«A veces me veo en algunas fotos y pienso: Ya me gustaría ser así»

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Bernardo Doral

Se confiesa poco lineal y muy despistada. Leonor Watling, que ha vuelto a la tele con «Pulsaciones» y actúa hoy con Marlango en Pontevedra, cree en la ciencia y en el «superpoder» de la poesía para hacernos volar. «¿Crisis de los 40? ¡Estoy viva!, la otra opción me parece mucho peor»

04 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras 17 años, Leonor Watling (Madrid, 28 de julio de 1975) ha vuelto a la tele con Pulsaciones. A acelerar latidos. ¿Qué tal el regreso?, pregunto a la actriz y voz de Marlango, que actúa hoy en Pontevedra. «¡Bien! Cuando me llegó el guion de Pulsaciones y vi quién estaba involucrado me encantó. En realidad -cuenta- uno va trabajando en las cosas que tiene la oportunidad de hacer; el formato es secundario. Lo que a uno le gustan son los proyectos». Es intensa, mordaz, «poco lineal» y va curtida en crisis. «¿La de los 40? En principio no hay nada que cambie al cumplirlos, pero lo has oído desde pequeña: ¡los 40! Yo tengo todas las crisis del mundo. La de los 30, la de los 40, la de los lunes, la de enero, la de septiembre... Pero tiendo a relativizar. Estoy contenta de haber cumplido 40, es que si no estaría muerta. Y esa opción me parece mucho peor». Habla y se ríe con fuerza, sin miedo a romperlo todo. Lee Fractura de Philipp Blom («Es deprimente... no, ¡lo siguiente!, pero invita a pensar que hemos ido a mejor») y repara en la importancia de los pronombres y las comas. ¿Se ha sentido muchas veces mal entendida? «Sí. Pero es algo que nos pasa a todos. Hay que tener cuidado al comunicar. Una vez dije que me gustaría que me recordasen como buena madre y buena amiga, que no lo soy mucho... Y lo que se entendió fue: “Me gustaría que me recordasen como buena madre y buena amiga, que es poco».

-«Los papeles de veintipocos ya no me los dan», leo que dices.

-Hombre, es que ya no tengo veintipocos, ¡tengo 40! El actor en general está marcado por su físico. Es parte de lo que uno ofrece en esta profesión.

-¿Es igual para actores y actrices? Meryl Streep o Patricia Arquette han hecho hincapié en la diferencia, subrayando que hay una década dura para las actrices, la de los 40 a los 50.

-Estoy de acuerdo, pero es algo que tiene que ver con lo que la gente consume, no solo con los papeles que nos dan. No se puede exigir a un productor que haga una apuesta social.

-¿No hay erotismo en la mujer a partir de los 40, no vendería?

-Sí, pero hay que escuchar lo que la gente pide, lo que compra. Hay que mirar las marcas... grandes marcas dirigidas a mujeres de más de 40 que suelen poner a modelos de veintitantos. Lo primero, creo, es que tenemos que hacérnoslo mirar... nosotras [risas].

Bernardo Doral

-En «Pulsaciones» eres Blanca, una mujer que a priori sacrifica todo, su vida, su carrera, por seguir a su pareja.

-El personaje de Blanca está muy bien escrito, se va desgranando poco a poco. Pero nada es lo que parece. Al principio es verdad que resulta bastante evidente que ella va siguiendo a su pareja, pero en la vida las cosas no son así de fáciles. Hay muchos matices. Y lo bonito es meterse en ese lío...

-Sin lío no hay historia, ¿o sí?

-Sin lío sería aburrido. ¡Maldita sea! jajaja.

-La memoria del corazón no existe, advierte la ciencia. Y eso que recordar, dicen, es «pasar por el corazón».

-Yo creo en la ciencia, porque a la ciencia le importa nada que yo crea o no en ella. Una vez, no recuerdo dónde, leí que hay gente que no cree en el calentamiento global. Pero al calentamiento global le da igual que tú creas en él o no. La memoria del corazón, mientras no se demuestre lo contrario, no existe. De órganos vitales que no sean el cerebro... es el estómago es el que nos marca más, ¿no? Yo las emociones las siento en el estómago.

-¿Qué harías si te dijesen que te quedan 10 días de vida, como se plantea en «Los sueños de Ulma?

-Qué bajón... ¿Has leído el libro de Saramago Las intermitencias de la muerte? Pone esa premisa, la de que si la gente supiera cuándo y cómo va a morir haría las cosas mejor y no dejaría todo sin más, desordenado... En esa historia avisan a la gente ¡y se convierte en un infierno! Porque se portan muchísimo peor cuando saben que van a morir, jajajaja. La historia es genial, porque nace con la cosa de «Yo voy a ser mejor persona» y luego la realidad es que... ¡a lo mejor te da por emborracharte 15 días seguidos!

