¿Y si mañana vetan a los ancianos?

Javier Becerra
Javier Becerra EN CONTRA

AL SOL

27 jul 2017 . Actualizado a las 10:55 h.

Algunos niños son molestos, de acuerdo. Lloran. Hacen caca. Vomitan. Su llanto puede truncar el sueño nocturno. Se tiran de bomba a la piscina. Y, cuando juegan, se pueden excitar lo suficiente como para montar un griterío de mil demonios. Hay quien ve a un infante y piensa en todo eso. Los considera una amenaza. Les pone una etiqueta de sospechosos. Los quiere lejos de su tranquilidad. Como esto funciona por ley de oferta y demanda, aparecen estos hoteles proporcionando ese servicio. En la entrada, un veto: «Niños no». Así, con toda normalidad.

Hasta ahora el acceso de los niños a determinados a establecimientos se restringía por motivos sanitarios, morales o de seguridad. Ahora no. Ahora se trata de una cuestión económica. Un negocio basado en excluir a una parte de la población porque, supuestamente, molestan. ¿Qué hacemos con el turismo descerebrado que vemos en Mallorca? ¿Ponemos un «prohibida la entrada a ingleses» (a todos claro, como a los niños)? ¿Y si los habitantes de una determinada región hablan más alto que los de otra? ¿Excluidos también en bloque?

Resulta difícil aceptar que en una sociedad desarrollada se pueda prohibir el acceso a todo un sinfín de personas por ese criterio. A lo mejor mañana a alguien le molestan los ancianos. ¿También quedarán vetados? Por lo visto, solo depende que haya una demanda suficiente de ello.