«A mis 80 años, sigo estudiando la ley cada día. La pereza no va conmigo»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

La primera abogada colegiada de Vigo apoya a su hija en el despacho y está al tanto de cambios normativos: «Somos artesanas del Derecho. Esto tiene mucho de oficio»

21 abr 2024 . Actualizado a las 01:10 h.

Suena el teléfono en el despacho del número 86 de la calle Urzaiz, donde los expedientes se acumulan en las estanterías. Los documentos guardan décadas de trabajo de quien fue testigo del desarrollo normativo de la democracia. Muchas de las llamadas siguen reclamando a la primera abogada colegiada de Vigo, a la que interpelan los colegas que fueron antes alumnos. Con 80 años, lo que más le interesa a Romana San Luis es estudiar los casos relacionados con su especialidad, el Derecho Civil Clásico, en el que es una referencia y del que se confiesa enamorada. «Muchos compañeros siguen llamando a ver si están atinando bien con el caso. Mi madre fue su maestra», explica la descendiente, Romana Pacín San Luis, que es quien atiende a los nuevos clientes.

Cuando la letrada pionera se colegió, en los años 60, en España las mujeres no podían acceder a la judicatura. Tampoco tener cuenta bancaria propia, y mucho menos divorciarse. Sobra decir que Romana San Luis tampoco reparó mucho en las limitaciones. Siguiendo la estela de su padre, secretario judicial en Vigo, estudió Derecho, aunque fue su madre quien le enseñó a no conformarse. «Desde que yo era muy pequeña, mi madre me decía: ‘Tú vas a ir a la universidad’. Yo ni sabía lo que significaba aquello». Estudiante diligente, superó sin problema la carrera e incluso se planteó ser registradora. «Soy muy memoriona, pero después de la carrera me casé y tuve cuatro hijos muy seguidos, en esa época me resultaba complicado sacar las oposiciones».

Se colegió en 1967 con dos padrinos amigos de su padre que no quisieron perderse el momento histórico que estaba protagonizando Romana San Luis. «Yo no era consciente de lo que suponía porque ya tenía vinculación de la profesión por mi padre. Me pareció normal ser abogada, pero cuando empecé a ir al juzgado fue cuando me encontré sola entre todos aquellos hombres vestidos de negro». Su amiga Charo Barros, que fue la primera procuradora en Vigo, fue su apoyo. Cada verano, conserva la costumbre de juntarse en una comida con los compañeros de promoción. 

«Portamos el gen de rebatir»

El país ha cambiado, también la profesión, pero esta abogada sigue subiéndose cada día a sus tacones, a los 80 años, para ir a trabajar al despacho: «No lo puedo dejar, no me puedo separar de mi Código Civil. Echo una mano a mi hija y veo modificaciones de la ley que van saliendo. Este Gobierno tiene diarrea legislativa, hay que estudiar todos los días». Solo dejó de ejercer la abogacía cuando nacieron sus niños, momento en que impartió clase en la academia Aloya y en la Escuela de Práctica Jurídica, donde formó a colegas de profesión. «Hay que tener memoria, pero es un oficio, la experiencia es tan necesaria como conocer la ley». Volvió al despacho tras quedarse viuda, con 36 años, y convertirse en el sustento principal del hogar.

Roma, como se conoce en la familia a Romana Pacín San Luis, heredó la pasión de su madre y suma ya tres décadas como abogada. «Somos artesanas del Derecho. Tenemos un despacho pequeño, para particulares, con trato muy personal con el cliente que viene muchas veces a verte y al que escuchas sin límite. Esto lo comparas con grandes despachos que hacen reclamaciones a tutiplén y es muy diferente».

La práctica del oficio ha cambiado. Antes los juicios se celebraban casi en su totalidad por escrito, ahora es fundamental el relato oral, y son distintos los asuntos que se dirimen en los tribunales. «El Derecho Civil Clásico, del que estoy enamorada, ha pasado a la historia. Ahora tenemos la legislación de la Unión Europea, hay nichos de trabajo que antes no existían. Para mí el tema de las preferentes es incomprensible. Nosotros trabajábamos con el precepto de que a cualquier cosa que uno se obligaba, quedaba obligado», explica la veterana. Asegura Roma Pacín que lo que no ha cambiado son algunos techos de cristal. «Cuando piensas en un penalista de referencia, la gente no se imagina a una mujer, hay mucho que pelear todavía». Hoy, muchas abogadas no pueden disfrutar su baja de maternidad y tienen que suspender su permiso porque no le aplazan procedimientos.

La pasión por el Derecho que sienten estas mujeres no han conseguido trasladarla a las siguientes generaciones, que han elegido otras trayectorias, sin perder «el gen de rebatir», como lo llama Roma. «A la hora de la comida, hablamos de temas legales, somos cansinos», reconoce la hija, que añade: «Recuerdo cuando tuvieron que ‘matar’ a una señora dos veces en el juzgado porque apareció un testamento con fecha posterior a la que figuraba como fecha de fallecimiento». Conviven en la tarea del despacho y en casa, donde cocina Romana San Luis. Quien hizo historia en el oficio mantiene intactas sus capacidades culinarias, igual que las intelectuales. «No me veo especialmente vital, pero la pereza es un pecado capital que no va conmigo», aclara.

Su canción favorita

R. SAN LUIS: «Brindis de la Traviata», de Verdi. «Me gusta porque es una canción muy alegre y muy bonita. Todos querríamos saber cantarla».

R. PACÍN: «Quiénes somos, de dónde venimos», de Siniestro Total. «Soy educada en los años 80 en Vigo, mi referente es el punk vigués».