Helena y Carmen: «Seguimos juntas tras 22 años, tres coles, dos selectividades, el grado de Medicina y un mir»

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

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Helena, a la izquierda, junto a Carmen
Helena, a la izquierda, junto a Carmen ANGEL MANSO

Cantaba Gardel que 20 años no son nada, pero para Carmen y Helena es toda una existencia. Su amistad empezó a los 3 años y sigue uniéndolas hoy, médicas a los 25

01 mar 2024 . Actualizado a las 19:02 h.

Cuando con 3 añitos Helena y Carmen entraron por la puerta del colegio infantil de Miño y se vieron por primera vez, no podían ni imaginar que 22 años, tres colegios, una universidad, dos selectividades y hasta un mir después, seguirían unidas.

Si hubiese que escoger una sola palabra para definir a la vez a Carmen Valiño y Helena Fernández (ambas nacidas en Miño, en 1998) sería compañeras: de calle, de clase, de facultad, de profesión, de grupo de amigos y, sobre todo, de vida. La vida y sus casualidades hicieron que se cruzasen y ellas, expertas en no rendirse, decidieron que ya no se separarían. La propia Carmen defiende que esto es cuestión de elección: «Tú decides a quién quieres tener a tu lado. Después de 22 años, no me imagino que Helena no forme parte de mi vida», deja claro.

Todo comenzó en las aulas de una escuela infantil: «Ahí empezó todo. Ya tenemos un montón de fotos juntas de aquella época», dice Helena. Así se hicieron amigas y siguieron compartiendo pupitres, juegos y aficiones durante toda su infancia: «Nos veíamos por la mañana en el colegio y por la tarde coincidíamos en teatro, patinaje y baile gallego. ¡Hasta aprendimos a tocar la guitarra juntas!», relata Helena.

De «personalidad muy parecida, pero una forma de ser distinta —en palabras de la propia Carmen—», ambas sabían que querían dedicarse al mundo de la ciencia: «Las dos ya íbamos encaminadas hacia la rama sanitaria y, cuando en el instituto llegó el momento de escoger asignaturas, tiramos por las mismas», cuenta Helena. Lo mismo sucedió en el bachillerato, que cursaron en el vecino concello de Betanzos, lo que supuso empezar en otro centro. Pero, a estas alturas, ¿iba a separarlas a ellas un cambio de instituto? Todo lo contrario, sirvió para unirlas todavía más: «Volvimos a ir en la misma clase y, al cambiarnos juntas de colegio e ir a otro en el que ya se conocía la gente, hicimos aún más piña», cuenta Helena.

En ese momento, las dos tenían ya clara una cosa: querían estudiar Medicina. La selectividad no se lo iba a poner fácil, pero como ya dijimos, ellas son expertas en no rendirse. Entre medias, vivieron el que, para ambas, es su mejor recuerdo juntas: «El viaje que hicimos a París al terminar bachillerato. Fue un cambio drástico, pasamos de estar estudiando todos los días para selectividad a marcharnos a Francia sin tener nada por lo que preocuparnos», recuerda Helena.

Carmen, a la izquierda, junto a Helena
Carmen, a la izquierda, junto a Helena ANGEL MANSO

Medicina a la segunda

Ninguna de las dos entró en la carrera a la primera, así que se matricularon en grados distintos, pero con la idea latente de que sus caminos volverían a juntarse. Carmen empezó Enfermería y Helena el doble grado en Biología y Química, pero al año siguiente, volvieron a presentarse juntas a la ABAU: «Ese fue el peor el día que recuerdo juntas», explica Carmen. «Había muchos nervios en juego —continúa—, pero precisamente me ayudó mucho saber que estábamos juntas en eso». Y al segundo intento, entraron juntas, como siempre, por la puerta de la facultad de Medicina de la Universidade de Santiago (USC). De eso han pasado ya seis años, y en enero de este 2024, hace poco más de un mes, las dos cruzaban de la mano su particular línea de meta al presentarse al examen del mir.

Aquellas niñas que con 3 años se conocieron son hoy dos médicas. Pero, ¿y ahora qué? ¿Qué pasará con estas vidas después de 22 años acumulando momentos? Toca escoger el área de la medicina en la que trabajarán durante, al menos, los próximos cuatro años, y todo parece indicar que, ahora sí, sus caminos se separan. «Aunque las dos tiramos por la misma rama, siempre tuvimos gustos muy distintos, y la especialidad no iba a ser una excepción», bromea Carmen. Ninguna de las dos se aventura a decir ni la especialidad ni el lugar donde estarán estos años. «Todo dependerá de los resultados del mir», coinciden en decir, con un discurso que se complementa a la perfección, con la complicidad que solo da una vida juntas.

Especialidades distintas

Lo que tienen claro es que todo parece apuntar a que su estreno en el mundo laboral tendrán que hacerlo por separado: «No tenemos pensado hacer la misma especialidad, a cada una le gustan cosas diferentes», dice Helena. Tampoco coinciden en la preferencia de su lugar de destino. A Helena le gustaría quedarse «por aquí cerca», mientras que a Carmen no le importaría hacer la maleta: «Yo valoro irme fuera. Mis principales opciones pasan por quedarme al lado de casa o marcharme a la otra punta de la Península, y no descarto ninguna», cuenta.

Eso sí, ambas tienen claro que aunque estén separadas, nunca dejarán de estar unidas: «Carmen ha sido un elemento constante en mi vida, un apoyo indispensable en épocas duras y una compañía increíble en momentos bonitos», cuenta Helena. Un discurso, que, una vez más, se complementa con el de su amiga: «Puede que ahora se separen nuestros caminos, pero confío en que seguiremos estando juntas».

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Al pedirles que definan a la otra con una palabra, ambas escogen la misma: «Empática». No es raro que hasta en eso coincidan. Y es que la suya es una de esas conexiones que consigue que hablen entre ellas sin necesidad de usar las palabras. «Para mí el punto de vista de Helena es uno de los más importantes cuando tengo que tomar una decisión», explica Carmen. «Conocemos nuestro ‘pasado', de dónde venimos, las dificultades que podemos tener y nuestros puntos fuertes para, cuando una tiene algún problema, pueda aconsejar con perspectiva», añade.

Pero, siendo objetivas, también reconocen que tanto compañerismo a veces pasa factura: «Lo peor de llevar un camino tan paralelo es que, a veces, es difícil desconectar y que en una conversación no acabe saliendo algo de medicina. ¡Estamos tomando algo e inconscientemente nos ponemos a hablar del mir!», concluyen estas dos amigas predestinadas a compartir toda una vida juntas.