40 años vendiendo motos en Vigo: «Soy afortunado por haberme dedicado a lo que más me gusta»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

El dueño de Motos Ponte se jubila y la tienda y el taller de Teis cerrarán. El concesionario de Harley-Davidson se traslada a una nave cerca de la avenida de Madrid

06 abr 2023 . Actualizado a las 00:44 h.

El dueño de Motos Ponte, la tienda de motos más antigua de Vigo, se acaba de jubilar. Jorge Ponte García ha terminado su trayectoria laboral y traspasado la concesión de las marcas que gestionaba desde su local de Sanjurjo Badía. El concesionario de Harley-Davidson retomará las riendas del negocio, pero en una nave que está construyendo cerca de la avenida de Madrid, por lo que la tienda de Teis y su taller solo se mantendrán hasta finales de año.

Allí fue donde el padre de Jorge fundó el negocio hace ya 57 años. Llegó con unos amigos desde la localidad coruñesa de O Pino para ver un encuentro de fútbol y se enamoró de Vigo. Con dinero prestado de unos amigos abrió el taller mecánico donde sigue hoy en día. Los primeros meses dormía en el taller y Jorge, siendo muy joven, acudía los veranos a ayudar. Después llegó la venta de motos, con la confianza depositada por grandes marcas y el negocio fue creciendo. Ponte estudió Empresariales y se puso al frente del negocio en 1984. «Me tocó coger el testigo y durante todo este tiempo intentamos hacerlo lo mejor que podíamos y sabíamos», afirmaba el viernes pasado, en su último día de trabajo.

Ha vivido la evolución del mundo de la moto, el esplendor de las marcas españolas fuera de carretera, su posterior declive con la entrada de las marcas japonesas hasta alcanzar el auge antes de la crisis de 2008. Ahora otros gestores asumirán los nuevos retos, con el horizonte de la moto eléctrica, que Jorge considera que tiene bastante futuro en el ámbito urbano, pero no así en las largas distancias por los problemas de autonomía y los altos precios.

«La moto es un artículo pasional. Hemos tenido relevancia por eso, porque en muchos casos fue un objeto de deseo», dice. Reconoce que ha tenido suerte de dedicarse a lo que más le ha gustado. «Considero que he sido un afortunado por trabajar en lo que me gusta, pese a las dificultades que la vida te va poniendo», asegura. Lo que más le gustaba era la mecánica. Prefería estar entre los tornillos que en las teclas del ordenador, «pero alguien tenía que llevar las riendas y me tocó a mi», afirma. Una vez retirado, no descarta ponerse manos a la obra para restaurar alguna moto.

La experiencia más gratificantes ha sido siempre el contacto con el público, las amistades que ha ganado con el paso de los años y sentir la emoción del cliente cuando le entrega la moto que acaba de comprar. «Ese momento en el que le estás explicando cómo funciona y te das cuenta de que no está oyendo porque solo está viendo su moto es muy emotivo», dice. De sus empleados, agradece todo lo que le han ayudado. «Casi una vida hemos estado aquí, más horas que en familia. Nuestra relación es más de compañeros que de jefe a empleado», afirma.

Gracias a su negocio, varias generaciones de vigueses se han iniciado en el mundo de las motos. Recuerda que el cambio legal que permitió conducir motocicletas de 125 centímetros cúbicos con más de tres años de antigüedad en el carné de coche supuso una revolución. Permitió a muchos descubrir las ventajas de este medio de locomoción. «Nos venía gente entusiasmada porque podía ir a casa al mediodía. Le cambió la vida a mucha gente». También aplaude al alcalde, Abel Caballero, por haber hecho de Vigo una ciudad amable para las motos, que se pueden aparcar sobre las aceras, circular por los carriles bus o situarse en espacios adelantados en los semáforos. «La actitud del Concello con respecto a la moto nos ayudó muchísimo», reconoce. Jorge dedicará su tiempo a disfrutar de su jubilación, a viajar con Ángela, su mujer, con la que también descubrirá nuevos lugares en moto. Hace 50 años que se sacó el carné A1 y nunca ha dejado de conducir sobre dos ruedas. Retomará el trial, con el que compitió siendo joven. «Disfruto un montón del trial. Las sensaciones encima de la moto son las mismas que yo recordaba cuando tenía 18 años», afirma.