Alejandro Amenábar: «De niño lo que más miedo me daba eran las películas de suspense»

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ANDER GILLENEA

Amenábar hoy disfruta asustándonos, pero no fue siempre así. El pequeño Alejandro, el mismo que sufría en la oscuridad, se hizo mayor y alcanzó el éxito en ella. Nos atiende desde su casa recién llegado de San Sebastián, un festival que abrió a golpe de ritual satánico. «Regresión» es su última criatura.  

03 oct 2015 . Actualizado a las 13:00 h.

No es muy supersticioso, pero Amenábar reconoce que hubo una época en la que llevó algún que otro amuleto en la muñeca, para curarse en salud. Consciente de su trepidante salto al estrellato dice que siempre intentó mantener la calma, para que el fulgor de Hollywood no le cegase. Y es que es eso, la paz, lo que le define. Un mantra que se lleva a sus rodajes, donde no soporta gritar ni que le griten. Coge el teléfono y nos cuenta que, en la vida, a veces viene bien saltarse el guion.

¿Cómo nació ?Regresión??

Yo quería hacer una película de género de suspense hace ya años. Pensé en posibles temas o excusas argumentales y me pareció que era interesante el del diablo o el del satanismo. Porque había películas, sobre todo de los 70, que me habían gustado mucho como El exorcista, La profecía, La semilla del diablo... Y estuve dándole vueltas. Lo aparqué un poco hasta que encontré el anclaje con algo muy real, y por otro lado que me permitía hablar también sobre la mente, que es el ritual satánico. De esa manera pude conjugar mi película sobre el diablo y también hacer una película sobre la Psicología.

¿Y tú crees realmente en las regresiones mediante hipnosis?  

Yo lo que creo es que la mente es más compleja y a la vez más imperfecta de lo que pensamos, en el sentido de que lo que pensamos es que es como un ordenador que almacena una serie de sucesos de un modo rígido e inflexible, que unos se borran y otros no. Pero no nos damos cuenta de que la mente, y en concreto la memoria, se moldea. En mi caso con mi hermano, vemos que al volver a los mismos momentos del pasado, los dos tenemos recuerdos totalmente distintos. Ese recuerdo ha evolucionado, se ha perdido, se ha bloqueado, se ha transformando... Es decir, la mente puede con nosotros. Y eso es lo que quería investigar en la película.

Y si pudieses volver al origen de todo, ¿volverías a ser Alejandro Amenábar, el director?

Eso es algo que todos nos planteamos alguna vez. Yo creo que sí, ¿no? Tendría que ser una vida muy desgraciada y muy frustrante para querer haber tenido otra. Yo me siento muy afortunado de haber tenido la familia que he tenido, los amigos que he tenido y, por supuesto, de poder dedicarme a lo que me gusta.

Una de las cosas que más os costó fue vestir a Emma Watson, porque dijiste que es un referente de moda y que «no se le puede poner cualquier cosa». ¿Tanto condiciona el actor?

Hace poco una estilista me decía que iba a estrenar su primera película, y que si yo le podía dar un consejo. Y yo le di uno que de hecho he dado a más gente: que esté contenta la estrella. Cuando estás trabajando con gente que representa el glamur, independientemente de la recreación del personaje, tienes que tener muy en cuenta cómo favorecerle. Por ejemplo, las exigencias del guion eran exactamente las contrarias, pero estoy pensando en Nicole Kidman para Los Otros, que también había que encontrar algo que fuera austero pero que marcara su línea.

Debes de hacerlo bien esto de tener a la estrella contenta, porque todos dicen que tus rodajes son tranquilos y con cariño. ¿Qué te hace a ti perder los nervios?

Intento mantener la calma hasta el último minuto porque el rodaje ya es una lucha contrarreloj, y todo el mundo se estresa mucho, porque se invierte en cada minuto de rodaje mucho dinero. Entonces intento, para dar solución del modo más objetivo posible, que todos mantengamos la calma. Aparte no me gusta trabajar en un mal ambiente, no me han gustado nunca los gritos ni los malos modos. No me gusta ni darlos yo ni que los den mis compañeros.

Y hablando de Los Otros, ¿cómo te quedaste cuando supiste que Tom Cruise quería producirla?

Es emocionante para cualquiera que se dedique o se quiera dedicar a esto. Que alguien tan fuerte o tan poderoso dentro de la industria manifieste interés y, sobre todo, que Nicole también estuviera interesada en hacer la película, es emocionante. Pero seguí en la línea que te decía antes, lo que intentaba era siempre mantener la calma e intentar que el fulgor de Hollywood no me cegara. Ver qué era lo mejor para la película.

¿De dónde viene esa forma tuya de volcarse en el miedo? Creo que un recuerdo de tu infancia se basa en eso, en el miedo que pasaste una noche en un internado.

Esa fue una de las noches en las que tuve que vencer el miedo. Sí, es verdad, porque se acuerdan mis padres de eso, que yo era un niño muy miedoso. Y, por encima de todo, lo que más miedo me daba eran las películas

¡Pues vaya!

Sí [se ríe], pero a la vez no sé si por masoquismo, o por enfrentarme a los miedos o por la seguridad que te da estar al otro lado de la pantalla, era aficionado a las historias de misterio. Y al hacerlas no solo me he ido enfrentando al miedo. Mis películas me han servido para enterrar los miedos.

¿Y qué te tranquiliza? ¿Tienes algún ritual o pensamiento del que eches mano cuando te invade el pánico?

Bueno, una de las cosas que trata la película es precisamente eso, encontrar el foco del mal. Lo que hay que hacer es liberarse del miedo y plantear las cosas con objetividad. No soy especialmente supersticioso, aunque sí tuve una época, cuando era estudiante, en la que por las supersticiones llevé algo en la muñeca, algún amuleto...

Y conseguiste vivir de contar historias. ¿Cuáles les contabas a tus compañeros en el patio del colegio, que los tenías a todos reunidos para escucharte?

Bueno, les contaba historias, precisamente películas. Les desvalijaba películas que había visto, y ahora sé que no solo contaba la historia, sino que muchas veces explicaba cómo estaba rodada, cómo era la imagen que yo había visto. Sin utilizar el lenguaje técnico, estaba armando en mi cabeza el discurso de cómo se rueda una película.

¿Y te ha quedado alguna historia en el tintero por contar? ¿Alguna cuenta pendiente?

Alguna historia hay, algún guion. Pero sobre mí, lo que hago es evadirme, mis películas tienen poco que ver con mi vida. Precisamente lo que intento es irme a otro sitio y con otra gente. Te diría que no tengo nada pendiente, porque generalmente lo que voy haciendo es lo que me queda siempre pendiente, es decir, las películas las planteo por orden de preferencia. Prefiero hacer esta película antes que hacer otra y a lo mejor morirme pasado mañana y no haber dejado de hacer esta. Es decir, siempre cuento la historia que necesito contar. Por eso de momento no me voy dejando historias en el tintero.

¿Actor o actriz españoles con quien te gustaría trabajar?

Me gustaría volver a trabajar con Javier Bardem o con Penélope, ahora acabo de trabajar con Quim Gutiérrez que es fantástico... Me encanta Concha Velasco.

Yo sé que casarte no entraba en tus planes, pero, ¿a veces en la vida también tenemos que saltarnos el guion para llegar a un buen final?

Sí, yo creo que está bien concederse ese margen de improvisación y, por qué no, sorprenderte a ti mismo con algo que no esperas. Forma parte del cine, y por qué no de la vida.