Vigo lleva 120 años dando la lata... con mucho arte

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

cedida

La historia de la industria conservera también se explica a través de la apuesta que ha hecho por «innovadoras» imágenes publicitarias

05 mar 2024 . Actualizado a las 01:09 h.

La conservera es una industria fundamental para Vigo, pionera en abrir la economía de esta ciudad al mercado internacional gracias a una capacidad exportadora que viene forjando desde finales del siglo XIX. En este 2024, la asociación fundada en Galicia y que representa a todo el sector nacional, Anfaco, celebra su 120 aniversario. Revalida su título como la segunda organización empresarial con más memoria de España y mantiene el liderazgo en Europa como gran potencia de producción de pescado en lata. Actualmente se calcula que mueve un volumen de negocio que ronda los mil millones de euros.

Galicia y Vigo en particular han tenido mucho que ver en semejante evolución. La trayectoria de empresas como Curbera, Massó, Albo, Orbe, Cerqueira o Antonio Alonso es bien conocida, pero no tanto la huella que han dejado todas ellas y muchas otras en el mercado publicitario. «Fueron una auténtica revolución en la época y conforman «una parte significativa del patrimonio visual de nuestra cultura», considera Juli Molares Cardoso, docente en el grado de Publicidad y Relaciones Públicas y directora del área de Imagen de la Universidade de Vigo. «Este tipo de soporte siempre ofrece un valor histórico y artístico a tener en cuenta», precisa.

Anfaco atesora un amplio catálogo (en parte digitalizado en alta calidad) de los anuncios de las enlatadoras que constituye un paseo nostálgico por esta industria. El estudio Las conservas y la publicidad en la colección del Museo Anfaco refleja cómo las empresas, buscando protección frente a la competencia, desarrollaron una auténtica cultura comercial en los envases, pinturas, anuncios y carteles promocionales. «Fue en los primeros años del siglo XX, cuando los conserveros gallegos se independizan de los distribuidores franceses y acceden directamente a los mercados internacionales. Entonces, se afianza la relación con los clientes y la marca propia comienza a adquirir importancia a través, de técnicas del márketing y publicidad», dice en libro la autora, Mariña López Rodríguez.

«Una experiencia de 40 años en la fabricación de conservas hace que nuestro nombre sea hoy en día garantía de calidad», presumía Massó en un panel que ilustraba a una pareja observando con lupa una lata. La que fue la mayor conservera de Europa, con fábricas en Cangas y Bueu, proyectaba en toda España el nombre de Vigo, donde se encontraban la casa central y las oficinas. También el extinto negocio fundado por José Ramón Curbera desarrolló una identidad publicitaria propia, empleando fotografías de Vigo y promocionando localizaciones de la ciudad.

Iconos de la marca comercial más icónica de Antonio Alonso, Palacio de Oriente. La lata roja es un clásico para conservar el género más selecto. La figura de El Vigilante ha acompañado varias generaciones hasta hoy en día.
Iconos de la marca comercial más icónica de Antonio Alonso, Palacio de Oriente. La lata roja es un clásico para conservar el género más selecto. La figura de El Vigilante ha acompañado varias generaciones hasta hoy en día. C

«Desde el punto de vista del diseño gráfico, estos carteles establecen una jerarquía visual básica y efectiva, basada en la simetría y la proporción, sin arriesgar en ninguno de los principios del diseño gráfico. Además, suelen incluir ilustraciones detalladas y cuidadosamente elaboradas que intentan representar los productos de una forma lo más fiel posible», analiza Juli Molares, quien considera que se trata de acciones «innovadoras» para su época. «Si bien los estilos y las tendencias en diseño gráfico han evolucionado con el tiempo, estos carteles históricos presentaban elementos visuales y estéticos que intentaban ser atractivos para su público en ese momento», continúa la directora de Imagen en la UVigo. La figura del Vigilante es un buen ejemplo. El icono de la conservera fundada en 1919 por Justo López Valcárcel se conceptualizó a mediados del siglo pasado y ha logrado mantenerse a lo largo de las generaciones hasta hoy. Un hombre de barba blanca protegido con un chubasquero amarillo ante un faro que alumbra en su dirección ya era protagonista de las primeras latas de sardinas españolas «in pure olive oil» que Valcárcel exportaba desde Vigo hacia Europa con el distintivo «Product of Spain».

Otra ilustración icónica es el palacio que identifica los productos del buque insignia de Conservas Antonio Alonso, Palacio de Oriente. La matriz ostenta el título de ser la más antigua de España que sigue en activo. A lo largo de los años ha mantenido su distinción con la lata de color rojo que atesora el género más selecto de su catálogo. Antes eran las sardinas y ahora son lomos de bonito del norte en aceite de oliva los que se conservan «en la de siempre, la lata roja». «En relación a los colores, la tipografía empleada y el mensaje, estos carteles se caracterizan por un marcado estilo artístico y el uso de contrastes tanto en tono como en color», descubre Molares.

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Cuatro letras entre exclamaciones sirvieron a la conservera fundada por Bernardo Alfageme para obtener reconocimiento a nivel nacional e internacional y producir hasta 150 millones de latas al año: ¡Miau! La principal marca de este grupo vigués mostraba a tres gatos que miraban con ojos de deseo una lata de sardinas que parecía inalcanzable.

