«Con mis hijas nunca he tenido que hacer de Hermano Mayor»

YES

cedida

El presentador más duro de la tele se enfrenta ahora a un nuevo reto, «Cazadores de trolls». Un programa en el que busca a los acosadores virtuales de la gente a la que ayuda. ¿Su papel más difícil? El de padre: «Si les consintiera les haría un flaco favor».

22 abr 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Sigue igual de inflexible ante los malos comportamientos, pero esta vez utiliza su experiencia para ir a la caza de esa gente que se dedica a hacerle la vida imposible a sus víctimas a través de Internet. Aun así, Pedro García Aguado no olvida su paso por Hermano Mayor y sigue ayudando a muchos padres a través de su asesoría familiar. Su propio pasado de adicciones le avala.

-¿Cuándo vas a cazar a tus propios trolls? ¿No te dan ganas?

-No, lo que hay que ser es práctico. De la gente que ha visto el programa, un millón seiscientos quince mil de media, que haya cuatro que siempre sean los mismos de siempre y digan que eso no es verdad, que es un fake, sabes que siempre van a existir. También me ocurría con el otro programa [Hermano Mayor]. Después de cinco años seguían pensando que eran actores. A la gente le gusta criticar, hacerse notar, pero yo me quedo con el reconocimiento.

-Ya os agredieron en el primer programa, vais a tener que ir con casco.

-Eso te da a entender que parte de responsabilidad tenían, porque si tú no tienes nada que ver te puedes poner un poco nervioso porque hay unas cámaras y demás, pero puedes hablar y decirme: ‘Oye Pedro, esto tiene una explicación’. No sales corriendo, te escondes en un edificio y agredes a un cámara.

-¿Compartimos demasiado?

-Compartimos sin conciencia de riesgo, yo no diría demasiado, porque las redes están inventadas para que compartamos, para que abramos nuestro espectro de gente. Lo malo es la utilización que se hace de eso. A veces nos entra una solicitud de amistad y le damos a aceptar porque nos parece interesante o lo que sea, e igual lo que hay detrás de esa foto es un fake.

-Pero uno de tus casos es de una chica influencer... Aquí no valen los consejos de privacidad.

-Totalmente de acuerdo, y en este caso el problema de aquella chica es que ¿quién la ataca? Igual es competencia desleal, otras influencers, o alguien al que no le cae bien. Porque no se meten con lo que ella cuelga, se meten con cosas de su vida personal. ¿De dónde han sacado esas cosas? Ahí está el problema.

-¿El acosador suele conocer a la víctima? ¿O puede ser un desconocido que se sirve de la información en las redes?

-Pueden ser cosas como la de Luisa [el caso del primer programa], que es un tema que afloró de una historia del pasado o, en el caso de algunas personas, simplemente es porque se cruzan por ahí.

-¿No se puede ir con las pruebas a la policía? Fue una de las críticas hacia el programa.

-Nosotros cuando empezamos el programa le dijimos a la policía lo que íbamos a hacer, y nos dijeron: ‘Genial, porque quizás vais a poder conseguir pruebas que nosotros, por el volumen de trabajo que tenemos, no podamos conseguir’. El problema es que la gente está hablando desde la ignorancia. La mayoría de casos ya estaban denunciados de antes. Una vez que se acaba el programa, lo que tienen estas víctimas es muchas más pruebas para poder seguir con el procedimiento judicial que en algunos casos ya está abierto contra esa persona.

-Todos lo niegan, pero luego cierran las cuentas enseguida.

-Es que automáticamente, en el caso del primer programa, dos horas más tarde aquella cuenta de Twitter desde la que se le atacaba cerró. Eso no quiere decir que el delito no se haya producido, pero ahí tiene que entrar la Justicia.

-¿Hay muchas barreras legales para investigar a los trolls?

