«Mis padres me dieron este cuerpo, esta voz y esta cara»

YES

Manuel de los Galanes

No es la primera vez que Yon González va a comprarse ropa y se tiene que ir sin ella por la que se monta en la tienda. «Me piden autógrafos, ¡pero escribo fatal!» dice. El chico de «Las chicas del cable» ya ha cumplido los 30 y ha superado al icono adolescente.

15 jul 2017 . Actualizado a las 10:09 h.

Yon llega tarde y tiene un punto muy macarra. Y no solo lo sabe, sino que aún encima lo explota. Tampoco necesita abuela: «Si hubiera sido feo ya te digo que ahora tú y yo no estaríamos hablando», suelta de golpe. Pero el caso es que, por encima de todo, este vasco está sobrado de carisma. «Yo, que vengo de un pueblecito y que jamás he sido fan de nadie...», dice como si todavía no entendiese cómo ha llegado a ser uno de los actores españoles más deseados y solicitados de la tele. El verdadero culpable de eso es su hermano, Aitor Luna, al que adora.

-No pensaba yo que eras de los que llegan tarde.

-Ja, ja. No he llegado tarde... ¿Se me ha hecho tarde o qué? Bueno, un poquito, un poquito.

-«Las chicas del cable» están por todas partes, pero los chicos no salen tanto en los carteles. ¿Qué vas a hacer con ellas?

-Pues ponérselo muy difícil y trastocar sus sentimientos y sus emociones ahí lo máximo posible, creo que para bien, aunque muchas veces será para mal.

-Entonces las vas a provocar.

-Sí, sobre todo a una. A la otra la voy a tocar sin querer de manera negativa, pero bueno, ahí está el yin y está el yang.

-Y esa una no podía ser otra que Blanca Suárez.

-Claro, ¡cómo no!

-¿Qué pasa ahí que siempre acabáis juntos? ¿Estaréis predestinados?

-Je, je... ¿A nivel personal? No sé, espero poder hacer muchas más películas con ella, la verdad, porque es una gran compañera, una gran persona y maravillosa. La quiero un montón.

-¿Qué tal ese reencuentro de los dos con Martiño Rivas como en «El Internado»?

-Muy bonito, porque con ella ya me había reencontrado en Perdiendo el Norte, y ahora pues con la sensación de volver un poco a casa y con una gran oportunidad para crecer, aunque lo seguimos haciendo día tras día, hasta que te mueras, porque esto es así. Pero es verdad que fueron los comienzos, una serie muy intensa, éramos protagonistas y aprendimos tanto los unos de los otros como actores y como personas, del propio agotamiento de estar todo el día currando... Éramos una gran familia, ha sido muy bonito el reencuentro, un placer, supercómodo.

-Nos enteramos de tu fichaje en «Las chicas del cable» por tu hermano, y luego él te sustituyó a ti en «La Catedral del Mar» cuando rechazaste el papel. Vosotros estaréis contentos, pero tu madre debe de estarlo aún más porque quede todo en casa.

-Ja, ja, ja. Sí, total. Es un placer que sea así, porque aparte mi hermano es un pedazo de actor, con una fuerza que me enseñó ya de pequeño. Me acuerdo que yo iba a estudiar para mecánico de coches o profesor de Educación Física, y le acompañaba muchas veces por cafés teatro de todo el País Vasco y tenía que montar el escenario y todas las sillas. Yo iba a echarles un cable y luego hacía su obra, sus 50 minutos de función. Hacían cinco funciones diferentes, que tú decías: «¡Qué cabeza!». Me dejaba impresionado. Lo de vivir este oficio desde ahí abajo montando tu escenario y todo eso, ha sido mi hermano el que me lo ha hecho ver, por eso debería de ser al revés en realidad. Que él rechazara la serie y yo la cogiese.

-Porque tú empezaste más por casualidad, ¿no?

