Sangro y no me corto

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

25 mar 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

Se considera Santiago Freire, alcalde de Noia (PP), un maestro en el arte de la retranca. Cree, de hecho, que sus modernos pensamientos sobre la mujer encajan bien en esa figura literaria que hilvana la realidad de ironía.

-La mujer es capaz de sangrar sin cortarse.

-La mujer es capaz de tocar las narices sin acercarse.

El día 8 le pareció que estas sutiles reflexiones podían ilustrar muy bien un acto del Día de la Mujer. No ha trascendido quién fue la fuente ni si las greguerías formaban parte de su acervo cultural pero cuando hace unos días se vio acorralado acabó considerando que los chistacos eran un recomendable ejercicio de retranca.

En realidad Freire se hizo eco de una tradición. Si pretendía ser original, no lo consiguió porque la lista de frases chuscas sobre la mujer y sus capacidades es interminable.

-¿Por qué la estatua de la libertad es mujer? Porque se necesitaba una cabeza hueca para hacer un mirador.

-¿Cuál es la última botella que abre una mujer en una fiesta? La de Fairy.

-¿Por qué una mujer no puede ser guapa e inteligente? Porque sería un hombre.

-¿Por qué una mujer se conforma con hacer un puzle en seis meses? Porque en la caja pone de dos a tres años.

-¿En qué se diferencia un hombre de una mujer? En que el hombre es masculino y la mujer masculona.

-¿En qué se parece Superman a una mujer inteligente? En que los dos son personajes de ciencia-ficción.

-¿Por qué las mujeres tienen cuatro labios? Los dos de arriba para decir tonterías y los dos de abajo, para arreglarlas...

-¿Cuántas veces se ríe una mujer con un chiste? Tres veces: cuando se lo cuentan, cuando se lo explican y cuando lo entiende.

Y todo así.

Si en lugar de apelar a la sufrida retranca el alcalde de Noia hubiese escrutado en su interior y en esta tradición que gracias a él hemos actualizado habría descubierto que esta tendencia que algunos tienen de compartir este tipo de genialidades no es más que un síntoma de su debilidad. Se llama inseguridad emocional y la padecen todos aquellos que se saben vulnerables, inestables o débiles, que carecen de confianza en sí mismos y que proyectan esta patología de dos formas posibles: mediante la timidez y el aislamiento o recurriendo a la arrogancia, el narcisismo y la agresividad. Los chistes de Freire son un síntoma de esto último y en el fondo deben ser procesados con nuestro desprecio intelectual. El problema es que Santiago Freire es alcalde y representa a una ciudadanía que como concepto no merecería un líder así. Y es aquí donde el análisis se vuelve desolador. El dibujante Antonio Fraguas, Forges, escribía hace unos días una columna compartida mil veces en la que se rebelaba contra el principal pecado que hoy soportamos como sociedad: la mediocridad. Una epidemia que comparten el alcalde de Noia y muchos otros dirigentes políticos, empresariales, universitarios, referentes culturales y representantes de asociaciones de vecinos que se nos han colado como timoneles de no sabemos qué. Así que tenemos a cientos, miles de personas con capacidades cuestionables tomando decisiones fundamentales para nuestras vidas. Estamos en la penalización del mérito, en la sospecha de la inteligencia, en los chistes de Lepe elevados a teoría política.

Y frente a la contemplación pasiva de tanto maula, una hiperreacción frente a algunos comentarios en las redes sociales que sientan a sus autores frente a un juez, como si la justicia no tuviese cosas más importantes de las que ocuparse. Tiene razón el alcalde de Noia. Sangro y no me corto.