06 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 150 años un minero californiano se puso los primeros Levi’s 501 de la historia. Como otras prendas que saltaron con éxito del tajo a los roperos, aquellos primeros pantalones vaqueros, que esencialmente siguen siendo iguales, se convirtieron con los años en un uniforme obligatorio para los pijoaparte de los primeros años ochenta o para quienes aspiraban a serlo. Cargaban en su reconocible etiqueta roja con tanta historia como una antigüedad, desde que Levi Strauss localizó en el siglo XIX un tejido de algodón azul que se fabricaba en la ciudad francesa de Nimes y que enseguida empezó a llamarse denim. Hay un vínculo muy estrecho entre la historia del siglo XX y los 501, una ligazón que explica por qué tantas veces la ropa es mucho más que un objeto para protegerse del frío y la vergüenza. Antes de ser adoptados por los pijos, los Levi’s fueron un objeto revolucionario, la primera prenda de trabajo que se utilizó en la calle y que transmitía juventud y rebeldía, una forma diferente de entender la sociedad y las relaciones entre clases y un modo de estar en el mundo tan americano como el cowboy de Marlboro. Esa factoría perfecta del american way of life que fue el Hollywood de los años cincuenta jugó un papel esencial para que los tejanos se convirtieran en lo que hoy son. Decidieron cubrir las piernas de Marilyn Monroe y James Dean con un pantalón vaquero, garantía de que después de ellos todos los jóvenes de Occidente querrían una prenda similar.

En el año 99 la revista Time eligió los 501 la prenda de vestir más relevante del siglo XX, un escalón más en la mistificación de una prenda que en España vivió su propia peripecia. Fueron el uniforme, para muchos inalcanzable, de los niños bien de los ochenta y una dura competencia para marcas locales como Lois, que con su inolvidable anuncio de la coisa mais linda ofrecía una alternativa sólida y asequible a la propuesta americana, con un circuito de distribución débil en un país que todavía se limpiaba las pelusas de la autarquía franquista.

Hoy los Lois forman parte del pasado de la industria textil española, pero los 501 siguen llegando a los armarios. 150 años después.