Cuarentena a bordo de un pesquero en Burela «por decisión do armador e dos tripulantes»

S.S. BURELA/ LA VOZ

A MARIÑA

Al fondo, el Adviento Uno, atracado en Burela con 16 tripulantes coninados por covid-19 desde que regresó de los caladeros de Gran Sol el pasado día 15
Al fondo, el Adviento Uno, atracado en Burela con 16 tripulantes coninados por covid-19 desde que regresó de los caladeros de Gran Sol el pasado día 15 PEPA LOSADA

El Sergas permite a los dieciséis marineros aislarse en sus casas o en otros alojamientos

23 nov 2020 . Actualizado a las 13:48 h.

Después de dos semanas faenando en los caladeros comunitarios de Gran Sol, toda la tripulación del palangrero de fondo Adviento Uno cumple este lunes ocho días de cuarentena. Todos dieron positivo en las pruebas PCR que les practicaron el lunes sanitarios del Hospital da Mariña. Ahí ha sido ingresado uno de los diecisiete hombres, «por precaución», ante sus problemas respiratorios. Los otros dieciséis siguen a bordo, amarrado en el puerto burelense, y compartiendo camarotes y el resto de reducidos espacios del barco. Su situación lleva días generando críticas, de algún sindicato y de la familia marinera, que se pregunta por qué no les permite aislarse en alojamientos en tierra firme, no en una embarcación que no ha sido desinfectada. La respuesta la dio este lunes Ramón Ares, gerente del área sanitaria de Lugo, de la que depende A Mariña: «A decisión de quedar no barco foi conxunta, do armador cos propios mariñeiros».

Declina, por tanto, las responsabilidades que voces de la pesca le atribuyen a las autoridades sanitarias en las medidas preventivas en el Adviento Uno. Contrastan con las adoptadas en otro pesquero similar, el Siempre Antares, con base en Celeiro, a menos de veinte kilómetros en línea recta del puerto burelense donde permanece aislado el Adviento Uno. Catorce los quince tripulantes del Siempre Antares dieron positivo por coronavirus, que se cobró la vida de un marinero, el primero en presentar síntomas cuando el pincheiro faenaba en Gran Sol. Su salud empeoró a medida que pasaban los días, le administraron oxígeno a bordo, fue evacuado en helicóptero al hospital de A Coruña cuando navegaban a siete horas de puerto y acabó falleciendo. Al día siguiente de confirmarse los contagios de sus compañeros, todos abandonaron el barco, alojándose en sus domicilios o en inmuebles alquilados para que la cuarentena les resultase lo más llevadera posible y, al mismo tiempo, para vaciar el barco y desinfectarlo.

La dotación del Adviento Uno sigue aislada a bordo por decisión del armador y de los diecisiete hombres que la forman, recalca el gerente del área sanitaria provincial. Organizaciones del sector que hablan en nombre de los propietarios del pesquero lo justifican alegando que «era un caso excepcional porque todos deron positivo». De hecho, en la mañana de este lunes, el Sergas les brindó la posibilidad de salir de la embarcación, pero «consultaron outra vez aos tripulantes e repetiron que prefieren seguir a bordo, por protexer ás familias». Representando a la empresa armadora, las mismas fuentes puntualizan que aunque viven en el barco, «están atracados nunha zona vallada do porto, á que non pode acceder ninguén e eles teñen a posibilidade de baixar ao muelle a pasear». Aun así, en cuanto esta semana les practiquen nuevas pruebas de covid-19 y conozcan los resultados, «haberá que ver si se opta por solucións diferentes».

De cualquier modo, insiste Ramón Ares, igual que en cualquier otro ámbito laboral, con el Adviento Uno «o Sergas e a xefatura territorial non deciden o sitio» donde pasan la cuarentena. «En este caso —insiste— é o armador ou a situación familiar dos mariñeiros, se teñen sitio ou non, pero non hai ningunha indicación para que sexa no barco, pode ser nun piso ou na súa casa». Eso sí, «insistimos en que o aillamento que ser total, se non teñen condicións porque non teñen vivenda habitual ou a comparten con máis xente e o aillamento non pode ser veraz, o armador ten que buscar alternativas, non Sanidade, que non indica que se faga dentro do barco».

Al Sergas compete el control de los contagios en los barcos de pabellón español que recalan en puertos gallegos. A los abanderados en otros países que operan en muelles de Galicia, aunque estén tripulados por gallegos, los supervisa Sanidad Exterior, igual que en todo el litoral español. Sobre el seguimiento sanitario, Ramón Ares comenta que en Galicia «faise polos médicos de atención primaria, no domicilio, no barco ou onde fagan o aillamento». Si la salud de alguno lo requiere, se les presta «atención maior, —en el caso de Burela— no hospital da Mariña ou en toda a área». De ser preciso, «por factores de risco», también se controlan mediante la plataforma de asistencia domiciliaria Telea, «desde o HULA», el hospital situado en la ciudad de Lugo. Con el Adviento Uno «non se fai porque indicacións clínicas non o consideran preciso», añade. En nombre de los armadores del barco, fuentes de organizaciones pesqueras aseguran que los dieciséis tripulantes confinados a bordo son asintomáticos o no presentan problemas que requieran mayor atención.