Dos hermanos para dos hermanas

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MIGUEL VILLAR

TODO QUEDA EN CASA Son Herminio y Marcial López Díaz y María Preciosa y Elisa Calvo Martínez. Y hacen dos matrimonios muy «hermanados». Se casaron por amor y restan importancia al hecho de ser familia por partida doble. Suiza les unió, como a muchos otros ourensanos que en los años setenta del pasado siglo emigraron buscando una vida mejor...

27 mar 2017 . Actualizado a las 13:15 h.

Cada vez resulta menos frecuente. Las hermanas casadas con hermanos o viceversa (tanto monta, monta tanto) son casi una especie a extinguir. Lejos de considerarse diferentes, estas parejas restan importancia al hecho y afirman que son como cualquier otro cuñado. Uno de estos casos une las provincias de Lugo y Ourense, aunque tienen en la ciudad de As Burgas su casa. Como cualquier historia esta tiene un inicio. Y lo protagoniza Elisa Calvo Martínez, natural de Xinzo. Al igual que muchos ourensanos emigró de jovencita a Suiza, donde empezó a trabajar en una fábrica. En aquellos años era fácil encontrarse a muchos gallegos haciendo las «Europas».

Y allí también estaban las hermanas de Marcial López Díaz. Un joven lucense, del concello de Páramo, cuya foto vestido de soldado, dicen, decoraba una de las estancias de la vivienda familiar. Ahí lo vio por primera vez Elisa. «Empecé a salir por allí y de vez en cuando con él a buscar trabajo y tal y cual....», explica. Y así se forjó la relación. Allí se casaron, un año después de conocerse. Antes de contraer matrimonio regresaron a Galicia en unas vacaciones y reunieron a la familia. Allí, en ese encuentro en la casa de Marcial, se conocieron la hermana de Elisa, María Preciosa, y uno de los de Marcial, Herminio. «Después de conocernos, ya desde el pueblo, él me escribía», dice Preciosa, sobre el que es ahora su marido. Ambos todavía estaban en Galicia, aunque también emigraron, más tarde, a Suiza. Allí se casaron los cuatro y tuvieron a sus hijos.

Aunque Marcial y Elisa subrayan que no intercedieron para que la relación de sus hermanos fuera adelante , -«lo importante es que fueran felices», afirman ambos- sí dicen que recibieron la noticia con agrado. No en vano, en este caso no pierdes un hermano al ganar un cuñado.

«No hay nada diferente a otros matrimonios», dice Elisa. Aunque recuerdan que llegada la Navidad no había discusión con la cuñada ni con el cuñado. Cada año la organizaba una de las hermanas con sus padres y ellos se unían a la cita, sin problema.

Aunque para algunos suene raro, no lo es. Y Elisa matiza: «Es que familia no somos, puedes casarte con cualquiera». Eso sí, al tratarse de dos hermanas con dos hermanos, sus hijos, que son primos, tienen el mismo apellido. E incluso lo comparten con la tercera hermana que se casó con un hombre también de apellido López. Así, los López Calvo son mayoría en la familia. «Los seis se apellidaban igual y fueron al mismo colegio, y muchos pensaban que todos eran hermanos», explica Marcial entre risas.

Regresaron a Ourense en los años ochenta. Los cuatro. «O traes a los hijos antes de que empiecen el colegio o no los traes», afirma Elisa. Y cree que la decisión fue acertada. Siempre pensaron en regresar, por los hijos. En eso no coinciden las parejas, aunque sí los hermanos. Ellos dicen que se hubieran quedado allí, mientras que las mujeres afirman que la tierra tiraba demasiado, así como la familia.

Cuando se les pregunta sobre el parecido entre hermanos, en la forma de ser, primero dudan. Pero enseguida coinciden. Elisa cree que Marcial no se parece a Herminio y viceversa. «Ellas son muy distintas, tienen diferente carácter y a nosotros nos pasa lo mismo», dice el marido. Quizás sea por eso que a la vista parecen llevarse más que bien entre ellos. O, seguramente, porque han sabido contagiar el cariño de hermano a la pareja. Lo cierto es que son felices, como siempre quisieron.

MIGUEL VILLAR