Con agradecimiento y agarimo, las monjas dominicas de Valdeflores de Viveiro

Sor Consuelo García y Sor María del Carmen Villar TRIBUNA PÚBLICA

A MARIÑA

Las religiosas se despiden con una carta desde el convento de Cangas de Narcea donde han sido acogidas

03 jul 2018 . Actualizado a las 17:40 h.

Desde estas tierras asturianas, en el pueblo de Cangas del Narcea, las Dominicas de Valdeflores de Viveiro, queremos manifestar y, a la vez, hacer llegar nuestra profunda gratitud a nuestro muy querido Padre Luís Ángel de las Heras, que hasta hace muy pocos días ha sido nuestro Obispo y Pastor, por sus innumerables atenciones, su incansable solicitud por sacar adelante la situación bien difícil de la Comunidad de Valdeflores con la que se ha tenido que encontrar al confiarle el Papa Francisco la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol. Somos conscientes de que agotó todas sus posibilidades en solucionar la difícil situación de Valdeflores en distintos aspectos, y si es cierto que al final hubo que aceptar directrices que sobrepasaban su responsabilidad diocesana, nos ha dado la mano y estuvo muy cerca de nosotras con la bondad, sabiduría y humildad de un buen padre y pastor: P. Luís Ángel graciñas cheas de agarimo. A Virxe de Valdeflores é portadora do noso agradecemento para con Vde. Que endexamáis esqueceremos.

Queremos, también desde estas líneas, hacer presente nuestra profunda gratitud y cariño a Antonio Rodríguez Basanta, Vicario General, que estuvo a nuestro lado fortaleciendo, animando y dándonos todo su apoyo del que tanto hemos necesitado. Gratitud y cariño que hacemos también extensible a Gonzalo Folgueira Fernández, que fue nuestro Visitador Oficial más de treinta años, siempre muy cercano a nuestra Comunidad. El mismo agradecimiento a nuestros párrocos de Viveiro por sus servicios, por su “saber dar la mano” en tiempos difíciles y por sus atenciones ministeriales. Nos permitimos aquí manifestar un cariñosísimo recuerdo y sentimientos profundos de gratitud para nuestro muy querido capellán, Luís Fole Freire, del que no hemos podido despedirnos personalmente, pero que lo hemos traído todas nosotras en nuestro corazón.

A todos, sacerdotes y personas cercanas a nuestra Comunidad de Valdeflores, a la Orden Seglar Dominicana, a la Cofradía de Valdeflores, a las MM. Concepcionistas de Viveiro, a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, y a los amigos de los que no nos ha sido posible despedirnos, a todos, graciñas con agarimo.

Al comenzar y al finalizar cada día estamos seguras de que nos encontraremos unos y otros dando gracias por el día y por el sereno atardecer de la jornada que Dios-Trinidad nos regala.

Desde cualquier lugar en que cada uno de nosotros nos encontremos, siempre tenemos seguro el regazo de la dulce Madre de Valdeflores, «vida dulzura y esperanza nuestra».

Siempre vuestras Monjas Dominicas.