correo electrónico que la estancia del barco en Vigo se prolongaría unos 15 días y solicitan «una inspección de dique para el eje y obra». Pero la empresa viguesa no lo vio claro, al contrario. Lo resume en un informe el Servicio de Vigilancia Aduanera aportado a la causa, que analiza el contenido de la cadena de correos electrónicos: «El consignatario rechaza la oferta al levantar sospechas las incongruencias y contradicciones acerca de la entrada en astillero, dado que no tenían un plan de obra ni siquiera de forma general, ni presupuesto, ni fue capaz de detallar las acciones que necesitaban, así como la inexistencia de negocio que justificase la presencia del buque en el área de Vigo, dicho buque podría trabajar en ninguna plataforma del área, incluida África occidental y norte de África por la carencia de un sistema de posicionamiento dinámico».

Está por ver, tal vez en el juicio cuando se celebre, qué sentido tiene que la armadora apostase por el puerto de Vigo para hacer estas reparaciones si el alijo que portaba en su interior saldrían a recogerlo desde Galicia en diferentes narcolanchas la organización atribuida a Santórum. La investigación expone en la causa que el encuentro entre el MV Karar y los gallegos tendría que haberse consumado a 60 millas de litoral gallego. Tal vez, esa pretensión de atracar en Vigo significara la coartada perfecta para acercarse a Galicia sin levantar sospechas, aunque esta posibilidad implicaría también en el operación de narcotráfico a los propietarios del MV Karar, que nunca han estado investigados formalmente en el procedimiento instruido en el Juzgado número 3 de Vigo. Sí fueron sospechosos, y durante mucho tiempo, en los dos últimos años, se hicieron gestiones para aclararlo.

Incluso uno de los tripulantes del MV Karar, Kiran Tamang, de Nepal, dio la sorpresa en abril de este año al firmar una carta de su puño y letra en la que reconocía la responsabilidad, junto a varios tripulantes más, de permitir subir los 152 fardos de cocaína a bordo del MV Karar a su paso por la Guajira colombiana, a la vez que exculpaba de cualquier responsabilidad a la armadora. Esta por ver también qué recorrido tendrá, ya en el juicio y su posterior sentencia, la confesión de Tamang. Lo único seguro es que este procedimiento ya está cerrado y entre los procesados no figura ningún propietario del barco.