Muere en Foz al beber ácido fénico en vez de aguardiente durante la autopsia a una abortista
A MARIÑA

En agosto de 1901 los periódicos se hacían eco de este tenebroso suceso
23 sep 2023 . Actualizado a las 19:27 h.El ser humano es una criatura compleja, precaria, habitada por fantasmas. Algunos de ellos vienen hoy a esta página. Una página para leer en días grises cuando a uno se le vuelve cenizas el corazón. Y vienen porque no somos más que nuestra memoria, ese vapor que se esfuma. No son cosas de hoy ni de ayer, sino de siempre. Abortos, agresiones, violaciones. Un montón de espejos rotos...
El 28 de agosto de 1901, dos periódicos, El Heraldo de Mondoñedo y El Liberal de Madrid, publicaban la misma noticia, un terrible y tenebroso suceso acaecido en Foz. En el cementerio de la villa se le practicaba la autopsia a una mujer que había fallecido a consecuencia de un aborto. El hecho suscitó comentarios, expectación y morbo pues se decía que había sido robada y violada. Algún vecino acudió al camposanto y asistió a la necropsia. Un mozo que lo hizo mostró síntomas de rechazo y repugnancia ante la intervención del forense. Entonces, para reanimarlo, un alguacil le ofreció una copa de aguardiente que el muchacho bebió con ansia. Iba a beber otra copa otro de los presentes cuando el muchacho, entre gritos, convulsiones y vómitos, advirtió, mientras salía corriendo, que aquello que tomara no era aguardiente. Pedía agua con insistencia y, a los pocos metros, cayó muerto de modo fulminante. Le dieran, por equivocación, en vez de aguardiente, una copa de ácido fénico.
El suceso causó gran impresión pero no pasó a mayores. Así así eran las cosas -y el mundo- entonces. Poco despues, La Voz de Galicia publicaba el 11 de abril de 1902 que, en un riachuelo de Barreiros, se halló el cadáver de un recién nacido falto de una pierna. Avisado el Juzgado de Ribadeo, se trasladaron al lugar el juez, Celestino Nieto Ballesteros, el escribano Justo Barreiro Pico y los médicos Marcelino Vior y Modesto Lage. En el mismo lugar “se verificó la autopsia del niño hallado en el río y se procedió a la exhumación de otro ser inocente
enterrado en una huerta por el padre de la delincuente”. El periodista concluye: “La Guardia Civil de Foz, cuyo cabo comandante se distinguió en la captura de los criminales, merece plácemes por el servicio prestado”...
Pero, por mucho que se adulara o aplaudiera a la Benemérita, los hábitos y valores de entonces no se modificaban así como así. Poco despues, se informaba que “el celoso comandante de la Guardia Civil de Foz ha detenido a una agraciada joven de 17 años, llamada R. Doval, que, por ocultar su deshonra, utilizó varios abortivos y consiguió lo que se proponía...”. No era cuestión de represión. El asunto venía de lejos, siempre la mujer tenía un
tratamiento negativo y algunas de esas prácticas eran casi habituales...
El 22 de abril de 1892, el mismo diario relataba el infanticidio de una niña en Viloalle (Mondoñedo) y la detención e ingreso en prisión de cuatro vecinos -Antonio L. L., Josefa L.P., Josefa L. L. y Generosa F.- tras encontrar restos de la criatura quemados en la cocina...