Roberto Álamo: «Me manejo desde la dulzura antes que desde la dureza»

Ana Montes

YES

J. J. Guillén

Dice que no es ambicioso pero sí comprometido, y que su zona de confort es la interpretación. Este actor tranquilo, cuando se pone, se vuelve dinamita. Su truco, controlarlo todo sin que parezca que está controlado. «No soy ni un ángel ni un demonio», afirma

25 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Roberto Álamo dispara seguido. Con Zona hostil, un homenaje a los militares caídos en Afganistán, y Es por tu bien, ambas en cartelera, el thriller español le vuelve a reclutar para hacer de guardia civil en su nuevo trabajo, La niebla y la doncella, que estrenará en noviembre. Su pinta de duro, aunque de ojos melosos, le mantiene unido al brazo duro de la ley habiendo conseguido con su papel de policía en Que Dios nos perdone un Goya por su magnífica interpretación como agente rudo. Este merecidísimo premio, que enmarca su buena racha, lo recibió «de manera fantástica» y como recompensa «a un trabajo bien hecho».

-Con tu voz penetrante tienes aspecto de tipo duro.

-Yo no soy un tipo duro, aunque lo parezca, y me manejo desde la dulzura antes que desde la dureza.

-¿Y eres de callarte las cosas?

-Si tengo que decir las cosas, las digo. No soy ni un ángel ni un demonio. Pero sí soy introvertido, aunque eso no me impide socializar, muy contrariamente a cuando era joven.

-Y tu mirada profunda y romántica en «Zona hostil» ¿dice verdades de ti?

-Tenía que ser una mirada romántica y acaramelada, porque habla de una relación prohibida. Los actores no jugamos a poner miradas. Los niños sí juegan a poner cara de buenos o de malos cuando juegan a actuar, pero en la escuela de Cristina Rota me enseñaron que cuando actúas no se trata de poner caras sino de sentirlas y, cuando las sientes, salen. La cara es el espejo del alma. Y yo diría más: los ojos son el espejo del alma. Por eso, si abres la puerta a los sentimientos cuando actúas, lo que traducirá tu mirada será que lo estás sintiendo.

-La comunicación no verbal es uno de tus puntos fuertes.

-Mira, en eso yo creo que soy bastante bueno, francamente. Desde pequeñito me ha gustado percibir en los otros qué tipo de emociones sentían, pero no solo por lo que decían, sino por sus movimientos, sus gestos de la mano, de la cara, si eran rápidos o lentos.

-La película «Zona Hostil» está inspirada en una contienda vivida por los militares españoles en Afganistán entre el 2002 y el 2015. ¿Cómo veías al Ejército antes de rodarla?

-Yo no hice la mili porque tengo 46 años, así que tenía la misma idea de nuestros militares que tiene la mayoría, porque a través de las películas conocemos más al Ejército americano que al español. Entonces, antes de empezar a rodar, estuve haciendo tres o cuatro semanas de instrucción con los militares y vi que no eran como yo pensaba: gente chusca y seria. Creo que desde la profesionalización del Ejército la cosa ha cambiado mucho y ya ves a militares que votan a izquierdas, a derechas, gente más abierta o más cerrada, de todo tipo. Son un reflejo exacto de la sociedad. Eso yo no lo sabía, y lo comprendí estando con ellos y viendo que su profesión es muy sacrificada.

-¿Alguna vez te has sentido entre la vida y la muerte?

-En el 2011 tuvimos un problema con una avioneta y casi nos matamos. La productora alquiló una de Madrid a Santander para llegar a tiempo a un estreno y, aunque salimos con buen tiempo, a mitad de camino empezó a ponerse mal, luego pasó de mal a muy mal y de muy mal a trágico. Pero al final salió todo bien.

-¿En qué situaciones no hay nadie que te tumbe?

-La verdad es que no creo dominar nada, y menos hasta el punto de que nadie me pueda tumbar. Y como le diría a un niño: si eres fuerte, siempre va a haber alguien más fuerte que te pueda tumbar.

-¿Qué cosas te mueven a luchar?

-Intentar ser feliz, hacer felices a los que amo, ser justo y tolerante, no hacer la vida imposible a mis semejantes y que no me la hagan a mí.

-¿Algo que despierte tu conciencia?

- Yo la conciencia siempre la tengo despierta. A lo mejor hay parte de la población que la tiene algo dormida, pero yo intento tenerla vivaz y alerta porque hay muchas situaciones en la vida que te mueven a protestar y a no estar conforme, como la injusticia social, que está por todas partes, así como también hay otras ocasiones en que bendices la vida.

-¿Quién te ha dicho más veces «Es por tu bien»?

-No me lo ha dicho nadie, ni siquiera mi madre, a pesar de que, como todas, quiere lo mejor para sus hijos. Ella solo me decía: «No vayas tan despacio, anda con un poco de brío». Y no le faltaba razón, porque yo soy de naturaleza tranquila y casi no voy con prisas a ningún lado.

-Ahí haces de padre megaprotector. ¿Te consideras controlador en algo?

-En mi trabajo sí me gusta controlar todo lo que veo, lo que siento y lo que hago. Y controlarlo exhaustivamente para que a la hora de la verdad, cuando dicen «acción» o se sube el telón, controle lo suficiente para que parezca que no está controlado.

-¿Y eres un padre protector?

-Lo normal, no mucho más. Mi hijo aún tiene 5 años, pero no soy el típico padre helicóptero.

-¿En qué te sientes 100 % ibérico?

-Yo soy español y así me siento, pero formo parte de un mundo entero y, en un momento dado, yo soy de donde como. Cuando he estado en Brasil un mes, llegué a sentirme casi como un brasileño.

-¿Qué planes tienes a la vista?

-En noviembre estreno otra peli que se llama La niebla y la doncella, basada en un libro de Lorenzo Silva, un thriller policíaco en el que haré de uno de los guardias civiles que investigan.

FOTO: J. J. GUILLÉN