-Es que no hace falta saltarse las leyes, lo que pasa es que la gente no conoce las herramientas que hay gratuitas para rastrear, que son muchas. Y en nuestro caso ni tuvimos que rastrear nada, ellos nos lo confesaron. Fue nuestro hacker, que es muy listo y se hizo un poco amigo de los trolls para que le diesen su Facebook personal. Ellos mismos nos han dado los datos, no hemos cometido ninguna irregularidad. Pero claro, hay un proceso de ingeniería social, de ver cómo piensa el troll... Nos lleva meses.

-Innovaste con «Hermano Mayor» y ahora vuelves a hacerlo con «Cazadores». ¿Cómo ves ahora «Hermano Mayor» con Jero García?

-No sé si Cazadores, por la legislación que hay en España, será posible seguir haciéndolo. Pero yo en mi vida personal intento trasladar lo que hago en la profesional. Acabé Hermano Mayor y ya había montado una asesoría familiar y un proyecto que se llama Aprender a Educar, para dotar de habilidades educativas a los padres. He grabado Cazadores de trolls y he abierto una asesoría para gente que tiene problemas de persecución online con un gabinete jurídico. Y luego tengo un centro terapéutico para ayudar a la gente con trastornos adictivos debido a mi pasado y a haberme recuperado. Jero y yo tenemos formas de hacer diferentes, pero lo importante es que el programa siga ayudando a gente y que esa realidad se conozca.

-Tú sí que le diste algún que otro disgusto a tus padres en su momento...

-Bueno, problemas a ellos no, porque me fui a seiscientos kilómetros de casa. Los problemas me los di a mí mismo. Ellos supongo que desde la distancia lo intuían, pero como el deporte lo enmascaraba todo, no había mucha conciencia de que la cosa estaba tan mal. Al final con 34 años tomé la decisión, accedí a un tratamiento y es el mismo que yo imparto desde el centro Tempus.

-Tienes dos hijas. ¿Alguna vez has tenido que ser su Hermano Mayor cuando se han portado mal? -He tenido que hacer de padre, y un padre tiene que poner normas, tiene que poner límites. Aunque no esté en casa, cuando llega tiene que educarlas para el futuro, y el futuro va a ser que ellas puedan llegar a valerse por sí mismas. Si yo les consintiese todo aquello que ellas quieren hacer porque no estoy en casa, porque estoy viajando... les haría un flaco favor, porque la vida no te concede tus deseos de forma inmediata, todo lo contrario, tienes que currártelo con mucho esfuerzo. Eso es lo que yo les inculco. Y no, no he tenido que ponerme en plan Hermano Mayor porque no han llegado nunca a sobrepasar la barrera de la falta de respeto.

-Y ahora que está en pleno debate, ¿cuándo les regalamos el móvil?

-Hay una delegación de la responsabilidad educativa en artefactos tecnológicos que no sirve absolutamente de nada. Como dice mi compañero Francisco Castaño, profesor de secundaria, que lo tengan a los 30 y que se lo paguen ellos ja, ja. No, se lo tienes que dar en el momento en el que sepas que vas a estar pendiente y le vas a enseñar a darle un buen uso. Dale un contrato de uso, ten las contraseñas, mírale y conoce qué aplicaciones se va a descargar, dale permiso para que se descargue unas sí y otras no, porque hay que ser conscientes de que no es un teléfono, es un smartphone, que es una conexión al mundo. No es simplemente un teléfono para llamar.

-¿No hay personas que nacen de una determinada manera?

-Todo se educa, da igual que tu hijo o tu hija tenga una personalidad retadora, desafiante, negativista. Todo se educa, lo que pasa es que en algunos casos tienes que decir no una vez y en otros tienes que decirlo diecinueve o cien. Has de querer y educar al hijo que tienes, no al que te gustaría tener. No sirve como excusa eso de: ‘Es que fíjate cómo me ha salido’. Pues te va a exigir como padre o madre mucho más esfuerzo, pero es que si lo quieres de verdad, le tienes que educar, porque la sociedad está así y si no, va a ser un inadaptado. Exigen más esfuerzo, pero nada más.