No se puede obviar. Ni siquiera ahora. Los jóvenes que trabajan en la industria no lo han vivido. Tampoco se lo hemos enseñado. Por eso miran a la mar apenas como baños veraniegos. Pero la mar tuvo un papel económico de primera magnitud en el pasado siglo XX. Incluso reconociendo que por aislamiento fue la costa Cantábrica Galaica la menos conocida de los casi 1.600 kilómetros costeros gallegos. Más de 70 kilómetros entre la costa de los concellos de Ribadeo y Vicedo, con hermosas playas de todos los tamaños y puertos llenos de historia, atalayas vigías, paso de ballenas y gentes de mar, al menos los de mi generación. Siempre es un buen momento para indagar y publicitar sobre el contenido de los libros de actas de las Cofradías de Pescadores, aun cuando hay cierto recelo en algunas de ellas, como me ha sucedido a mí con la de San Ciprián, a pesar de haberles proporcionado documentación y haber sido mi pariente Darío Baltar Baltar unos de sus promotores en diciembre de 1929. ¡Ah!. Y algo que reivindico. Las rías de este litoral galaico son las rías del Cantábrico que deben diferenciarse de las rías altas -A Coruña- y rías Baixas -Pontevedra y Vigo-. Nuestra capital histórica sigue siendo Mondoñedo. Y en caso de reconocer a Lugo, seremos Lugueses y no Lucenses. Las rías reciben el nombre del puerto más importante en actividad que se encuentran los buques cuando arriban a tierra.
Siempre pongo el ejemplo de ría de Bilbao, pues a nadie se le ocurre decir Ría del Nervión. Muy importantes. Sociedad de Socorros Mutuos de San Ciprián (1928-1930) y otra en el de Foz: Sociedad de Socorros Mutuos de Foz (1928-1938?). Su objetivo era el de socorrer a todos sus asociados que por enfermedad temporal o inutilidad permanente, se hallasen imposibilitados para el desempeño de su trabajo. También se auxiliaría, en caso de fallecimiento del socio, a la familia de este; y como último punto, se contemplaba la gestión ante los poderes públicos de todo aquello que pueda redundar en beneficio del pueblo. La Sociedad de Socorros Mutuos de San Ciprián se incorporó al Pósito quedando así fundada la “Sección de Socorros Mutuos” del mismo según el Reglamento del Pósito Marítimo Terrestre de San Ciprián.
Sus objetivos eran el mejoramiento de las condiciones de vida de sus asociados mediante el establecimiento de socorros y seguros sociales; la explotación directa de la pesca, eliminando la figura del intermediario; la organización de la venta hecha por los socios procurando siempre buenos precios para el pescado, conseguir y facilitar embarcaciones, artes o todos los efectos y artículos necesarios para su vida profesional en condiciones garantizadas de precio y calidad y finalmente, estimular la cultura general y profesional. En la medida en que los Pósitos se desarrollan van surgiendo las distintas secciones como la Sección de Cajas de Crédito, cuyo objeto era ofrecer préstamos a los asociados que precisasen liquidez para la adquisición, reparación y mantenimiento de las embarcaciones y artes de pesca y, hasta en casos de apuro para su propia subsistencia, alternativa necesaria a la existencia de prestamistas particulares que hacen fortuna con los réditos. la Sección Cultural era la encargada de velar tanto por la enseñanza elemental, orientada a niños, como por la profesional, verificada en una Escuela de Orientación Marítima que en el caso del puerto de San Ciprián tuvo especial prestigio por la labor formativa de patrones y otros puestos en el barco que realiza desde 1936 el Maestro Nacional don Francisco Rivera Casás.
La inmensa mayoría de los hombres residentes en las parroquias del Concello de Cervo estuvieron enrolados en las costeras del bocarte y del bonito, lo que permitió disponer de una renta muy superior a la que daba el campo, los montes y las granjas. Cambiando la vida, por mejora de la calidad en las viviendas y en general en la disposición de equipamientos y servicios como la presencia de médicos del Instituto Social de la Marina, cuyos consultorios terminaron instalados en las Casas del Mar junto a oferta hostelera para los tripulantes que pernoctaban en tierra y ello en condiciones económicas más favorables que en los establecimientos de hostelería del momento -casas de huéspedes y comidas-.