El bar de Vigo que tiene su Capilla Sixtina

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Los hermanos Sira y José Antonio Carrasco heredaron de sus padres Casa Roucos, una tasca por la que han pasado artistas como Julio Iglesias o Paco Ibáñez. Sobreviven en pleno Barrio do Cura

20 ene 2024 . Actualizado a las 00:46 h.

Si las paredes de Casa Roucos hablasen, quizás no caerían gobiernos, pero sí se derribarían unos cuantos mitos, se desvelarían otros tantos misterios y se conocerían interesantísimos salseos. Los artistas han pasado más horas en el local que abrió Luisa Carrasco en 1953 que en sus estudios de trabajo. Bautizado como Roucos, el nombre de la parroquia ourensana de Cenlle de la que procede la familia de hosteleros, pertenece a ese tipo de establecimientos en vías de extinción en los que los hosteleros se desvivían por la clientela y adaptaban su jornada a las necesidades o caprichos de los más fieles. En un momento en el que el sector maneja a su antojo al público, extendiendo normas como limitar a 90 minutos el tiempo para comer doblando turnos y así sus beneficios en perjuicio del comensal, el Roucos evoca tiempos dorados en los que nunca había prisa.

Allí crecieron José Luis y Sira Carrasco González, dos de los tres hijos que tuvieron Sem y Adela, que se hicieron cargo del negocio cuando se retiró la hermana de Sem tras el fallecimiento de su marido. Han pasado más de 70 años y el local sobrevive al proyecto de urbanización del Barrio do Cura, que se ha llevado por delante a casi todos los vecinos de la zona. Solo quedan cinco inmuebles. 

Odilo, otro de los hermanos Carrasco, dueño de la popular tienda de ropa Confecciones Odilo, que vestía a medio Vigo en sus almacenes de la calle Marqués de Valladares, le pidió a Sem que se fuese con él a trabajar, pero prefería las tareas del campo y mandó primero a su hijo menor a la ciudad. Al final se trasladó toda la familia y el Roucos, en sus manos, se convirtió en uno de los favoritos de la bohemia intelectual urbana. Los primeros en hacer de aquella taberna un segundo hogar fueron artistas como Conde Corbal y otros procedentes de Ourense, entre los que José Luis menciona a Xaime Quesada, Acisclo Manzano, Huete o Vidal Souto. Otro de los asiduos era el periodista y exdirector de Radio Popular Gerardo Rodríguez, que se encargaba de la parte musical y, cuando actuaba en la discoteca Nova Olimpia alguien que le gustaba, «llamaba para saber si se podría hacer aquí una queimada cuando terminasen, que era cerca de la una y media de la madrugada», recuerda. La respuesta era casi siempre que sí. Sira reconoce que muchas veces ya estaban en la cama (vivían en la planta superior), pero que saliesen de ella disparados para atenderles dependía también de que les interesase la visita. Así, por ejemplo, la disposición fue máxima y veloz para atender a Miki el de Los Tonys, Los Pekenikes, Los Canarios, Julio Iglesias... Al internacional cantante, que entonces andaba dando vueltas por el mundo con Un canto a Galicia le hicieron una entrevista y fotos en el Roucos para la revista Mundo joven. «A mí me decían amigas mías si íbamos a ver a Juan Pardo a ver si nos firmaba un disco y yo les decía: ‘Eu non vou, que á noite téñoos na casa'. Me llamaban Sira la fantástica, no me lo creían», ríe recordando momentos privilegiados ya que gracias a ese contacto, ella, con 15 o 16 años, pudo ir a saludar al camerino de la célebre Nova Olimpia a estrellas que le encantaban, como Mari Trini.

El Roucos era una farmacia de guardia del ocio nocturno vigués. «De aquella solo había en Vigo el Bayona, La Guinda, y para de contar», repasa Sira, en cuya casa en ocasiones se alargaba la fiesta hasta las cuatro de la madrugada (y ellos, encantados porque lo pasaban de miedo) entre charlas y cánticos en una taberna con solera donde también estuvieron Paco Ibáñez y muchos otros. Pintores como Laxeiro, Lemos o Xosé Guillermo, entre una larga lista, dejaron buena muestra de su estancia y se puede ver en unas paredes llenas de obras y recortes de prensa enmarcados. «Laxeiro cada año nos regalaba por Navidades un dibujo», cuenta José Antonio en una estancia rebosante de cuadros entre los que se amontonan óleos con flores pintadas con los dedos por una anciana vecina francesa.

Entrar en Casa Roucos es como adentrarse en un templo lleno de tesoros, pero su esencia no es solo su rico pasado, sino sus platos. Sira practica una cocina tradicional que aprendió de su madre, con recetas de toda la vida. El cocido y las filloas tienen especial fama, pero la lista es enorme. Lo que sí ha cambiado, desde la pandemia, es que ahora atienden por encargo. «Si es para pocas personas, siempre se apaña algo, pero para grupos trabajamos con reserva», aclaran. Siguen teniendo clientes «con sona», como el editor Bieito Ledo, el pintor Antón Pulido y los escritores Alfredo Conde y Xosé Luis Méndez Ferrín. Este último, Ledo y Pulido bautizaron el Roucos como la Capilla Sixtina de la gastronomía gallega, revelan los Carrasco.

Desde 1953

Dónde está

Santa Marta, 6. Vigo