-Sí, él se empeñó, ha sido constante, ha estudiado sus cinco años en San Sebastián, le cerraron la escuela, se fue a Bilbao, empezó de cero, la acabó a la vez que hacía lo del café teatro... Ha sido constante, por eso te digo que realmente debería haber sido al revés. Además el personaje que está representando en esa serie... ¡si para el perfil y todo es mejor mi hermano! Y no es por nada, eh, las cosas como son. Pero como en este momento a nivel de masas puede ser que yo mueva más... Al final todo se reduce a vender, pero si quitas eso, a nivel realista, pega más mi hermano que yo.

-¿Es cierto que os lleváis tan bien que vivís a solo cinco minutos el uno del otro?

-Sí, es verdad. A menos yo creo, en tres minutos como mucho ya estoy en su portal.

-Vamos, que de rivalidad nada de nada. Os vendéis que da gusto.

-Noooo, pero tampoco miento.

-Creo que tú pasas bastante de las redes sociales y de todo ese mundo.

-Sí, porque al final me gusta mi trabajo, pero exhibirme a nivel personal en las redes sociales... Ya sé que eso también se ve como negocio, pero es que dejas de ser tú otra vez el móvil y no sé... Me molesta un poco. Al final yo entiendo que todo se reduce a vender, pero después que le den un trabajo a una persona porque tiene más tuiteros o más followers en Instagram y que sepas que el que lo va a hacer que te cagas es este otro, pero que se lo van a dar al primero porque mueve más masas... Es hacia donde vamos, por lo que no hay que luchar contra eso, habrá que ir a favor. Yo ya empecé últimamente con Instagram, intentando volver a ponerme un poco las pilas, pero a base de esfuerzos. Que es una tontería, es una foto, no es más, pero es que yo nunca me hago fotos, nunca...

-¿Estarás harto de que te las hagan?

-Es que digo: «¿Qué voy a colgar? ¡Si es que no tengo nada!». Entonces subo alguna que me pasa algún amigo o unas que he hecho para alguna sesión y las pongo, pero me cuesta, me cuesta. Y la vida privada de cada uno es la vida privada de cada uno... Y mejor así, que te traten por tu calidad. Pero bueno, hay que hacer un equilibrio.

-Te ha costado unos años que te dejen vestidito. Creo que alguna vez has tenido que irte sin comprarte algo de una tienda en tu época de «El Internado».

-Sí, es que aquella época fue bestial. Entonces yo, que vengo de un pueblecito y que nunca he sido fan de nadie... Admiro a gente por lo que hacen, porque hay artistas de verdad por el mundo, pero nunca he sido fan de nadie de pequeño. Así que de repente toda esa locura, que te pidan un autógrafo... ¡cuando yo escribo fatal!

-Has cumplido los 30 y ya te dan papeles de adulto, cuando muchos a tu edad siguen haciendo de adolescentes. ¿Te verán esa madurez?

-Sí, yo que sé, al final es sobre todo suerte. De que mis padres me hayan dado este cuerpo, esta voz, esta cara, je,je. Y luego yo, el haberme sabido manejar para sacar algo a cabo y contar lo que hay que contar en cada guion. Pero también influye mucho la otra parte de mis padres, en la que ya no tengo nada que ver, ¿sabes? Ja, ja. Porque si hubiera sido feo ya te digo yo que ahora tú y yo no estaríamos hablando.

-Nunca se sabe...

-Sí, pero seguramente en otro contexto [risas].

-Hablabas antes de que ibas para mecánico o para profe de Educación Física. ¿Alguna vez te arrepentiste de haber dejado de estudiar?

-Nooo, para nada.

-¿Te asfixió la vida en el pueblo?

-Sí, porque era lo de toda la vida. Gracias a mi hermano descubrí la ciudad, Bilbao, y también fue gracias a mi madre, que me dijo: «Vete a hacer moda». Y yo: «¿Moda?». Realmente todo vino gracias a eso, a que de repente miras un poquito más allá y empiezas a estar abierto a lo que la vida te trae. A veces nos encontramos con una cosa, pero la vida nos tiene otra preparada. Hay que estar con los ojos abiertos... y abierto a que te pase.