Tremenda ducha tras una noche sin dormir

AL SOL

MONICA IRAGO

Vilagarcía arranca esta tarde la más húmeda de las citas del verano galaico

15 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un par de datos, para ir haciéndose una idea. Como cada año, Renfe refuerza sus servicios para encauzar a través de los raíles la fenomenal marea de gente que San Roque desata sobre Vilagarcía. En esta ocasión serán 19.000 las plazas de tren que ronden la capital arousana desde esta tarde hasta la noche de mañana. La carretera tampoco es manca. Desde las cuatro esquinas de Galicia se fletan autocares con destino a la más húmeda de las parrandas del calendario estival. Todo está listo para que la Festa da Auga inunde las calles del centro tras una noche en la que casi nadie duerme. Unos, porque no quieren; otros, porque no hay manera.

La juerga propiamente dicha se desatará mañana, festividad de San Roque, a las doce, a mediodía. Una vez el santo esté a salvo dentro de su capilla, el pregonero, siempre una sorpresa hasta última hora, se encaramará a una grúa, lanzará su arenga y el primer caldeiro de agua, y a partir de ahí el desparrame. En realidad, la cosa alcanza ya una elevadísima temperatura esta misma tarde, cuando la marabunta alcance Vilagarcía por vía férrea y asfalto. Otro dato para calibrar el alcance del tema. Los pubs ubicados en la antigua explanada TIR encienden hoy, a las 16 horas, un tremendo fiestón al aire libre, repleto de disyoqueis, que no concluirá hasta el día siguiente. Buen ambiente, manguerazos de Protección Civil en la denominada zona húmeda, duchas por dentro y por fuera hasta eso de las cuatro de la tarde, y la promesa de regresar el año que viene.

Un consejo. Los más incautos o los más sedientos, que de todo hay, acostumbran a caer antes del amanecer, sin llegar a ver resbalar una sola gota del líquido elemento. Háganme caso. Ahórrense ese último trago, el del extravío que se lleva la culpa de todo, guarden fuerzas y alcancen con cierto resuello la mañana. Merece la pena recorrer las calles metiéndose en faena, observando el ingenio del personal a la hora de ataviarse para este baño gigantesco, mojando y dejándose mojar. Si la noche ha sido larga y dura, el día se les hará corto y llevadero, por no hablar de lo que a uno le espabila que le empapen de agua fría. Y no teman. Habrá barras, servicios y música hasta el final.