-No parece la peor opción. A los 8 años querías ser bailarina. ¿Qué pasó?

-Bueno, quería ser bailarina como todas las niñas que iban a clase de ballet, pero nunca hubiera sido bailarina. Lo dejé con 15 o 16 años; no fue una vocación profesional que pudiese considerar real.

-¿Qué faceta te define hoy más?

-En el fondo se rozan mucho, tienen parcelas en común aunque son distintas. Valoro la suerte de poder dedicarme a las dos.

-¿Eres positiva?

-Soy positiva a ratos. Creo que lo he heredado de mi madre: si miro mi vida ahora así de cerca me angustio mucho, pero si miro más lejos, con perspectiva, sé que seguiremos aquí dentro de cien años. No sé quiénes ni cómo, pero aquí estaremos.

-Te recuerdo en la serie «Raquel busca su sitio», con Cayetana Guillén Cuervo, en el 2000. ¿Sientes que queda lejos?

-¡Superlejos! Fue una serie muy bonita y especial. Me he encontrado con mucha gente que hizo trabajo social después de ver la serie. Ignasi Rubio, el creador, puede sentirse orgulloso. Y hoy sería un buen momento para que hiciese otra así.

-¿Qué recuerdas de «Son de mar», la peli de Bigas Luna en la que eras Martina, una mujer luminosa y sensual atrapada en un triángulo amoroso?

-Tengo aún muy cerca a Bigas Luna. Su viuda, Celia Orós, y Carles Sans, de Tricicle, han hecho Bigas x Bigas, con imágenes de su vida y sus películas. Maravillosa. Yo a Bigas le tengo muy presente todavía...

-¿Cómo le definirías?

-Como un genio, una gran personalidad que te invitaba a ver el mundo como lo veía él. Él era muy de celebrar las cosas.

-¿Fue él quien descubrió tu sensualidad, como hemos leído?

-Con él hice mi primer papel de mujer sensual. Bigas me ayudó a sacar esa parte de mí sin pudor. Sin temor.

-Ahí nació tu etiqueta de «mito erótico inteligente». ¿Cómo te la tomas?

-Jajajaja. Me es algo como... ajeno. La belleza depende siempre de la mirada del otro. Será que Bigas me miró a mí así.

-¿Hay cierta objetividad en la belleza?

-No sé muy bien. A veces me veo en algunas fotos y pienso: «¡Ya me gustaría ser así!» Y sí... soy yo, pero después de una buena sesión de maquillaje. A mí me gusta mucho algo que solía decir Bigas: «Todo el mundo es guapo», pero depende de en qué momento lo mires y cómo lo mires. Si miras a alguien un rato, si miras a alguien que está concentrado haciendo algo que le gusta, está guapo.

-Luego está el atractivo de la inteligencia, a veces seduce mucho, y a largo plazo.

-Mi padre nos decía, y era algo común en mi generación: «Vuestra herencia es la educación».

-«Este mundo va»... ¿cómo va?

-Creo que hemos mejorado. Vamos despacio, y damos un paso adelante y otro atrás, ¡o uno adelante y tres atrás! Pero leer es un superpoder. Cuando me deprimo, leo historia; ahora leo a Philipp Blom, que acaba de sacar Fractura, sobre las guerras. Y ahí ves que en general estamos mejor. Pero también tenemos este ritmo loco, esta inmediatez, y el modo de comunicar tiende a la tragedia, a acentuar lo mal que va todo. Pero en muchos sentidos estamos mejor. Aunque el presidente de EE.UU. niegue el cambio climático... Habrá un shock durante un par de generaciones y volveremos a estar bien.

-¿Será mejor el mundo de tus hijos?

-Pues... ¡depende del día que lo piense...!

-«Todo lo que sueñas vuela» dice un tema de Marlango. ¿Lo crees así?

-También depende del día, pero es una imagen bonita. No soy una persona lineal, por eso suelo guardarme mi opinión, porque lo que pienso puede cambiar de un día para otro, jajajajaja. Pero cuando uno no está muy bien, eso que tenemos los seres humanos que es la poesía, o la creatividad, te pueden llevar donde tú quieras.

-«Adoro mi profesión, pero mis hijos están por encima de todo». Una cita atribuida a ti. ¿Entonces, hay que elegir?

-La profesión y los hijos no son excluyentes, ¿no? Que te sientas realizada como madre, que es una opción como no serlo, no significa que tu mundo se limite. Al contrario, yo creo que se hace mucho más amplio.