Toda la vida trabajando juntos

Sandra Faginas / Patricia García / Tania Taboada

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MARCOS MÍGUEZ

ES OTRA LOTERÍA Encontrar a un buen compañero con el que pasar 20, 30, 40 o 50 años codo con codo. En la mayoría de los casos la relación se estrecha tanto que acaban siendo parte de la familia. «Me lleva en la cartera como a sus hijas», «Con solo mirarnos ya sabemos lo que pasa»... Son otras parejas de hecho.

09 jul 2016 . Actualizado a las 05:45 h.

«Somos como un matrimonio sin sexo... o sea, como un matrimonio»

Belén tenía 21 años cuando entró por la puerta de la peluquería de María. Y desde entonces han pasado otros 21 más. Su jefa en aquel momento estaba a punto de dar a luz a su segunda hija y necesitaba una persona formal, responsable, que atendiese bien a sus clientas durante el período de baja. Belén, confiesa María, fue su candidata porque conocía bien a su madre. «De mí no se fiaba», bromea a su lado la que se ha convertido en su fiel aliada. Se entienden con la mirada después de tanto tiempo trabajando codo con codo en un espacio reducido. «En otro tipo de empresa más grande si tienes un roce con un compañero te levantas y vas a otro lado, pero al estar dos en un espacio tan pequeño no te queda más remedio que comerte el enfado o arreglarte al minuto», dice Belén. María valora esa fórmula mágica del conocimiento mutuo como lo que les resuelve a ambas diariamente: «Muchas veces solo digo: ‘dame eso’, y ella ya sabe a lo que me refiero». Sin embargo, ni María ni Belén cumplen el tópico de «nos complementamos». Si una dice blanco, la otra dice negro y si una quiere peinar de una manera la otra se opone. «Yo tengo más paciencia», dice María, «así que a estas alturas ya sé cómo son los tiempos de oxigenarnos».

MARCOS MÍGUEZ

¿Cuál dirías que es vuestro secreto? «Está muy claro -se atreve Belén- ella me paga y yo soy la jefa». Las dos se echan a reír y María da un paso más: «Somos como un matrimonio sin sexo... O sea, como un matrimonio». Esa buena relación se forjó en los primeros días de conocerse. Belén se quedó al cargo del negocio, sola, en plenas Navidades que es cuando en la peluquería hay más trabajo. «Cuando volví de la baja -dice María- ella había adelgazado 18 kilos». «Fue el estrés, yo era una niña y quedarme sola fue la prueba de fuego, desde entonces lo que me echen». María es para Belén una segunda madre, a ella le cuenta todo y en estos 20 años también ha ayudado a criar a las hijas de su jefa. «Mira si me quiere que hasta me lleva en la cartera», la pica Belén. «Al final, es otra hija más», se la devuelve María. Y como la quiere tanto, ya está pensando en su futuro para que el negocio quede en sus manos. Para que luego digan que 20 años no es nada.

«Lo sabemos todo el uno del otro»

Carlos González y Chus Tato llevan casi media vida trabajando juntos en la farmacia Castro, en la calle Santiago Rey Fernández-Latorre, en A Coruña. Exactamente 24 años. El primero en llegar fue Carlos, de 57 años, uno de los más veteranos: «Me acuerdo perfectamente de cuando empecé a trabajar porque fue el año en el que nació mi hija, y también porque se celebró el Mundial de Fútbol de 1982, el de ‘Naranjito’». De la década de los 80 es también Chus, de 50 años, aunque tardó un poco más en incorporarse a la plantilla. «Al principio éramos muy poquitos en la farmacia, creo que cinco compañeros; ahora somos 20!». Juntos y con el uniforme blanco y azul puesto echan la vista atrás para recordar sus comienzos. «¡Conectamos desde el principio! En lo primero en lo que me fijé de Carlos fue en su forma de trabajar, en su trato con las personas, y me acuerdo que traté de imitarle. Ahora reconozco que me da seguridad cuando trabajamos juntos en el mismo turno».

 

MARCOS MÍGUEZ

«MÁS DE 20 AÑOS»

Carlos también tiene halagos para su compañera: «Chus tiene unas facetas que yo no domino. Eso hace que los dos nos compenetremos muy bien, que nos pidamos consejo y nos apoyemos el uno en el otro a la hora de trabajar». Cuando los turnos y la carga de trabajo lo permiten -Carlos es un clásico del horario nocturno-, se ponen al día de su vida. «Casi casi lo sabemos todo el uno del otro». Reconocen que el roce hace que a veces haya algún enfado. «Lo normal en cualquier trabajo». Los dos son muy conocidos en la farmacia. Muchos coruñeses de la generación de «Sensación de Vivir» han crecido con ellos. «Mucha gente que viene de siempre sigue queriendo que la atienda Carlos y eso es algo que admiro mucho de él». Chus cree que en todo este tiempo han madurado y crecido juntos: «Los dos nos hemos apoyado y nos hemos ido adaptando a todos los cambios que hemos experimentado desde que empezamos a trabajar juntos en la farmacia. ¡Más de 20 años dan para mucho!».

«Nos entendemos con tan solo mirarnos»

El sector textil los unió a finales de los años noventa y su buena sintonía laboral hizo que no se separasen. Tanto es así que Carlos Piñeiro (Lugo, 1944) y Fernando Méndez (Outeiro de Rei, 1960) siguen en un negocio después de casi 50 años trabajando codo con codo. Ni están cansados el uno del otro ni por asomo imaginan separarse. Ambos afirman que forman el engranaje perfecto para que el negocio funcione. Se conocieron en una boutique lucense en la que Carlos trabajaba como empleado a la vez que se encargaba de la contratación de personal. Un día Fernando entró en el establecimiento a dejar su currículo.

 No le hizo falta una segunda oportunidad, porque ya causó la impresión suficiente al entrar por la puerta y pronunciar sus primeras palabras. Tenía por aquel entonces, 16 años. Fue a hacer el servicio militar y al regresar, empezó de inmediato a trabajar en la boutique. En aquella tienda fueron compañeros varios años hasta que en 1981, Carlos decidió hacerse autónomo y montar su propio negocio. No dudó en llevarse a Fernando.

ALBERTO LÓPEZ

 «NUNCA DISCUTIMOS»

Nació por aquel entonces Garyson, una boutique dedicada a la confección de caballero en gama alta y que se encuentra actualmente ubicada en la calle Xoán Montes, en pleno centro de Lugo. «Fernando é da casa. Non o considero empregado. Somos compañeiros. Ten as mesmas chaves que teño eu. É unha persoa da miña total confianza. Se un día estou enfermo ou non podo ir a traballar estou moi tranquilo porque sei que todo funciona igual», explica Carlos. Por su parte, Fernando está encantado y se siente en su propia casa. «Son muchos años juntos y nos entendemos con tan solo mirarnos. Nunca discutimos. Es mi jefe pero es como si fuese un compañero más», concluye.