Mochis, el dulce japonés que se agota en Viveiro

VIVEIRO

Xaime Ramallal

Vendieron 200 en solo 4 días. El Urban de Viveiro reabrió su gastrobar panorámico, con una nueva carta que incorpora el producto que hace con esmero una empresa artesana

03 may 2022 . Actualizado a las 13:23 h.

Como soy tan fan de los chistes fáciles como de la gastronomía japonesa, me arriesgo con un mix humorístico-culinario: este reportaje promete ser de lo más... ¡«emochionante»! Así es, pues vamos a hablar de mochis. Si ya los dorayakis (tortitas japonesas) te suenan por Doraemon, la experiencia con el otro dulce de cuna nipona es sublime. En Viveiro, acaban de aterrizar en el gastrobar del Urban, en su sexta planta panorámica, con un éxito mayúsculo: en cuatro días agotaron los casi 200 que habían pedido. «Foi tremendo, algo escandaloso. Á xente encantoulle porque, de verdade, están ricos, ricos», señala desde ese establecimiento su gerente, Alejandro Balseiro, que confiesa que tras probar distintas marcas que elaboran estos deliciosos pasteles de arroz glutinoso, se quedó con una casa que cuenta con tiendas en Madrid, Barcelona y Valencia, expandiéndose hacia Portugal también, que los elabora artesanalmente, a mano.

En ese proceso el arroz, que es la materia prima base, se machaca hasta transformarse en una pasta que se moldea. Tradicionalmente requiere de un trabajo intensivo a raíz del grano, llamado mochigome, y en Japón tiene su propia ceremonia, el mochitsuki. En aquel país recomiendan cortarlo en trozos pequeños a la hora de comer, por su textura y viscosidad. Balseiro enfatiza en la elaboración tan especial del mochi, resultando una exquisitez de consistencia gelatinosa, pero suave como la seda al paladar: «Cando son de boa calidade, unha das cousas que valoramos é a capacidade de poder masticalo englobando a parte de dentro coa de fóra, que a de fóra non tape o sabor do recheo e que o interior non reste viscosidade á textura do mochi». «Os clientes alucinaron con este doce. Tiveron unha acollida espectacular», subraya. El local viveirense apostó por este dulce por «ser un postre diferente e fresco para traballar un concepto moderno. É fácil de tomar despois dunha comida, sen quedar saciado. Moi bo para todo o ano, pero sobre todo en primavera e o verán. Vale para tomar a calquera hora realmente, polo tamaño, porque te dás o capricho con facilidade, e ao ter unha temperatura máis baixa e non ser esaxeradamente doce, é fácil de asimilar», opina.

Corazón con saborrr... 

Los primeros que llegaron al Urban fueron los de fresa, chocolate, chocolate blanco, vainilla, Oreo, mango y maracuyá o yuzu, este último un cítrico que le aporta un toque «incrible» según Balseiro. La empresa suministradora incluye en su carta los de anko (judía japonesa), cheesecake, Ferrero, frambuesa y rosa, sakura (mousse de flor de cerezo), té verde, té verde vegano, tiramisú y triple chocolate.

En la biblia culinaria Japón: Gastronomía, Nancy Singleton Hachisu señala que los mochis comparten época de origen con la famosa sopa de miso. Datan del período Muromachi (1392-1568), la segunda parte de la etapa medieval japonesa en la que los samuráis llegaron al poder y abogaban por una cocina más austera: «Valoraban la sencillez y las propiedades de los alimentos». «Muchos ingredientes básicos que siguen formando parte de la dieta moderna surgieron a finales de este período». Esa seña de identidad sigue impregnando la cocina nipona hoy. Los mochis, relata, se tomaban entonces como aperitivo al mediodía con el té. En la actualidad son muy tradicionales de Año Nuevo en Japón. En el caso del Urban, más guiños orientales en la carta del gastrobar llegan al comensal en forma de gyozas (empanadillas japonesas) o kimchi (verduras fermentadas coreanas).