Los perros ya van al instituto

YES

SUSO PENA

ESCUCHA ESTA LECCIÓN ANIMAL Son Fusco, Limón, Allo, Venus y aún más. Esta patrulla canina se ha ganado el corazón de niños y adolescentes de uno en uno y en vivo. Los perros ya están en los colegios invitándonos a sentir, a hablar mejor, a hacer equipo y a superarnos. ¿Aprendemos su lenguaje?

29 abr 2017 . Actualizado a las 05:15 h.

Grande es el saber de un perro, que no juzga ni miente, y nos recuerda nuestra parte animal. Este mejor amigo que ha entrado en hospitales para demostrar su potencial terapéutico con niños y adultos va a más. Se ha apuntado a clase, va al instituto y ha llegado incluso a la universidad. Quítame bits y dame guauuuus. Que la unidad de medida comprima un poco menos y se sienta más. Si la Universidade da Coruña acaba de inaugurar el posgrado de especialización en adiestramiento canino, un título propio de la Facultad de Ciencias de la Salud, una patrulla canina muy real se está ganando a los chavales en las aulas. ¿Con positivos? No, solo con tiempo, ayudándolos a aguzar su parte intuitiva, la más emocional. Porque «somos, sobre todo, emociones. Este es un lenguaje que nos conecta con nosotros mismos y nos ayuda a comunicarnos también con otras especies y con la naturaleza», dice el adiestrador Octavio Villazala, de Montegatto. Este centro, con un equipo multidisciplinar de profesionales, organiza las incursiones caninas en los coles. Sus perros han llegado a centros educativos como La Grande Obra de Atocha, el IES Poeta Díaz Castro, en Guitiriz, y en breve lo harán al IES de Viós, en Abegondo. Ya es un hecho, hay experimentos que lo prueban: el cerebro para aprender necesita la emoción. Ojo al dato, que está bien pero no basta. «A veces nos limitamos a trasladarnos datos, información. Comunicarse es otra cosa. Necesitamos hacerlo voz a voz, mirar a la otra persona, verla hablar, reír, llorar. Y a veces hasta somos incapaces de ver las lágrimas. Ni nos olemos...». Pues habrá que aprender uno a uno los sentidos, también el del dolor. Y como dice el poeta, hacerse fuerte para defender la alegría.

«FUSCO» HACE AMIGOS

Fusco, Limón, Allo y Venus son solo algunos de los miembros del equipo «supercán». En esta sesión a la que asiste YES, le toca a Fusco dar la pata, vamos... impartir la lección de naturales en el IES de Guitiriz. Porque más que a aprender, el perro va al insti a enseñar, ¿o no? «Un perro siempre enseña. El hecho de tenerlo cerca, de tocarlo, ya es terapéutico. Aporta cosas a nuestra vida cotidiana, a nuestra mente y a nuestro cuerpo». Hay más... ¡A por el 10 vital! «Potencia la comunicación y el sentimiento de equipo. Hasta ayuda a hablar, a expresarse. De hecho, estamos utilizando perros para tratar a niños con autismo. Yo mismo soy capaz de contar mi historia, mi lucha contra el cáncer, gracias al perro. Es un vehículo, un medio de comunicación. Y más», relata Octavio.

En colegios e institutos el potencial pedagógico canino es muy grande, «porque los chavales están más abiertos, tienen el corazón receptivo, sienten curiosidad, y el armario bastante vacío; necesitan llenarlo de experiencias».

En esta sesión, Fusco enseña a aguzar el instinto o a fomentar el compañerismo. «Los perros forman equipo. Imagina una manada de perros, o una manada de lobos. No hay peleas. ¿Por qué? Vamos a llevarlo del lado poético al más etológico: porque si son 15 y hay una baja ya no son 15, son 14. La fuerza está en un equipo unido, cohesionado. Es una cuestión de empatía. De entender que nos necesitamos. No somos tigres que viven solos y se acercan al macho o a la hembra solo para copular», advierte el guía de Fusco.

Otra asignatura animal: meditación canina. Deja que lo llame así, que el perro ayuda a meditar «al vivir en el aquí y en el ahora. En presente puro. Es un cachorro para siempre. Un Peter Pan».

Con sentido el presente es un regalo. Hasta hay una función perruna para el relax. Es ya, no una actividad, sino una necesidad escolar: el «perro manta» da nombre a uno de los ejercicios que se hacen en los talleres de una hora que Montegatto lleva a cabo en colaboración con la Facultad de Ciencias de la Salud. Consiste en echarse sobre el animal y sentir su corazón. ¡Om... guau!

¿Y si tenemos miedo al perro, cómo hacemos? «Acercarnos gradualmente, poco a poco, sabiendo que se trata de un perro tranquilo, en compañía de un adiestrador o preguntando al dueño. Lo mejor es tocarle la zona del lomo y evitar la cabeza y la boca». El olfato nos guía. Y es un sentido fino. «El perro nos ve, nos huele, nos toca, no tiene pudor ni vergüenza. Si nos perdemos esa parte natural, nos perdemos la belleza de la vida».

¿Aprendemos biología de verdad?