Y tú, ¿qué tipo de compañero de piso eres?

La Voz TEXTO: LAURA G. DEL VALLE / ILUSTRACIONES: PAULINO VILASOA

YES

paulino vilasoa

Si aún crees que eras el único normal de tu casa, en YES te descubrimos que todos (todos) cojeamos de algún pie en la convivencia. Descubre, por fin, cuál es tu talón de Aquiles

21 may 2016 . Actualizado a las 10:02 h.

Hay experiencias en la vida que dejan un poso difícil de olvidar por muchos años que pasen y, sobre todo, por muchas veces que se recuerden en las cenas de Navidad. No me refiero a aquella vez que decidiste probar un combinado denominado «termita» una de tus primeras noches de juerga; tampoco a aquella ocasión en la que, por no complicarte, te pareció buena idea que tu camisa blanca favorita adoptara un tono rosado tan de moda en el verano del 2008. No. Sin embargo, estas proezas y otras similares sucedieron seguro en un momento de tu vida que anhelas con la misma nostalgia que hastío: los años que compartiste piso. 

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Además de una necesidad, para muchos gallegos vivir con otras personas se convierte en el momento en el que descubren lo mucho que en realidad le gustaba la menestra de mamá, que ahora los hornos vienen con función armario incorporada o que, por lo visto, los carteles de helados son el último grito en decoración del hogar. Pero, sobre todo, cuando uno inicia esta aventura llega a la conclusión de que la humanidad es compleja. Compleja y maniática. Compleja y Diógenes. Compleja y maestra de Don Limpio o incluso puede llegar a ser compleja... e invisible. Del surrealista mundo de la convivencia -sobre todo durante los años mozos- da cuenta el libro El compañero de piso de mierda: Guía de supervivencia para compartir casa, toda una biblia para los feligreses de este modus vivendi -léase eternos estudiantes de entre 22 y 30 años cuyo familiar más allegado es la abuela de la fabada Litoral y que identifican el paraíso con una cama de matrimonio- y una advertencia para cándidos e inocentes jóvenes que aún están a tiempo de arrepentirse de los insalubres años que les esperan.

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Un momento. ¿Has leído todo esto y te parece que no cumples nada de lo descrito anteriormente? Entonces es más que probable que, aparte de que no te va a gustar lo que vas a leer a continuación, ahora mismo no te concentres en este artículo porque los pies de tu pareja están aposentados en esa mesa que con tanto esmero limpiaste hace dos horas. Vamos, que si nada ha cambiado desde que eras estudiante, sigues siendo un tiquismiquis de primera.

Mientras cotilleabas con la empollona de Elena lo descuidado que era Pablo, tú también estabas siendo catalogado. Y es que todos somos carne de etiqueta. Casi de la que uno quiera, estilo Groucho Marx: «Esta es la categoría en la que te meto, pero si no te gusta tengo otras». Vamos, que si además de tener una loca obsesión por los tápers -has llegado a guardar una croqueta y media- tienes todo el día a tu novia metida en casa, puedes formar parte del perfil de «compañero de piso mochila», o si tu afición favorita es ver la vida pasar desde el sofá enfundado en una «batamanta», tendrás un hueco entre los compañeros oruga.

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Pero si aún sigues creyendo que tú eres único, diferente y especial, te recomiendo que, sin más dilación, abras el grupo de WhatsApp «piso 2008» y saques a relucir este artículo. Te sorprenderá lo que puedes llegar a descubrir.