Antes deprimidos, ahora ansiosos

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE V TELEVISIÓN

YES

17 jun 2017 . Actualizado a las 12:18 h.

Sostiene The New York Times en un artículo firmado por Alex Williams que vivimos instalados en la era de la ansiedad. El consumo masivo de Xanax ha sustituido al Prozac, y la inspiración depresiva del Kurt Cobain de los años noventa ha derivado en la zozobra existencial que tan bien representa la Lena Dunham de Girls.

¿Qué nos ha sucedido para que un número increíble de niños, adolescentes, jóvenes y adultos vivan instalados en una ansiedad patológica que ha disparado el consumo de determinados fármacos, generalizado los diagnósticos de hiperactividad y generado un negocio paralelo multimillonario destinado a aplacarnos los nervios?

Pues según la tesis, buena parte de la epidemia tendría que ver con la gestión de las expectativas en un mundo hiperconectado en el que todos estamos sometidos a escrutinio y juicio permanentes. Lo refleja de forma magnífica la serie Black Mirror, empeñada en advertir que nuestra dependencia de los likes nos lleva a un sitio muy raro.

Los datos cantan. En Estados Unidos, según el Instituto Nacional de Salud Mental, el 38% de las niñas de entre 13 y 17 años y el 26% de los niños padecen trastorno de ansiedad. De todo este ejército se ocupan medios como la radio pública WNYC que en otoño pasado inauguró el podcast The United States of Anxiety en el que se van relatando situaciones provocadas por un entorno social y económico brutal. La emisora promociona a un ejército de agitadores culturales que interaccionan con una ciudadanía perdida.

Su creador, Kai Wright, cree que Estados Unidos está en guerra desde el año 2003, que ha atravesado dos recesiones económicas profundas y que los ciudadanos viven atormentados por un sinfín de preguntas para las que no tienen respuestas. «Aunque solo consideráramos la vida digital, ya estaríamos hablando de un cambio profundo. Todo lo que considerábamos normal ha cambiado».

Los actores de Reality Bites y la náusea existencial de Kurt Cobain representaron el nihilismo depresivo de los 90. Hoy, el referente es Lena Dunham. La escritora y actriz neoyorquina, a la que el 11-S golpeó psicológicamente desde el apartamento de Tribeca en el que residía con sus padres, la artista Laurie Simmons y el pintor Carroll Dunham, reconocía hace unos días: «No me recuerdo sin ansiedad». La diva millenial se confesó durante un ciclo titulado Growing up with anxiety (creciendo con ansiedad) en el que han tratado de buscar explicaciones y soluciones a esta epidemia de confusión psicológica que se ha apoderado de toda una generación que en teoría podría estar disfrutando de los avances científicos y la tecnología.

Según la tesis del rotativo neoyorquino, los estadounidenses estarían viviendo un tiempo de incertidumbres que la victoria de Donald Trump no habría hecho más que complicar. Una encuesta de Gallup constató que el día de las elecciones presidenciales la salud emocional de los estadounidenses se quebró. La tercera parte de los ciudadanos viven ahora el presente con inquietud y sin haber superado todavía la resaca de la Gran Recesión que en el año 2009 puso la moral colectiva al borde del precipicio.

En medio de todo, ha emergido también una duda sobre la propia forma de entender la psiquiatría en las últimas décadas. La sombra la proyecta el periodista de investigación Robert Whitaker, finalista del Pulitzer al Servicio Público, que publicó una serie de artículos en el Boston Globe y un par de libros para tratar de explicar por qué los trastornos y los desajustes mentales y emocionales han crecido de manera vertiginosa en los últimos años. Según su controvertida tesis, la psiquiatría moderna sería la responsable de esta epidemia por haber abusado de la prescripción farmacológica. Hoy seríamos una sociedad de adictos en busca de la pastilla de la felicidad. Pastilla que, por supuesto, no existe.