«La faja me parece una prenda muy sexy»

Ana Montes

YES

BENITO ORDOÑEZ

Orgullosa de su talla, Marisa Jara es ahora una modelo curvy después de años encorsetada entre la 34 y la 36. Tras desfilar por el mundo para prestigiosas agencias de modelos como Elite y ser imagen de marcas como Sisheido o Rosa Clará, asegura que sin la tiranía de la báscula se quiere más.

06 may 2017 . Actualizado a las 09:26 h.

Marisa Jara (Sevilla, 1980) se define como ancha, curvilínea y comilona por defecto, pero durante años tuvo que adaptarse a los 50 kilos que le exigían los bookers de sus agencias, los mismos que le revisaban la cesta de la compra y la pesaban y medían cada día para dar la talla.

-A ti la bulimia casi te mata. ¿Tu lucha ha terminado?

-Después de unos años tratando este problema, a día de hoy puedo decir que estoy recuperada. Siempre hay que tener un poco de cuidado, porque yo pasé por una adicción a la comida y eso me ha dejado un poco de miedo, por lo que suelo guardar las distancias. Es mejor prevenir, más si ya has tenido este problema, porque se puede recaer rápido.

-Ahora mismo ¿cuál es tu dieta?

-Mantengo una alimentación bastante sana y equilibrada, aunque de vez en cuando me doy algún capricho, sobre todo el fin de semana. Como de todo, pero muy saludable.

-En tu libro «La talla o la vida» se te ve como una de tantas modelos extremadamente delgadas. ¿Gusta más esa delgadez a los diseñadores que a las mujeres?

-A los diseñadores les debe de gustar este tipo de mujer tan delgada porque si no, no insistirían en alimentar este prototipo. No sé si es porque piensan que las prendas les quedan mejor o no, pero es evidente que cuando caminas por la calle no hay tantas mujeres que se parezcan a las de la pasarela.

-Las mujeres no pedimos modelos tan delgadas.

-Las mujeres se inspiran en lo que ven, y si en la pasarela hay modelos tan delgadas, creo que no se identificarán mucho con ellas.

-Dicen que una de las causas es que muchos diseñadores son misóginos o que quieren que sus prendas brillen más que las proporciones femeninas equilibradas.

-Nunca lo he entendido, sinceramente, así que no te lo puedo asegurar. Siempre me he limitado a hacer mi trabajo y nunca he preguntado la causa.

-¿Se piden poses forzadas, impuestas, para disimular las curvas?

-Depende del momento que viva la industria de la moda: si se lleva una modelo más exótica o más rectilínea.

-A ti te revisaban la cesta de la compra. ¿Qué alimentos te quitaban?

-Eso fue con 16 años en Japón. Me quitaban todas las cosas que engordaban, como los hidratos de carbono, y me dejaban la verdura y la fruta, y poco más. Pero en 20 años de carrera eso solo me ha pasado una vez. No es una cosa que suceda de forma constante.

-¿Qué talla tenías cuando te cancelaban las campañas por no dar la talla?

-Tenía una 38 en vez de la 36, solo una talla más, algo que en una foto no se nota tanto.

-¿Queda mucho que hacer para que se respete a las modelos, sobre todo cuando son menores?

-Claro, porque hoy día siguen llevando una talla 34-36, así que nos queda muchísimo por batallar, pero pocas cosas cambian.

-En tu etapa como modelo estuviste muy cerca de Naomi Campbell, ¿era real la fama de celosa que tenía?

-No sé si habrá sido celosa con otras, pero a mí Naomi Campbell me cogió de repente de la mano y me encerró en su habitación, porque estaba hablando con el chico que le gustaba en la fiesta de cumpleaños que dio y a la que me había invitado. Menos mal que era una planta baja y pude saltar por la ventana sin grandes problemas. A partir de entonces no volví a saber nada de ella, pero tampoco me interesó, porque no nos conocíamos.

-Cuentas en el libro que las modelos curvys también os cuidáis.