Publicidades de Albo y Cerqueira protagonizadas por mujeres. La primera de las conserveras fue pionera a la hora de diseñar páginas publicitarias con recetas y recomendaciones para el consumidor.
Publicidades de Albo y Cerqueira protagonizadas por mujeres. La primera de las conserveras fue pionera a la hora de diseñar páginas publicitarias con recetas y recomendaciones para el consumidor. C

La marca Pay-Pay de Cerqueira fue otro ejemplo de éxito. Y Albo, con su publicidad disruptiva: de carteles que anunciaban su clásico atún claro con mujeres y el eslogan «conserva su línea» evolucionó a promociones sofisticadas en medios de comunicación con productos ya entonces ready to eat, como el marmitako.

Precisamente, el papel de la mujer es capítulo aparte dentro de la publicidad de la industria conservera. Casi siempre fue reclamo publicitario y evolucionó del papel clásico al más moderno (entonces) con la llegada de la cultura pop.

Anfaco-Cecopesca, una entidad singular

Roberto Alonso

Desde su fundación, el 28 de febrero de 1904, Anfaco-Cecopesca ha labrado una historia que va más allá de ser una mera crónica empresarial del sector transformador de pescados y mariscos. Surgida como una pionera iniciativa colectiva de industriales conserveros de la ría de Vigo, ha enfrentado desafíos que necesitaban de la unión, citando un primer éxito de lobi la inclusión de la hojalata y el aceite de oliva en la Ley de Admisiones Temporales de 1888. El primero de muchos. Estas experiencias tempranas sentaron las sólidas bases para una acción asociativa que ha ido evolucionando con rigor técnico y objetividad. Conforme se sucedía el crecimiento de la industria, lo hacía la entidad. Primero en el ámbito de Galicia en 1918 y posteriormente por España, en 1977. Anfaco emergió como un pilar para el desarrollo del sector, resistiendo crisis, conflictos bélicos y abrazando la tecnología.

Es una entidad singular. Para mí, el año 1949 marcó un punto de inflexión. Nació el Departamento Técnico y de Investigacón que permitió anticipar el control de calidad y la seguridad alimentaria. Emergió como una herramienta única en aquellas fechas. Esta faceta fue desarrollándose hasta que en el 1994 nació Cecopesca, que con el paso del tiempo se convertiría en un centro tecnológico nacional. La apertura del Centro de Tecnologías Avanzadas de Investigación para la Industria Marina y Alimentaria (Cytma) en el 2016 permitió consolidar su trayectoria, todo un paso hacia el futuro. Aquella incipiente visión sectorial tuvo éxito, uniendo empresa y conocimiento, uniendo Anfaco y Cecopesca.

A lo largo de los años, la entidad ha ido adaptándose al sector mar-alimentario. Los asociados asumieron las tradicionales técnicas de conservación por calor empleadas en la conserva, posteriormente las de frío y ahora opera con las conocidas como técnicas emergentes, como altas presiones. Todo ello facilitó que Anfaco desarrollase su actividad con permanente vocación de servicio a la unión, a todo el sector que representa. En la actualidad, suponen más de 255 empresas asociadas, un volumen de facturación superior a 11.600 millones de euros y 24.600 empleos. Estos datos exigen responsabilidad con la industria y sus trabajadores, como negociadores del convenio colectivo que aglutina a conservas, semiconservas, salazones, ahumados, aceites y harinas o preparados de pescados y mariscos, entre otros.

La apuesta diferencial por la excelencia y la necesidad de la empresa es nuestra razón de ser. A nivel analítico, los laboratorios apostaron por la competencia técnica consolidándose como espacios especializados en productos de la pesca del sur de Europa. En los últimos diez años, se han realizado más de 1,3 millones de análisis. Pero ello no podría conseguirse sin la I+D+i continua, con más de 300 proyectos desarrollados que movilizaron más de 260 millones de euros. En este sentido, se creó una cátedra Anfaco en 1996 con la Universidad de Vigo, a través de la cual se imparte el Máster en Ciencia y Tecnología de Conservación de Productos de la Pesca.

La entidad, además, colabora con las administraciones, ocupando puestos en consejos consultivos de la Unión Europea, asociaciones, plataformas, clústeres o grupos de trabajo. Porque este conocimiento técnico se aprovecha para seguir defendiendo al sector y conseguir éxitos colectivos, como la petición de un Perte Mar-Industria, contingentes arancelarios autónomos, influyendo en los acuerdos comerciales, promocionando el consumo o luchando contra el fraude en el mercado. Entre otras acciones, destacaría la reciente campaña contra el fraude de los productos veganos de imitación con Anice y Avianza. También recuerdo nuestro proyecto Selatún, que hace una década demostraba el beneficio del contenido de selenio en túnidos, y que por tanto debían revisarse los límites de mercurio impuestos en normativa comunitaria. Todo llegará.

Mirando hacia el futuro, la asociación ha trazado un plan estratégico hasta el 2026. Consolidará la trayectoria, con el objetivo de ensanchar la unión a todo el complejo mar-alimentario, ampliar la base asociativa y demostrar que con un Anfaco-Cecopesca fuerte ganan las empresas, el sector y mejorará nuestro acceso a la ingesta de pescados. Al menos, cuatro días por semana.