Adiós a Magicolor, una de las últimas tiendas de fotos de Vigo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Laura González se jubila tras 40 años de trabajo, 24 en este local de García Barbón

24 mar 2024 . Actualizado a las 23:29 h.

Laura González Aguirre está literalmente a cuatro telediarios de cerrar las puertas de su tienda de fotos y abrazar la jubilación a la que tantas ganas le tiene. Tras 40 años trabajando (24 en su establecimiento actual), considera que se ha ganado el descanso merecidamente a pesar de que le encanta lo que hace. Su tienda, Magicolor, en el 101 de la avenida de García Barbón, bajará la verja para siempre el próximo 27 de marzo. Mientras tanto, se aplica sin descanso para dejar zanjados todos los encargos, pero aunque aún le queda un montón de tarea pendiente y lleva un mes frenético en el que a pesar de que ya no recoge más pedidos, le queda mucho por hacer.

Laura tenía una tienda de fotos en su Montevideo natal que había montado junto a su entonces marido, pontevedrés al que conoció en Uruguay. Ya con dos hijos regresaron a España y continuaron en Vigo el mismo negocio al que llamaron Magicolor, aunque lo llevó ella sola desde el año 2000.

Desde hace unos meses, Laura ha puesto una pizarra de calle, como las que usan los restaurantes para anunciar su menú del día, en el que ella advierte de su inminente marcha y de la posibilidad de traspaso del negocio. «No ha habido suerte», lamenta sobre este particular. «Vino una persona interesada en seguir como tienda de fotos, pero pensaba abrir de lunes a viernes por la mañana y así, no da. Para redondear el balance mensual hay que trabajar los fines de semana haciendo bodas y celebraciones varias», explica sobre un sector que ya no es lo que era.

«Antes había en Vigo entre 30 y 40 tiendas de revelado de fotografías. Ahora deben quedar menos de cinco», calcula. La profesional explica que alrededor del revelado había muchas cosas más para facturar: álbumes, marcos, fotos de estudio, fotos de carné, cámaras de fotos, carretes, carruseles de diapositivas, flashes, etcétera. Todo eso se acabó a nivel masivo, aunque Laura detecta una tendencia de vuelta, que no solo llega del público analógico, sino de jóvenes que están descubriendo las cámaras porque se han topado con ese mundo de casualidad, al encontrarse con ellas en casa de sus padres. «Pero es que ahora los carretes cuestan una media de 13 euros cuando yo, antes, vendía tres por menos de 9 euros. El revelado también ha subido, pero no tanto», explica.

La escasez de tiendas de este tipo hace que tenga clientes que llegan a la suya desde la otra punta de Vigo. No solo porque no haya más en varios kilómetros a la redonda. Laura se ganó la confianza de su clientela con trabajo, experiencia y capacidad para actualizarse y manejarse con los álbumes digitales y otros servicios que conllevan las nuevas tecnologías. «Hubo otros compañeros que no fueron capaces o no vieron que había que ir con los tiempos y terminaron cerrando», asegura mientras gestiona uno de los últimos envíos al laboratorio.