Eres una princesa

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

29 abr 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Qué niña más bonita. Eres una princesa. No seas tan bruta jugando. Las niñas mayores no lloran. Las niñas son tan complejas. Las niñas sois más listas. Ten cuidado que hay hombres muy malos. ¿Tienes novio ya? ¿No tienes novio aún? Calientapollas. No vuelvas sola. Así vestida pareces una mojigata. Así vestida pareces una puta. ¿Tienes la regla? La belleza está en el interior. Te maquillas demasiado. Si te arreglaras un poco... ¿Qué hay para cenar? ¿Qué hay para comer? No queda nada en la nevera. Los hombres y las mujeres no pueden ser amigos. No te pongas histérica. Te quiero, nena, por eso te protejo. Mala madre. Mala hija. Mala esposa. Si te mira otra vez, le doy. Que no me dejes, o hago una locura. Me tratas tan mal que me pongo nervioso. Que no me dejes, joder o te mato....

Las frases de arriba corresponden a un fragmento del texto ¡Qué niña tan bonita! escrita por la madrileña Ro de la Torre en el año 2015 y trasladada posteriormente a la web feminista Locas del coño. Hace unas semanas, el mensaje adquirió un nuevo impulso en un foro distinto. Un instituto de Albacete organizó un concurso de cortos y una alumna de 17 años, Alicia Ródenas, asumió ante la cámara el monólogo y lo trasladó a un entorno nuevo: el de los adolescentes. El vídeo de la joven ha acumulado decenas de miles de visitas en YouTube y demostrado que hay una generación de mujeres jóvenes que reclaman una revisión de los modelos tradicionales y que son muy sensibles a un sistema fallido que muchas veces coloca a la mujer en un lugar terrible.

El éxito y el seguimiento de la iniciativa de Alicia Ródenas se produce meses después de otra campaña, promovida en esta ocasión por el Concello de Pontevedra. La concelleira de Benestar Social, Carmen Fouces, inauguró un gran muro en el que mujeres de edades y circunstancias diversas hicieron un ejercicio de introspección y memoria, a veces muy doloroso, para recordar aquella primera vez en la que sufrieron un acoso, un término preciso pero de grados diversos que incluía desde comentarios machistas a asuntos de envergadura. La propuesta obligó a un esfuerzo individual que confluyó en un collage colectivo de dimensiones preocupantes. Muchas de las participantes, según confesaron desde el Concello, se enfrentaron por vez primera a situaciones en las que habían sido víctimas de situaciones tan graves que observadas con la lupa justa adquirieron dimensión de delito. La mayor parte de las miles de mujeres que participaron en la iniciativa habían normalizado aquellas escenas y muchos hombres se vieron como protagonistas de historias mucho menos inocentes de lo que recordaban. «Yo me recuerdo como uno de esos chavales que en el patio y en manada atosigaban a una compañera», me confesó un amigo conmocionado por las ramificaciones de un fenómeno del que apenas llevamos hablando unos años.

El valor de ambos ejemplos, además del proceso individual, reside en una nueva respuesta ante el acoso. Un movimiento colectivo que prende como la yesca y que establece una red de visibilidad nueva en la que por vez primera se llama a las cosas por su nombre. El monólogo de Alicia Ródenas produjo esa misma respuesta en cascada, incluidos muchos mensajes en los que era insultada con términos similares a los denunciados en su grabación. Ella tiene 17 años, lo que es todo una esperanza.

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