-Claro, aunque estemos más gorditas y sea importante el peso en el que cada una se sienta bien y a gusto, dependiendo de su constitución y altura, cada una tiene que cuidarse, quererse y estar a gusto, pero siempre con una alimentación sana, deporte, yoga, caminar… Porque eso además refuerza la autoestima.

-¿Te gustas más ahora que antes?

-En general siempre me he gustado y ahora también. Pero antes no tenía fuerzas porque me faltaban alimentos al no estar en mi peso, y eso me hacía tener una autoestima más baja.

-¿Y ahora ya estás en tu peso?

-Yo ahora estoy a gusto con mi peso. Estoy entre la 40 y 42, porque en el mundo de la moda a partir de la 40 se considera una talla grande y no puedes trabajar como modelo convencional, aunque una curvy puede tener hasta una talla 50. Ya no me dejan fuera de ningún cásting por no dar la talla como tantas veces me ocurrió llegando a perder trabajos. A veces voy kilo arriba, kilo abajo, pero es normal, no tengo ninguna presión de tener que bajar de peso.

-¿No hay restricciones estéticas, por ejemplo, no tener demasiada barriga?

-Siempre hay que estar compensada, tener una altura mínima y unas proporciones que entren en el concepto de modelo curvy, porque sigues siendo una modelo.

-¿Tiene más recorrido profesional una curvy que una top model?

-Más o menos lo mismo, pero ahora se mantiene algo más la edad, porque los 40 de ahora son los 30 de antes.

-Ahora diseñas, ¿no?

-Tengo mi propia marca de joyas, Jade Jara, y hago una colección cápsula para Elena Mir. Llevo dos años diseñando para mujeres con curvas, algo que me encanta y se me da bien. Hago cosas prácticas para el día a día y cómodas. Pero también trabajo muchísimo en Italia, EE. UU., España, Inglaterra... Y me gustaría seguir muchos años.

-Italia es un buen mercado para las modelos curvys a pesar de que Milán siga explotando a las modelos delgadas.

-Sí, allí la mujer con curvas está muy valorada, y además ellas son más grandes. Pero también es un mercado más maduro, lleva más tiempo, mientras que aquí acaba de empezar.

-¿Cómo fue la primera vez que te tocó desfilar como modelo curvy?

-Maravillosa, muy buena, sin ningún problema. Más relajada quizás, porque no tenía presiones.

-¿Cuál de las críticas a tu talla te ha dolido más?

-No estoy muy pendiente de las críticas. Puede ser que las críticas de las mujeres duelan más, aunque el 90 % de los comentarios que recibo en las redes sociales son piropos. Pero cuando recibes una crítica muy dura de alguna mujer te da que pensar, me parece innecesario.

-¿Echas de menos tu anterior imagen?

-Yo me veo igual. He subido entre 10 y 12 kilos pero soy muy alta, por eso no veo una transformación brutal, porque soy bastante parecida, aunque esté más redonda.

-Para ti los retoques valen pero, ojo, adviertes que antes hay que quererse, porque si no te pueden desilusionar.

-Y puedes entrar incluso en una depresión. Si estás genial contigo misma y te quieres, pero tienes un complejo con una parte de tu cuerpo que te amarga, como la nariz, puedes operarte. Pero si te metes en el quirófano sin quererte, vas a rechazar tu nueva imagen y después de esa vas a querer otra, porque el problema es de tu cabeza.

-Dices que el atractivo es una actitud.

-Totalmente. Por eso hay que quererse, perdonarse, mimarse, porque lo contrario a veces lleva a la inestabilidad y al sobrepeso. Y eso que la mayoría somos comedores emocionales.

-Aceptarse también puede ser recurrir a truquillos para llevar mejor los kilos, por ejemplo tu propuesta de volver a la faja.

-A mí la faja me parece una prenda muy sexy. Yo la uso mucho. Con la faja te sientes bien y ayuda a que sienten mejor algunos vestidos. Además hay fajas muy cómodas, muy finas y elásticas, nada que ver con las de nuestras madres.