Esculturas con nombre y apellido... ilustre

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

La mayoría de los monumentos personales en el área de Vigo se corresponden con gente de la cultura

02 abr 2023 . Actualizado a las 22:44 h.

Hay personas que merecen una estatua por su aportación al bien común. Claro que también hay quien recibe ese reconocimiento sin merecerlo. Sin entrar en esas disquisiciones, casi todos los municipios del sur de la provincia de Pontevedra tiene sus propios vecinos de piedra.

Naturalmente, por su población, es Vigo donde se concentra el mayor número de esculturas con nombre y apellido, aunque es muy complicado encontrar monumentos figurativos dedicados a mujeres. Aunque no es nada realista, la erigida a Rosalía de Castro en su propia calle por Armando Martínez en 1995 es una de las dos localizadas en este reportaje. En Aldán se encuentra la otra obra dedicada a una mujer con nombre y apellido: la deportista Teresa Portela, que fue perpetuada remando por Daniel Acuña y Víctor Manuel Casal, exalumnos de la Escola de Cantería de la Diputación.

El filántropo verinés José García Barbón fue sentado por Francisco Asorey para contemplar su calle a la sombra de los plátanos de la plazoleta situada bajo Alfonso XIII. Hace más de veinte años fue trasladada a la rotonda de Isaac Peral. Siguiendo en el ámbito de la escultura histórica, en la Alameda está el Casto Méndez Núñez realizado por Agustín Querol sobre un pedestal de Jenaro de la Fuente Domínguez. Este mismo tándem realizó el monumento a José Elduayen y sus cuatro ministerios situado en As Avenidas.

En 1911, por encargo de la Sociedad La Oliva, el escultor Lorenzo Coullaut Valera realizaba el monumento dedicado al poeta Curros Enríquez. Estuvo originalmente en la Alameda, pero después se llevó a O Castro. Ahora volvió a bajar, aunque está en el tramo de Alameda situado frente a la aduana. El mundo de la cultura tiene muchos otros ejemplos repartidos por la ciudad olívica. Desde un premio Nobel, como Camilo José Cela, que Francisco Otero Besteiro realizó para ubicar entre Torrecedeira y Pi y Margall, hasta el homenajeado este año en el Día das Letras Galegas, Francisco Fernández del Riego, situado en la plaza que lleva su nombre y realizada por Álvaro de la Vega.

Pero ninguna de ellas ha tenido peor trato que la dedicada al vendedor callejero de periódicos Manuel Castro, realizada ya hace años por Jandro. Una y otra vez ha sido atacada esta figura, que, para mayor inri, está en pleno centro de Vigo, en el final del Príncipe. No llegó a tanto la dedicada al teniente Javier Quiroga, de Antonio Davila, que estuvo unos días tirada frente a la Comandancia de Marina tras la retirada de las atracciones de feria navideñas. Mucho más protegido esta el busto de Laxeiro, realizado por Xuxo Vázquez, que recibe a los visitantes de la Casa das Artes. Pero, seguramente sea el conjunto dedicado a Julio Verne, de José Molares, el monumento más fotografiado y manoseado de la ciudad por su ubicación junto al malecón del puerto náutico.

Por su parte, en el 2003, Buciños reunió ficticiamente a Cunqueiro, Valla Inclán, Otero Pedrayo y Saramago en Bouzas, su Encuentro imaginativo. El último de los escritores no es el único portugués que tiene representación en la gliptoteca urbana viguesa. En la plaza de Portugal hay sitio para un busto de Luis Camões, realizado por su compatriota Souza Caldas.

También la América latina tiene sus representados en Vigo y, ya es casualidad, todos fueron independentistas. Antón Faílde realizó en 1971 un Simón Bolívar para la calle de Venezuela; el cubano René Negrín esculpió un monumento a José Martí en 1989 para ser ubicado en As Avenidas; Agustín de la Herrán realizó para ese mismo lugar un busto del general argentino José de San Martín; y el general uruguayo Artigas tiene su busto en la calle de Uruguay. Y todavía hay espacio en Vigo para un desertor, Gonzalo de Vigo, de José Molares, en el puerto; un empresario, como Enrique Peinador, también de Molares, en Torrecedeira; y un ingeniero portuario como Eduardo Cabello, en Bouzas.

Pero ninguno de estos casos alcanza la singularidad de una obra ubicada en los jardines de Troncoso de Tui. Allí se puede encontrar el rostro, imaginado por Rosendo González, del padre de la filosofía, Sócrates. Mucho más justificada está la presencia de los bustos de Fray Rosendo Salvado, de Alfonso Quinteiro Alonso; arzobispo Lago, la obra póstuma de Xoán Piñeiro; el Calvo Sotelo, también de Xoán Piñeiro; o el párroco Ricardo García Fernández, de Diego de Giráldez.

En Mondariz-Balneario quisieron rendir homenaje permanente al actor Sancho Gracia, con orígenes familiares en la zona. Lo hicieron a través de su principal personaje, el bandolero Curro Jiménez, firmada por el ubicuo José Molares. En ese mismo remanso termal se recuerda a los Enrique Peinador, padre e hijo, la primera realizada en 1919 por Collaut Valera, y la segunda, más recientemente, por José Molares.

El gran Asorey esculpió la figura del filántropo Félix Soage cerca del palco de la música que aquel acaudalado emigrante donó a Cangas. En esa localidad también hay un autorretrato del escultor Xoán Piñeiro, algo poco común en el parque de monumentos.

Baiona se pueden encontrar varios monumentos escultóricos personales, como el rey Alfonso IX y su caballo diseñado por el tudense Juan Oliveira. La otra referencia histórica de la villa real está dedicada al anunciador del descubrimiento de América Martín Alonso Pinzón y fue realizada por Antonio León Ortega, a través de una donación del Ayuntamiento de Palos de la Frontera. Hace unos años, Manuel Quintas labró en piedra su visión de su amigo Alfredo Rodríguez Míguez, utillero del Erizana.

Alfonso Vilar es el autor del homenaje a Castelao que fue inaugurada en 1987 en la alameda de Redondela. Y en O Porriño, en el 2003 se colocaba ante la casa consistorial la representación del arquitecto Antonio Palacios realizada por Buciños. Cerca de allí, en Herville, Mos, también se puede ver a Óscar Pereiro esculpido por Ralf Jung. Finalmente, en el año 1956, en Ponteareas inauguraban un monumento dedicado al compositor Reveriano Soutullo realizado por el escultor Alfonso Quinteiro.